📖 Capítulo 25 — La Marca del Abismo: Sombras que Despiertan
La noche estaba imbuida en un silencio pesado, un eco de lo que acababa de suceder en el horizonte. Auren caminaba al borde del mar, el viento azotando su rostro, mientras la magia oscura palpitaba en su interior como un latido silencioso, un recordatorio de lo que había sellado. La Guardiana del Abismo había dejado claro lo que implicaba su poder, y ahora Auren debía afrontar la realidad de ser su heredera.
Kael caminaba junto a ella, pero no decían nada. Sabían que las palabras no serían suficientes para entender lo que estaba ocurriendo. La joven no solo había sellado la oscuridad, sino que ahora la portaba. El peso del poder estaba sobre sus hombros, y ella lo sentía con cada respiración. La magia oscura, que alguna vez había sido un enemigo, ahora se convertía en una sombra constante a la que no podía escapar.
—¿Crees que realmente pueda controlarlo, Kael? —preguntó Auren, su voz grave y llena de dudas.
Kael miró al horizonte, buscando las palabras correctas para consolarla, pero no sabía si podía. El poder que residía en ella era algo que ni siquiera él comprendía completamente. A pesar de su fortaleza, sabía que Auren no solo enfrentaba el poder oscuro, sino también sus propios miedos internos.
—Tienes el control, Auren. Aunque ahora mismo no lo sientas, tienes el poder de decidir qué hacer con él. —respondió Kael con convicción, pero su rostro reflejaba cierta preocupación. No podía evitar pensar en las consecuencias de tener una guardiana del abismo como amiga, como aliada.
El viento cambió de repente, trayendo consigo un susurro en la brisa. Auren levantó la vista, sintiendo cómo el aire se volvía denso y cargado con una presencia que no podía identificar. La oscuridad que llevaba dentro pareció reaccionar, vibrando con algo en las sombras.
Kael se detuvo, mirando a su alrededor, alertado por el cambio de ambiente. Algo no estaba bien.
—Auren, ¿sientes eso? —dijo con un tono bajo, mirando hacia el mar, donde las olas comenzaban a agitarse de forma extraña.
Auren no respondía, pues el eco en su mente comenzaba a intensificarse. La presencia que había sentido en el horizonte ahora estaba a su alrededor, como si la oscuridad misma la estuviera envolviendo. Sus ojos se iluminaron con un resplandor plateado, mientras la magia oscura se despertaba, ansiosa por apoderarse de ella.
Unos pasos resonaron en la distancia, seguidos por el crujir de las olas. Una figura apareció en la oscuridad, rodeada por una neblina densa que parecía emanar del mar mismo. La figura avanzó lentamente, como si el tiempo se detuviera a su alrededor.
—Auren... —dijo una voz profunda, que resonó en la mente de la joven, mientras sus ojos se abrían con una mezcla de reconocimiento y temor.
Kael dio un paso hacia adelante, colocando su mano en la empuñadura de su espada, pero Auren levantó la mano, deteniéndolo.
—Es... Él. —susurró Auren, su rostro palideciendo al reconocer la figura que se materializaba frente a ella.
La figura era un hombre alto, envuelto en una capa oscura que parecía absorber la luz misma. Su rostro estaba parcialmente cubierto por una máscara de obsidiana, pero sus ojos brillaban con una intensidad sobrenatural. Auren sintió que su poder comenzaba a reaccionar a la presencia de este ser, como si un vínculo invisible se hubiera establecido entre ellos.
—¿Quién eres? —preguntó Kael, su tono desafiante.
El hombre no respondió de inmediato. Sus ojos se fijaron en Auren, y en ese momento, la joven sintió una conexión extraña, como si la oscuridad dentro de ella lo reconociera.
—No tienes que temer, Kael. —dijo el hombre con voz profunda y resonante. —No estoy aquí para hacerle daño a Auren..
Auren lo miró fijamente, luchando por comprender lo que estaba sucediendo. ¿Quién era este hombre? ¿Y qué quería de ella?
—¿Qué quieres de mí? —preguntó Auren, su voz firme, aunque un eco de duda permanecía en sus palabras.
El hombre levantó lentamente la mano, haciendo un gesto hacia el mar, y la neblina que lo rodeaba comenzó a disolverse, revelando un mapa en el agua, una figura que solo Auren podía ver claramente. Un destino, marcado en el agua como una profecía olvidada.
—Soy el Señor del Abismo, y vengo a reclamar lo que es mío. —dijo, su voz resonando con una amenaza sutil. —Eres la Guardiana, la heredera, pero debes decidir si vas a ser solo una marioneta de la oscuridad, o si te conviertes en algo más grande..
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Editado: 03.09.2025