Emma se puso delante de la cámara, los flashes delante de sus ojos cegándola mientras los fotógrafos la rodeaban como una manada de lobos hambrientos. Se mantuvo erguida, con una sonrisa estándar en la cara, como si no le importara en absoluto su crisis interior. ¿Cuánto hacía que no era el centro de atención? Olvidado, y demasiado perezosa para recordarlo. Pero la agitación interior se sentía como si la hubieran metido en una jaula de acero y no pudiera mover un músculo.
── «Te ves bien, Emma.» La voz de Ethan llegó desde su lado, baja y un poco fría, haciéndola apenas congelarse. «Pero no lo suficientemente fuerte, demasiado formal».
Casi no se rió. ¿Demasiado formal? ¿Qué demonios era eso? ¿No estaba aquí de pie, intentando no parecer una tonta? Pero en lugar de reírse a carcajadas, apretó los labios para contener el fuego y lo miró fríamente.
── «¿Restringida?» Repitió la palabra, con la respiración entrecortada. «¿Estás segura?»
Ethan se quedó parado, como un alfiler, inexpresivo, como si ella no le estuviera preguntando, sino buscando la manera de levantarse del suelo.
── «Necesitas mostrar verdadero poder, no esa falsa gracia». No fue nada cortés, como si estuviera tratando a una herramienta, no a una persona. «Que todos sepan que volviste por voluntad propia, no obligada por tus heridas».
Tenía ganas de reírse de lo estúpida que era, del hecho de que ahora se estuviera conteniendo. Debería haber rechazado a ese tipo hace mucho tiempo y haberse marchado. Pero no lo hizo, sólo apretó los dientes, conteniendo la ira en su corazón y ajustando su respiración.
── «No soy tu herramienta, Ethan». Susurró, un ligero temblor entre las palabras, pero fue rápidamente suprimido por ella. «Estás aquí para invertir, no para decirme lo que tengo que hacer».
Los ojos de Ethan permanecieron fríos, como si nada de lo que ella dijera le conmoviera. Se limitó a hacer un gesto con la cabeza a los cámaras, indicándoles que siguieran filmando. Luego se acercó a ella, con el mismo tono frío de siempre.
── «No estoy aquí para darte órdenes. Estoy aquí para que vuelvas a la cima». Hizo una pausa y dejó caer una luz: «Si no me necesitas, puedes irte».
El corazón casi se le paró. Apenas podía contenerse, quería rugir de rabia, quería agarrarlo por el cuello y sacudirlo para despertarlo. Pero no lo hizo. Se obligó a recuperar la calma y se volvió, con la mirada fija en la cámara. En ese momento, la confianza que una vez había estado allí pareció burbujear de nuevo desde su corazón helado. El hielo más fuerte aún se derrite.
Pero al destino a veces le gusta mucho bromear. Justo cuando estaba a punto de seguir filmando, un pequeño puntal bajo sus pies la hizo tropezar. Al instante se sintió ingrávida y el corazón casi se le sale del pecho. Sentía que se iba a desmayar.
── «Se acabó, esta escena se va a desmoronar por completo hoy». Se rió silenciosamente de sí misma en su corazón.
Entonces, su brazo fue agarrado firmemente. La tiraron hacia atrás, casi inconscientemente, con la fuerza del instinto. El corazón le dio un vuelco, como si la hubieran electrocutado, y casi se muere del susto.
Levantó la vista y se topó con los tranquilos y profundos ojos azul grisáceo de Ethan. En ese instante, el mundo quedó en silencio. Casi pensó que no estaba loca, ¿por qué se le aceleraría el corazón en un momento así?
Ethan seguía tranquilo, seguía con esa mirada de «estoy más tranquilo que tú», con algo en los ojos. Tal vez estaba pensando: «Esta mujer realmente no puede hacerlo». Tal vez era un secreto placer en verla caer.
Ella echó la mano hacia atrás, un poco inestable sobre sus pies, su voz ronca, «Gracias». Pero ni siquiera se atrevió a mirarle, fijó la vista en el suelo como si eso fuera a calmarla.
Ethan asintió tranquilamente como si no la hubiera oído y se dio la vuelta para seguir dirigiendo otros asuntos. Aquella espalda era alta e imponente, como si el mundo entero estuviera bajo su control. No pudo evitar sonreír, riéndose de cómo se había cruzado con semejante persona.
El rodaje continuó. Cada segundo parecía haber pasado por innumerables colisiones, y la tensión entre Emma y Ethan era cada vez más pronunciada. Sus ojos se cruzaban de vez en cuando con los de Ethan, como si cada encuentro de miradas fuera una guerra silenciosa. Aunque siempre mantenían una calma exterior, la agitación interior ya no podía ocultarse.