Renacer de la Espada Blanca

Capitulo 2: espíritu de la venganza(1)

Capítulo 2: espíritu de la venganza(1)

Kofa, vestido con un pantalón de tela cocido a mano y una camisa de tela sin color, avanzó con rumbo directo a la casa del jefe de la aldea. Algo como un asesinato no puede pasar desapercibido para los guardias y personas; después de todo, la curandera, como se le llama, siempre fue alguien de gran importancia para esta aldea. Al tener conocimientos de medicina, muchos fueron los que se curaron.

Miro la luna llena, brillante y hermosa como siempre; no ha cambiado nada. Aún estando en este mundo la luna, el sol y las estrellas, fueron las mismas que vio en su antigua vida.

Sonrió con melancolía y avanzó rápido a las afueras de la casa del jefe de la aldea.

Al llegar, un aroma muy rico le entró en la nariz y reconoció lo que es: carne.

Con curiosidad se acercó con mucho cuidado para no alertar a los guardias que cenan sopa con pan.

Llegó al borde de un punto ciego y con un pequeño movimiento logró mirar un poco lo que pasa dentro de la casa: varios hombres vestidos de manera muy intimidante y heroica están sentados en la mesa comiendo carne de varios animales exquisitamente preparados.

Kofa se sintió entumecido al mirar la armadura ligera y espadas de los hombres; estaba realmente asustado al mirarlos. Rápidamente le llegaron a la mente los recuerdos de su antigua vida donde estos tipos destruían aldeas y se burlaban de las mujeres. Sabe muy bien que, aun teniendo la magia, no es rival para un caballero entrenado; no se distrajo mucho y continuó observando. Miro cómo varias chicas de entre catorce y dieciocho años están sirviendo comida a estos tipos; también miro con repulsión al jefe de la aldea con varias chicas sentadas en su regazo.

Uno de los caballeros, el que parece más borracho, habló de una manera muy alta: —Realmente es muy entretenido este lugar, hay muchas damas hernosas. —Yo el gran y poderoso caballero, te recompensaré con mi semilla sagrada —dijo con una mirada llena de arrogancia y gotas de alcohol saliendo a mares y cayendo sobre el jefe de la aldea, quien no se atrevió a hacer ningún movimiento.

Otro caballero más alto y gordo habló: —Por cierto, Alcorth, esta mañana estabas muy entusiasmado con una bruja que habita en este lugar. —Cuéntanos qué pasó —dijo con una mirada de regodeo para tomar un gran trago de cerveza y darle una mordida a la pierna de cerdo.

El caballero llamado Alcorth se emocionó mucho y, dándole una nalgada a la chica de adelante, habló: —Fue realmente decepcionante, pensé que era una santa despertada. Fue solo una maldita vieja bruja que sabía un poco de medicina de hierbas. Además de fea, era arrogante y la maté; ella no quiso cooperar conmigo y satisfacerme. —La cara de miedo de esa vieja fue lo mejor —terminó de narrar con una risa feliz y sacando el pecho para mostrar los músculos; se emocionó y levantó a una chica para ponerla en su regazo.

Los demás hombres se rieron de esta escena armoniosa.

Kofa, quien escuchó todo esto, se sobresaltó, pero no fue estúpido. Sabía que algo andaba mal al escuchar al tipo preguntarle a ese gordo por lo que hizo. Sabía que aquel caballero lo estaba poniendo a prueba, así que continuó mirando sin parecer golpeado por la muerte de su cuidadora y, para no romper la fachada, miró la carne en la mesa con una mirada de hambre.

Poco después algo golpeó su cabeza y al mirar vio una pata de cerdo; sin perder tiempo la levantó y miró adentro para ver al mismo tipo que había preguntado a su compañero sonreírle. Kofa lo confirmó, también le sonrió y, agradecido en silencio, no se olvidó de darle un mordisco a la pata de cerdo ante los ojos del tipo.

En este momento, si hubiera reaccionado con una mirada de odio o repulsión, ahora mismo lo que fuera lanzado sería un cuchillo y no una pata de cerdo.




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