Renacer de Cenizas y Mareas.

Capítulo 27 — El Sacrificio de la Guardiana: Luz y Sombra.

📖 Capítulo 27 — El Sacrificio de la Guardiana: Luz y Sombra

La biblioteca estaba impregnada con un aire ancestral, lleno de libros polvorientos que contenían secretos olvidados por el tiempo. Las palabras que Auren había leído todavía resonaban en su mente, una verdad oscura que no quería aceptar: el sacrificio que el Abismo demandaba de ella no solo involucraba el poder que llevaba dentro, sino algo mucho más profundo.

Su corazón latía con fuerza mientras sus dedos recorrían las páginas envejecidas, cada palabra trazando un camino hacia un destino que no había elegido. Sabía que el tiempo se agotaba. El sacrificio que la profecía hablaba no era un simple precio a pagar: era su humanidad misma.

Kael, de pie en la entrada de la biblioteca, observaba a Auren con una preocupación silenciosa. Sabía que cada palabra le calaba hondo, que la joven estaba enfrentando una verdad dolorosa. La oscuridad dentro de ella no era solo una amenaza, sino también una promesa que reclamaba su alma. Y él no sabía cómo evitar que cayera en su abismo.

Auren... —dijo, rompiendo el silencio que se había apoderado del lugar. —No tienes que hacer esto..

Auren levantó la mirada, sus ojos brillando con una intensidad sobrenatural. Las sombras que la rodeaban parecían moverse con vida propia, como si respondieran a la batalla interna que se libraba dentro de ella.

No tengo opción, Kael. —respondió, su voz llena de una tristeza que no podía ocultar. —La oscuridad dentro de mí está creciendo. Si no hago esto... podría perderlo todo..

Kael dio un paso al frente, decidido a ayudarla. No iba a dejar que se sacrificara tan fácilmente, sin importar lo que dijera la profecía.

No estás sola en esto, Auren. —dijo con firmeza, su voz grave. —Puedo sentir que luchas, que todavía hay luz en ti. No permitas que la oscuridad te consuma..

Auren lo miró, viendo el desesperado deseo de protegerla en sus ojos. Pero también vio la verdad en su corazón: él no entendía completamente lo que estaba en juego. Nadie lo haría. La oscuridad era más antigua que cualquier otra magia, y ella ya no podía esconderse de ella.

El Abismo ya está dentro de mí, Kael. No soy la misma de antes. —dijo, sus palabras siendo un reflejo de la amarga aceptación que sentía. —Y si no lo enfrento ahora, lo haré cuando sea demasiado tarde..

El silencio se instaló entre ellos mientras Auren miraba el mapa antiguo, donde los símbolos del Abismo seguían brillando con un resplandor siniestro. La profecía estaba clara: el poder oscuro que llevaba consigo, ese poder ancestral, no solo la había elegido a ella, sino que también la había marcado para un destino que ningún ser humano podría comprender.

De repente, un ruido lejano interrumpió sus pensamientos. Los muros de la academia temblaron, como si una gran fuerza estuviera acercándose. Kael desenvainó su espada, y Auren sintió cómo la magia oscura dentro de ella se despertaba nuevamente, como una tormenta lista para estallar.

¡Vienen! —exclamó Kael, mirando hacia la entrada de la biblioteca.

Auren se giró, y en ese momento vio una figura en la distancia, rodeada por una niebla espesa que parecía engullir la luz misma. La figura avanzaba lentamente, sus pasos resonando en el aire. Auren sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era él.

El Señor del Abismo había vuelto.

La guerra está cerca, Guardiana. —dijo el Señor del Abismo, su voz resonando como un eco en la oscuridad. —El poder que llevas es una maldición que no podrás rechazar. He venido a reclamar lo que es mío..

Auren sintió cómo el aire se volvía denso, como si el Abismo estuviera a punto de tragarse todo a su paso. La oscuridad dentro de ella se movió, ansiosa por unirse con el poder de la figura frente a ella. Sabía que este encuentro no era solo una confrontación de magia, sino una batalla por su alma.

Kael se adelantó, su espada resplandeciendo con una luz tenue, pero sabía que la lucha no sería fácil. Este enemigo era más que mortal.

No te acercarás a ella. —dijo Kael, su tono desafiante.

El Señor del Abismo rió con un sonido que heló la sangre de cualquiera que lo escuchara. La neblina oscura a su alrededor parecía expandirse, tomando forma en sombras vivientes.




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