Capítulo 33 — Las Pruebas del Profundo Océano: Ecos del Pasado.

📖 Capítulo 33 — Las Pruebas del Profundo Océano: Ecos del Pasado

El mar seguía su danza oscura, y Auren sentía cómo la presión de las profundidades las rodeaba. La gigantesca bestia marina se había retirado tras reconocer la marca ancestral que brillaba en sus manos. Sin embargo, la tensión era palpable en el aire. Sabían que la prueba había comenzado, y las aguas de Atlántida no serían misericordiosas.

—El camino hacia el artefacto no será sencillo. —dijo Lyrian, mirando el horizonte cubierto por una espesa niebla. —El mar guarda secretos que ni los guardianes de las profundidades comprenden por completo. Nos enfrentaremos a pruebas que desafían nuestra voluntad y nuestros miedos más profundos..

Auren asintió, sintiendo cómo cada palabra de Lyrian resonaba en su corazón. Algo dentro de ella sabía que no solo sería una cuestión de magia o habilidad; sería una prueba de valentía y sacrificio. El artefacto en las ruinas de Atlántida no solo era un objeto, sino un vínculo con fuerzas más antiguas que las mismas leyes de la magia.

—Debemos estar preparados. —dijo Kael, empuñando su espada con determinación. —No podemos permitirnos fallar..

El viaje continuó a través del mar prohibido, y pronto se encontraron frente a una vasta muralla de rocas sumergidas que formaban un pasaje estrecho. Las aguas agitadas azotaban las paredes, pero al mismo tiempo, un eco antiguo comenzó a resonar en sus mentes. Era como si las rocas mismas estuvieran hablando, susurrando secretos olvidados.

—Este es el umbral hacia las ruinas de Atlántida. —dijo Lyrian, deteniéndose frente a la entrada. —El primer desafío se encuentra aquí, en este lugar. Solo aquellos dignos pueden pasar. Los que no lo son… quedarán atrapados en las profundidades para siempre..

La voz de Lyrian tenía un tono sombrío, pero no había vuelta atrás. Auren dio un paso al frente, seguida por Kael y los demás. Las sombras en las rocas parecían moverse, como si estuvieran observándolos, aguardando el momento adecuado para poner a prueba su voluntad.

En cuanto Auren cruzó el umbral, una luz cegadora llenó sus ojos, y un viento frío sopló desde las profundidades. La oscuridad las envolvió, y la realidad misma pareció distorsionarse. Ante ellos apareció una puerta de piedra, cubierta por intrincados símbolos y grabados que no comprendían completamente.

—Para abrir la puerta, deben pasar la prueba del alma. —dijo Lyrian, su tono grave. —La puerta se abrirá solo si demuestran que están preparados para lo que les espera. Cada uno enfrentará su peor miedo. Si flaquean, serán desterrados para siempre..

La prueba era clara. No era una batalla contra magia o monstruos, sino una batalla interna, contra las sombras que habitaban en lo más profundo de sus corazones.

Auren dio un paso adelante, su corazón acelerado. La puerta se iluminó, y de repente, la oscuridad se desvaneció. Frente a ella apareció una visión de su pasado, algo que había enterrado muy profundo: una figura conocida, la madre que había humillado a la chica en la que se había reencarnado.

—¿Qué haces aquí, traidora? —la voz de su madre resonó en sus oídos, dura y fría como el hielo. —Eres un fracaso. Nunca serás nada. El mundo no te pertenece..

El dolor de esas palabras la atravesó como una puñalada. La imagen de su madre la miraba con desdén, repitiendo los mismos insultos y rechazo que había vivido en su vida anterior.

Auren cerró los ojos, recordando la razón por la cual había elegido cambiar, por la cual había decidido luchar. Sabía que esas palabras ya no tenían poder sobre ella, pero aún así, la herida de su pasado seguía allí, latiendo en lo profundo de su ser.

—No eres mi dueña. —dijo Auren, su voz firme, tomando control de la emoción que intentaba quebrarla. —El dolor que me causaste no me define. He renacido, y este mundo es mío para cambiar..

Con esas palabras, la visión se desvaneció, y la puerta de piedra se abrió lentamente, revelando el siguiente paso hacia las ruinas de Atlántida.

—Lo hiciste. —dijo Kael, mirando a Auren con una mezcla de asombro y orgullo. —Lo superaste..