Narrado por Isabella
El viento frío golpeaba mi rostro mientras observaba el horizonte desde la terraza de mi villa en Sicilia. Dos años. Habían pasado dos largos años desde aquella noche en el muelle, donde le había dicho adiós a Alekséi, y aún sentía su ausencia como una herida abierta. No había vuelto a saber de él, ni siquiera por rumores. Alekséi Romanov había desaparecido de mi vida, pero no de mi mente.
Mi familia pensaba que estaba concentrada en reconstruir nuestra organización, pero la verdad era que había una parte de mí que aún lo buscaba en cada rincón oscuro del mundo.
"Isabella." La voz de Sofía, mi hermana menor, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era seria, lo que significaba malas noticias.
"¿Qué sucede?" pregunté, girándome hacia ella.
"Tenemos un problema en Roma. Uno de nuestros aliados ha sido atacado. Creen que es obra de una facción rusa."
Mi corazón se detuvo por un instante. "¿Rusa?"
Ella asintió. "Pero no están seguros de quién está detrás. Hay una reunión esta noche con otras familias. Quieren tu presencia."
La reunión se celebró en un antiguo palacio en el centro de Roma, un lugar donde las paredes parecían guardar secretos de siglos. Entré al salón principal con la cabeza en alto, mi postura firme y mi expresión impenetrable. Los líderes de las familias italianas ya estaban allí, murmurando entre ellos.
El ambiente era tenso, cargado de sospechas y miedo. Me senté en mi lugar habitual al final de la mesa, observando cómo los demás discutían sobre los ataques recientes.
"Esto no puede continuar," dijo uno de los líderes, golpeando la mesa. "Si los rusos están detrás de esto, debemos responder."
"¿Y si no son ellos?" pregunté, interrumpiendo. "No podemos cometer el error de atacar sin pruebas."
Antes de que alguien pudiera responder, la puerta del salón se abrió y entró un hombre que no esperaba volver a ver. Alekséi.
Mi corazón dio un vuelco, pero mi rostro no mostró nada. Estaba exactamente como lo recordaba: alto, imponente, con ese aire de peligro que siempre lo había rodeado. Pero ahora había algo más en su mirada, una intensidad que me hizo sentir vulnerable.
"¿Qué hace aquí?" exigí, mi voz fría y controlada.
"Vine a negociar," respondió él, caminando hacia el centro de la sala. Su acento ruso era inconfundible, y su tono era firme, pero no agresivo.
"¿Negociar?" uno de los líderes repitió, desconfiado.
"Sí. Sé que creen que mi gente está detrás de los ataques, pero les aseguro que no es así. Si no cooperamos ahora, esto podría escalar en algo que ninguno de nosotros quiere."
Mis ojos se encontraron con los suyos, y por un momento, todo lo demás desapareció. Había tanto que quería decirle, tanto que había quedado sin resolver entre nosotros, pero este no era el momento.
"¿Por qué deberíamos creerte?" pregunté, rompiendo el silencio.
Alekséi me miró directamente, y su expresión cambió, volviéndose más suave. "Porque sabes que no miento, Isabella. Nunca lo he hecho."
La sala quedó en silencio. Nadie se atrevió a interrumpir mientras nos mirábamos fijamente. Finalmente, fui yo quien desvió la mirada.
"Daremos una tregua," dije, mirando al resto de los líderes. "Pero quiero pruebas de que Alekséi está diciendo la verdad. Si descubro que está jugando con nosotros, no dudaré en actuar."
Alekséi asintió, una ligera sonrisa asomando en sus labios. "Sabía que lo entenderías."
La reunión terminó poco después, pero yo no podía irme sin hablar con él. Lo encontré en el balcón, fumando un cigarro mientras observaba la ciudad.
"¿Qué estás haciendo aquí, Alekséi?" pregunté, cerrando la puerta detrás de mí.
"Lo mismo que tú, Isabella. Protegiendo a los míos."
"¿Después de dos años decides aparecer como si nada hubiera pasado?"
Él se giró hacia mí, apagando el cigarro. "No he dejado de pensar en ti ni un solo día."
Mis defensas comenzaron a desmoronarse, pero me obligué a mantenerme firme. "Eso no cambia nada."
"No, pero es un comienzo," dijo, acercándose lentamente. "Tenemos mucho de qué hablar, Isabella. Pero primero, debemos asegurarnos de que esta tregua funcione. Por ahora, eso es lo único que importa."
Lo observé por un momento, sintiendo cómo mi corazón latía más rápido de lo que debería. Alekséi estaba de vuelta en mi vida, y aunque no quería admitirlo, una parte de mí lo deseaba desesperadamente.
"Que esto funcione," dije, dándole la espalda antes de que pudiera leer mi expresión. "Pero no confío en ti."
Él rió suavemente. "Eso no es nada nuevo."
Me alejé del balcón, sintiendo su mirada en mi espalda. Sabía que nuestra historia estaba lejos de terminar, pero también sabía que lo que venía no sería fácil. Alekséi Romanov siempre había sido una fuerza que no podía controlar, y ahora estaba claro que el destino no estaba dispuesto a dejarnos ir por caminos separados.