Victoria da un portazo al bajar de la camioneta. Su intención no es la de ser tan brusca, sé que no mide su fuerza a veces, asi que la veo correr frente a la camioneta y mirar hacia ambos lados antes de cruzar la calle hacia la entrada del colegio, en donde sus amigos la saludan y esperan a que les alcance.
La mañana es fría y húmeda, una gruesa capa de neblina lo cubre todo como un manto blanco, todo es exactamente igual a como era esa mañana, hace dos años, cuando le vi por primera vez.
A veces todavía me pregunto si no lo soñé todo, si no fue todo una simple ocurrencia de mi indomable imaginación, pero entonces alguien menciona su nombre cerca de mí, o me hace preguntas, y me es difícil sumergirme en esa posibilidad.
Me quedo observando a mi hermana por más tiempo del necesario sin darme cuenta, pensando en lo que me depara el dia. Me distraigo tanto que, cuando vuelvo a la realidad, mi hermana ya ha entrado al colegio y ya casi no queda nadie afuera. Arranco la camioneta con movimientos mecánicos y calculados, las calles de la ciudad ya conocidas se abren paso ante mi y yo las recorro con seguridad y familiaridad, la mochila que dejé en el suelo cuando salí de casa se mueve y choca contra mi pierna de vez en cuando y mi nariz se torna roja por el frío de Agosto.
Es difícil. Levantarme todos los días y pretender que nada es diferente a como solía serlo es difícil. Algo fundamental dentro de mi cambió cuando Alex entró a mi vida, algo que no puedo revertir pero que debo ocultar para no desmoronarme.
Todo a mi alrededor está cargado de recuerdos de él, cada mañana me levanto y llevo a mi hermana al mismo colegio en el cual le conocí y en la camioneta en la cual le vi por última vez, recorro las calles que recorrí con él, paso la mano por el lomo de mis libros, libros que él también leyó, que le he visto sostener en sus manos y dejar de lado para sostenerme, cada noche me voy a dormir en la misma cama que por semanas compartí con él, sabiendo que alguna vez desperté y lo primero que veía en la mañana era a él.
Hay días en los cuales siento que aún está ahí, a mi lado, a mi alcance, y entonces abro los ojos y lo único que veo es la oscuridad de mi habitación y la cama vacía en donde soñé que estaría él.
Es insoportable.
La universidad es mi único refugio, el único lugar libre de recuerdos. Mis clases no comienzan hasta dentro de una hora y media, pero cada mañana me obligo a mi misma a conducir hacia el edificio casi a las afueras de la ciudad y esperar a que las clases comiencen en un lugar libre de recordatorios dolorosos.
Frente a la universidad hay una biblioteca, el edificio es casi tan grande como la universidad misma, aunque su arquitectura deja en evidencia la verdadera edad del lugar. Tiene ventanales en todos los pisos, y casi siempre puedo encontrar un lugar cerca de ellos para esperar a que pase el tiempo.
Observar las manijas del reloj y esperar a que se muevan con más rapidez es lo único que puedo hacer.
…
Me pregunto si otras personas también se sienten como si el mundo se hubiera detenido luego de que algo trascendental pasara en sus vidas. Si también siguen con la rutina y continúan con sus vidas sencillamente porque no pueden hacer otra cosa, o si realmente logran superar aquello que les ha hecho daño… Y si lo han superado, ¿Cómo lo han echo?
Me siento como si mi cuerpo estuviera en modo automático. Todos los dias me levanto, llevo a Victoria a la escuela, voy a clase, paso a buscarla cuando sus clases terminan y vuelvo a la misma casa, a veces vacía y a veces habitada por personas que ni siquiera nos miran, y paso mis días estudiando y realizando proyectos para sacar adelante una carrera que ya no me apasiona, porque nada me apasiona. Todo aquello que le daba sentido a mi vida, todas las ambiciones, todos mis planes, todo se esfumó con él el mismo dia en que se fue, como si lo hubiera tomado todo y se lo hubiera llevado consigo.
Y si yo me siento así, ¿Entonces cómo se sentirá él?¿Le afecta estar lejos de mi?¿Piensa en mí aún, todos los días, al igual que yo?
¿Y cuándo volverá por mi?
Esa pregunta me persigue, me atormenta, me acosa. Consume mis pensamientos, consume mi vida y me deja en un constante modo de espera mientras espero a que algo suceda, lo que sea.
Miro por la ventana del salón de clases y espero verle allí afuera, entre el mar de gente que va de clase en clase, esperándome bajo la sombra de los pinos. Miro por la ventana de la camioneta mientras conduzco, esperando verle entre la gente que va de vereda a vereda. Espero verle dentro de las cafeterias, cruzando la calle… Y todos los días una sensación horrible se adueña de mi pecho en cuanto me doy cuenta de lo que estoy haciendo y me obligo a mi misma a aceptar que él no está ahí.
Y aun así, siempre vuelvo a hacerlo. Mis esperanzas parecen ser infinitas, nunca se agotan.
He ido al claro tan solo un puñado de veces, ya que ir ahí ahora es demasiado doloroso… Tan doloroso como sostener sus pocas posesiones dejadas atrás.
No sé qué esperaba cuando volví a casa ese dia, pero me sorprendió ver que había dejado sus cosas en mi habitación. Supongo que aún no había asumido que él realmente se había ido, aunque en ese momento estaba convencida de que solo seria por un par de días.
Cuando mis emociones se vuelven demasiado abrumadoras, me voy a dormir usando su ropa, y cuando me siento lo suficientemente bien, me permito abrir su cuaderno de dibujo, y observar las pocas cosas que había dibujado allí… Mi mano a veces se va hacia un dibujo en particular, sin saber muy bien por qué. Recuerdo la primera vez que lo vi, Alex estaba conmigo, pero mi reacción a él no es muy diferente ahora que puedo estudiarlo en la soledad de mi habitación.