Renacer

4: Elección

Lo primero de lo que soy consciente es de que tengo frío. La piel se me eriza y me encojo sobre mi misma para conservar el calor, e inconscientemente y por un instante creo que estoy en mi habitación, sobre mi cama, excepto que mi cama se siente como el frío suelo, y yo no me habría dormido con zapatos.

Cuando vienen a mí mis últimos recuerdos, abro los ojos e intento distinguir en dónde me encuentro.

—Estamos en una casa vacía no muy lejos de donde estábamos antes. —Su voz me sorprende a mis espaldas, y de a poco me incorporo sobre mis codos con dificultad. —Lamento lo de antes, reaccioné sin pensar.

—¿Qué cosa?¿Haberme golpeado, o la sarta de mentiras que dijiste antes de eso?

Mi voz está cargada de más brusquedad de la necesaria, pero las palabras se me escapan antes de que pueda detenerlas. Le escucho caminar hacia mí, y antes de que pueda intentar ponerme de pié por mi cuenta él ya me ha tomado del brazo para ayudarme. Mis extremidades se sienten rígidas y hay tierra y telarañas en mi ropa.

—Lamento que la verdad te haya sentado tan mal, pero debías saberlo. —me habla con suavidad en cuanto comprueba que no perderé el equilibrio antes de soltarme.

Intento fingir que sus palabras no me afectan, y en su lugar le doy la espalda para inspeccionar la habitación. No hay mucho que ver, todo está a oscuras y la luz de las farolas de la calle no hacen mucha diferencia. Distingo algunos bultos cubiertos, muebles, y basura en diferentes partes del suelo. Hay ventanas grandes en dos de las cuatro paredes, y una de ellas está abierta. Las cortinas bailan con el viento nocturno, el aire huele a humedad.

—¿Por qué he de creer todo lo que me has dicho? —finalmente le respondo.

Me acerco a lo que parece ser un sofá y, con cuidado, me siento sobre él. Badje me observa desde la otra punta de la habitación, no distingo su expresión bien.

—No tengo razón para mentirte.

—Tampoco tienes razón para ayudarme.

Él niega con la cabeza.

—Te he dicho que las mitades son sagradas. No creo que seas la mitad de “Alex”, pero no puedo saberlo con certeza, y como no puedo comprobarlo matarte no es una opción, tampoco lo es dejarte aquí y pretender que nada de lo que sucedió esta noche realmente pasó.

Me inclino hacia adelante en el sofá, apoyando los brazos sobre mis rodillas y escondiendo el rostro entre mis manos.

—Debes venir conmigo. —vuelve a decirme lo que ya sé. —No puedo dejarte así como si nada, eres una humana con conocimiento de nuestra existencia sin su mitad a la vista, eres un peligro, un cabo suelto, entiende.

—Yo lo entiendo. —le interrumpo levantando la mirada. En algún momento de nuestra conversación, Badje se acercó a mi y se sentó en el suelo frente a mi. —Que lo entienda no hace todo esto más fácil.

—¿Qué necesitas?

Nunca nadie me había preguntado eso, la sola mención me conforta. —Tiempo.

Él niega con la cabeza. —Tiempo es lo que no tengo, no puedo dártelo, descubrir qué intenciones tenía este vampiro contigo podría ser detrimental en prevenir algo mucho más grande.

—¿Qué-?—me fuerzo a mi misma a respirar hondo y calmar el temblor en mi voz. —¿Qué clase de plan podría ser tan grave si solo involucra a un vampiro y una humana?

—Alrededor de la ciudad percibí el antiguo rastro de varios vampiros, no solo el de Alex. ¿Y si trabajaban juntos?¿Y si hay más humanos como tú alrededor de la ciudad, a la deriva luego de haber pasado por lo mismo?¿Y si planeaba transformarte, y usarte de alguna forma junto con los demás? No hay forma de saberlo, y tampoco puedo confiar en tí, ¿Y si no me has dicho la verdad?¿Y si eres su cómplice?

—Si fuera su cómplice no me habria acercado a ti, ¿No crees?

Analiza mi rostro por un momento. —Haces un buen punto, pero aún así no puedo saberlo con certeza.

—¿¡Y qué se supone que haga entonces?!¿Qué va a pasar ahora?!

Me tiemblan las piernas, y no puedo dejar de hacer ruido con mi pie. La mano de Badje toma mi rodilla para detener el movimiento.

—Primero, estaría bien que te calmaras.

—¿¡Y cómo quieres que me calme?! —exploto, poniéndome de pie. —No comprendo nada, no entiendo nada, no sé qué va a pasarme, no sé qué hacer, yo no-

Badje me interrumpe mientras se pone de pie. —Tú no harás nada, no debes hacer nada. —su voz no se altera ni una sola vez. —¿Quieres saber qué pasará? Bien, te diré; vendrás conmigo y el resto de los mios, como humana o como una de nosotros aún no lo decido, algunos de los míos usarán sus dones extrasensoriales en tí para verificar que no me has mentido, y nos contarás todo sobre lo que tú y este vampiro han hablado, cada lugar al que han ido, cada pequeña interacción que han tenido. Luego, lo rastrearemos, lo encontraremos y lo interrogamos, y si resulta ser inocente, entonces podrán irse juntos.

El silencio nos envuelve mientras asimilo sus palabras. Fuera de la ventana solo se escucha el ocasional sonido de un auto al pasar y el canto de algunos insectos nocturnos. Me abrazo a mi misma para conservar el calor.

—¿Y si no es inocente?



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En el texto hay: vampiros

Editado: 25.11.2025

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