Clandestino
Del latín: "oculto". Un adjetivo reservado para lo prohibido, lo que nunca debe ver la luz.
A las siete de la mañana, en plena avenida Clover Field, encontraron los cuerpos sin vida de Becca Smith —hija del magnate Jack Smith, dueño de Smith Co.— y su esposo, James Morgan. Dos disparos limpios, sin aviso, sin piedad. La ciudad, aún adormilada, despertó al rumor de un crimen que huele a pólvora y a traición. Dicen que estaban metidos hasta el cuello en el negocio equivocado: narcotráfico. Dicen muchas cosas. Y todas apestan.
En sus muñecas, la firma inconfundible: un triángulo grabado a fuego, símbolo de Trinum, la red de muerte y dinero manejada por los hermanos Blair. Tres nombres que en esta ciudad se susurran, nunca se pronuncian. Con ellos, ningún trato es limpio. Ningún trato es gratuito.
Pero no todos piensan arrodillarse. Maider Stone y Edward Tanner tienen cuentas que saldar. Saben que no habrá misericordia. Que la justicia, a veces, camina por los callejones donde la ley no se atreve a entrar.
¿La caída de los Blair será legal? ¿O clandestina, como todo lo que realmente importa en esta ciudad?
—¿Sabes lo que estás haciendo, Maider? —preguntó Tanner, encendiendo un cigarro con manos que temblaban apenas—. No hay regreso si cruzamos esta línea.
Ella le sostuvo la mirada. Firme. Cansada.
—Nunca hubo regreso, Tanner. No desde que ellos pusieron sus marcas en nuestras calles.
Un silencio denso cayó entre los dos. Afuera, la ciudad seguía su curso: autos, bocinas, gritos. Vidas ignorantes de que esa noche alguien más iba a morir.
Quizá muchos.