Renacer de Cenizas y Mareas.

Capítulo 13 — La Sombra del Leviatán: Desbordando el Poder.

Desbordando el Poder

El sol apenas se filtraba entre las nubes, cubriendo la Academia con una capa gris que parecía presagiar lo que estaba por venir. Auren caminaba por los pasillos, con la mente en caos, pero su mirada fija. El pergamino había dejado claro algo que no quería aceptar: el poder que había desatado, el Leviatán, no podía ser controlado con facilidad. Y mucho menos, sin consecuencias.

Kael había desaparecido. Nadie sabía a dónde había ido, pero Auren sospechaba que estaba vigilándola, esperando que cometiera algún error. El miedo que había sentido cuando el sello resplandeció en su pecho aún la acompañaba, y los ecos de las sombras que la rodearon en el bosque de la Desolación no se disipaban.

El peso del conocimiento que había adquirido era un yugo pesado, y las palabras del pergamino aún resonaban en su mente:

El Leviatán, cuando se despierta, se alimenta de la desesperación de su invocador. Quien lo controle, deberá pagar el precio.

Auren sabía que ese precio sería mucho más alto de lo que imaginaba. Pero ¿qué podía hacer ahora? Había desatado algo más grande que ella, y ahora debía enfrentarse a las consecuencias.

Al llegar al patio central, Auren notó algo extraño en el aire. La energía mágica en el ambiente se había vuelto densa, casi palpable, y una figura apareció frente a ella, emergiendo de las sombras de los edificios cercanos.

Era una figura alta, vestida con ropas oscuras que ondeaban como si estuvieran hechas de vapor. Su rostro estaba parcialmente cubierto por una máscara que solo dejaba ver sus ojos, llenos de una intensidad inquietante.

Auren Solis, hemos estado esperando. —La voz de la figura resonó con una cadencia misteriosa y profunda, como si las palabras mismas tuviesen eco.

Auren dio un paso atrás, sintiendo el corazón acelerado. No conocía a esa persona, pero había algo en su presencia que la hacía sentir incómoda.

¿Quién eres? —Su voz fue fuerte, pero la incertidumbre aún se notaba en ella.

La figura se inclinó ligeramente, como si se estuviera divirtiendo con su desconcierto.

Soy uno de los Guardianes del Equilibrio. —La figura levantó su mano, mostrando una serie de símbolos arcanos que brillaban débilmente en su palma—. Tu invocación ha alterado el curso de los pactos, y ahora debemos intervenir..

Auren frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente para conectar las piezas.

¿Intervenir? ¿Por qué? —Su tono fue desafiante, pero el miedo comenzaba a abrirse paso. ¿Qué querían de ella?

El Guardián inclinó la cabeza, como si estuviera evaluando sus palabras.

Tu invocación ha atraído la atención de los seres más poderosos y oscuros. El Leviatán es solo una pieza de un juego mucho mayor. —Sus ojos brillaron con intensidad, y Auren sintió la presión de la magia aumentando a su alrededor—. Y el precio que tendrás que pagar… no es solo tu vida. Es el equilibrio de todos los reinos..

Auren intentó mantener la calma, pero la sensación de estar al borde de algo más grande que ella la sobrecogió.

¿Y qué quieren de mí? —preguntó, buscando una salida, aunque sabía que no había vuelta atrás.

El Guardián sonrió bajo su máscara, un gesto que parecía tanto una amenaza como una advertencia.

Quiero que regrese el equilibrio. —La figura extendió sus manos, y una neblina oscura comenzó a formarse alrededor de Auren—. Y para eso, debes tomar una decisión. Tienes dos caminos. Uno, renunciar a tu pacto con el Leviatán y restaurar el equilibrio. El otro, seguir adelante con lo que has desatado, pero pagar el precio que te será exigido..

Auren tragó saliva, y un escalofrío recorrió su espalda. La elección era clara, pero no lo era en absoluto.

Antes de que pudiera responder, un rugido ensordecedor resonó en el aire, y el suelo tembló. De entre las sombras que rodeaban la Academia, una criatura enorme emergió. Era un dragón de oscuridad, cuyas escamas reflejaban la luz de una manera antinatural, absorbiéndola, y cuyo aliento parecía consumirse en una llama fría como el hielo.

El Leviatán ya ha comenzado a reclamar su precio. —El Guardián habló nuevamente, su tono grave—. Y no tienes mucho tiempo..

El dragón lanzó una llamarada hacia el cielo, desintegrando las nubes, y Auren pudo ver la ombra del Leviatán moviéndose en la distancia. Algo había comenzado. Y lo que estaba por venir, nadie podría detenerlo.

Auren cerró los ojos, sintiendo el peso de su alma atrapada entre dos fuerzas que no podía controlar. ¿Debería renunciar a su pacto? ¿O aceptar el precio y dejar que el caos consuma todo?

El Guardián estaba esperando su decisión, la opción de elegir su destino.




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