Renacer

3: Condena

No se siente real.

La calle vacía, la noche sin luna, el viento que me revuelve el cabello… Y el desconocido en la parte trasera de mi camioneta, sentado de lado con los brazos sobre las paredes de ella, con sus ojos cerrados y disfrutando de la noche oscura y del viaje. Se ve despreocupado, relajado, ¿Y cómo no va a estarlo? No corre peligro, no de mi, y si he de creer sus palabras entonces él es el único de su especie en toda la ciudad, ¿Por qué habría de temer, o de ponerse nervioso?

Siento náuseas cuando doblo en la esquina de mi casa y dejo atrás el Sauce con una hamaca de madera que ha estado allí desde que tengo memoria, y como habíamos acordado, mi compañero de viaje desaparece en un pestañeo. Para cuando deslizo la camioneta en nuestra entrada ya no hay rastro de él, así que me apresuro a tomar las bolsas con mercadería con manos temblorosas y abrir la puerta del auto a mi lado.

La casa está a oscuras, se notaba desde afuera, pero es evidente cuando abro la puerta. Camino en penumbras a través del comedor y solo enciendo la luz de la cocina una vez la he alcanzado. Hay un plato sucio sobre la mesada, cubiertos y un vaso, pero nada más está fuera de lugar. Desearía que la cotidiana tarea de guardar mercadería y lavar platos me tomara más tiempo del que realmente me toma, porque para cuando he acabado siento como si lo hubiera hecho todo en tiempo sobrehumano, y el corazón me amenaza con salirse de mi pecho mientras seco mis manos con un paño, miro una última vez la cocina y me acerco hacia el interruptor de la luz.

Si no supiera que está papá durmiendo en su habitación pensaría que la casa está vacía, pero escucho el suave sonido de la televisión de su cuarto cuando paso por el pasillo camino al mio, y cuando me atrevo a abrir la puerta para ver si está dormido, lo veo respirando con la boca abierta, los ojos cerrados y el control remoto en la mano. Cierro la puerta con suavidad luego de haber sacado la llave de la parte de adentro, y trabo la puerta al cerrarla, por seguridad.

—Te dije que no tienes necesidad de estar tan asustada — Su voz me sobresaltó una vez abrí mi puerta. —Solo he venido porque me lo pediste, de otra forma te habría dejado en paz y me habría ido.

Cierro la puerta con suavidad sin darle la espalda. Mis ojos le buscan en la oscuridad hasta que finalmente le veo sentado sobre mi mesa de noche. En cuanto le encuentro, él estira el brazo y enciende la lámpara de pie a su lado, bañándolo todo con una luz tenue anaranjada, mi preferencia para leer de noche.

—Sé que yo te traje hasta aquí, pero eso no significa que no esté nerviosa, tendrás que disculparme.

Recorre mi rostro en silencio por un momento, sus brazos, que estaban cruzados sobre su pecho, se relajan. Sus manos toman el borde de mi mesa de noche a ambos lados de sus piernas mientras él se inclina hacia adelante.

—Quieres pedirme algo, lo sé, no puedo prometerte que seré capaz de ayudarte, pero puedo intentarlo… No lo sabremos hasta que no me digas, aunque me imagino por dónde va el asunto.

Tengo la boca seca de repente, y siento cómo mi pecho se comprime. Estoy aterrada, me siento indefensa, desnuda, expuesta, parte de mí me reprocha y siente que he cometido un irreversible error, que algo malo me pasará, pero el resto de mí es realista, y sabe que esta es quizá mi única oportunidad de hacer algo que genuinamente podría ser útil y llevarme a él.

—Mi mitad se fué hace dos años, prometió que volvería por mí y no lo ha hecho. — Finalmente le digo, tengo los brazos tensos a mi lado, así que me fuerzo a relajarlos y respirar hondo. —No me dijo exactamente cuánto tiempo se iría, pero prometió que no sería mucho, y yo sé que el tiempo para ustedes debe de correr de manera diferente, pero no puedo evitar pensar que algo sucedió y le impidió volver, y he querido hacer algo para buscarle pero no sabía qué, ni por dónde empezar, y cuando te vi esta noche y reconocí que no eras humano, actué sin pensar, yo no sé-

Me atraganté con mis propias palabras en cuanto le vi pararse, y me pegué aún más a la puerta al tiempo que él levantaba ambas manos y se quedaba súbitamente quieto.

—Entiendo. — bajó sus manos de a poco. —¿Me preguntarás si le conozco?¿Si he oído de él?¿Es eso? —asiento una sola vez. —Bien, puedo hacer eso, puedo hacer eso y más. Las mitades son sagradas para nuestra especie, no te haré daño, te ayudaré, ¿De acuerdo? Te ayudaré.

Miró a su alrededor de repente, sus ojos se detuvieron en un punto de la habitación. Sigo su mirada hasta la mochila de Alex, en el suelo en la esquina de mi habitación.

—Eso es de él, reconozco el olor de otro que es como yo, pero no creo nunca haberlo conocido, ¿Puedo? — Me pregunta, señalando la mochila.

—Claro.

Se acercó con cautela y tomó la mochila. Se sentó al pie de mi cama con ella en el regazo y rebuscó en ella hasta sacar una remera, es gris y la uso a veces para dormir antes de volverla a guardar, aún conserva su perfume. Él la observa largo y tendido, moviéndola en sus manos antes de acercarla a su rostro.

—¿Cómo se llama? —La pregunta me toma por sorpresa.

Luego de un momento de indecisión, me acerco lentamente a él y tomo asiento a su lado a los pies de la cama.

—Alex.

—¿Alex qué? — deja la remera en su regazo para prestarme atención. Mis pies no alcanzan el suelo, y los cruzo en el aire para evitar que se muevan. —Yo me llamo Badje, por cierto.

—Soy Tatiana — le respondo. — Y… No lo sé, el tiempo que compartimos juntos no fue mucho, y al principio él no fue honesto conmigo sobre su vida ni sobre qué es. En su momento le pregunté si Alex era realmente su nombre pero me prometió que si, nunca me dió un apellido, ahora que lo pienso…

Me quedo mirando un punto fijo en el suelo, pensando. Puedo sentir la mirada de Badje en mi, y sé que mis palabras no le convencen, a mi tampoco me convencieron, luego de haberlas dicho en voz alta, pero no importa cuánto me esfuerzo por recordar, no me viene a la mente ningún apellido, ninguna mención de uno alguna vez.



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En el texto hay: vampiros

Editado: 10.02.2025

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