Renacer en la Oscuridad

Capítulo 31: El eco de los errores

Había una época en que Toni Blair no era un monstruo.

No era un asesino.
No era un nombre maldito.

Era sólo un chico más, con sueños sucios y promesas rotas.
Un muchacho de ojos claros y manos temblorosas, que creía que la familia podía curar cualquier herida.

Pero el mundo, como siempre, tenía otros planes.

Corría el año 2012.
Las calles olían a gasolina y sudor.
Los barrios bajos hervían de violencia, como un caldero a punto de explotar.

Toni, con apenas diecisiete años, ya cargaba un arma en la cintura y cicatrices en el alma.

David le enseñaba a disparar.
Josh, aún pequeño, miraba todo con ojos abiertos, sin entender del todo el infierno al que se aproximaban.

Una tarde cualquiera, mientras hacía una entrega para uno de los contactos de David, Toni se topó con alguien que cambiaría su vida, aunque no lo supiera en ese momento.

Ariel Stone.

El hermano mayor de Maider.

Ariel era distinto a los demás.

Tenía esa chispa salvaje, esa sonrisa torcida, ese desprecio absoluto por las reglas.
Lideraba a un pequeño grupo de chicos que traficaban sustancias para sobrevivir, demasiado jóvenes para ser mafiosos reales, demasiado rotos para ser salvados.

Se conocieron en un bar de mala muerte, en una pelea que estalló por algo tan trivial como una deuda no pagada.

Toni, rápido y violento, acabó con dos tipos de un solo movimiento.

Ariel lo observó desde la sombra.

Y luego sonrió.

Una sonrisa que decía:
"Eres de los nuestros."

Así empezó todo.

Entre cervezas robadas y carreras nocturnas, Toni encontró algo que no sabía que buscaba:
un reflejo roto de sí mismo.

Ariel era un espejo sucio.

Un recordatorio de lo que podría convertirse... o de lo que ya era.

Pero nada bueno dura mucho en el infierno.

Una noche, durante un negocio turbio en el que Toni sólo debía mirar, las cosas salieron horriblemente mal.

Los disparos llovieron como lluvia ácida.

La sangre manchó el suelo.

Toni vio, impotente, cómo Ariel era alcanzado en el pecho.

Un agujero negro, vomitando vida.

Intentó arrastrarlo fuera del callejón, pero era tarde.

Ariel le susurró algo mientras moría, palabras que Toni nunca olvidaría:

—Nunca creas que puedes salir... no existe la salida.

Y luego, el silencio.

Toni, de rodillas en medio del asfalto, sintió que algo se rompía en su interior.

Una grieta.
Pequeña.
Invisible.

Pero mortal.

El "otro" nació esa noche.

Una sombra que se refugió en su mente, alimentándose del miedo, la culpa y la furia.

Pasaron los años.

Toni se endureció.

Sus risas se volvieron más frías.
Sus ojos, más vacíos.

Pero algo siempre quedaba atrapado dentro:

El recuerdo de Ariel.
El fracaso.
La culpa.

Y cuando la vida se volvía insoportable, el "otro" tomaba el control.

Un monstruo que no conocía remordimientos.

Un monstruo que, a veces, ni siquiera recordaba lo que había hecho.

En el presente, sentado en la oscuridad de un refugio olvidado, Toni se abrazaba las rodillas como un niño perdido.

David vigilaba, silencioso, temiendo intervenir.

Josh limpiaba las armas, el tic nervioso en su ojo izquierdo más marcado que nunca.

Ninguno decía nada.

Porque todos sabían que Toni ya no era sólo Toni.

Era dos.

Y el segundo era mucho más peligroso.

En otro rincón de la ciudad, Maider Stone hojeaba un viejo álbum de fotos.

Allí estaba Ariel.

Sonriendo, vivo, inocente.

No sabía que Toni Blair alguna vez había estado al lado de su hermano.

No sabía que en el fondo, esas conexiones invisibles eran las que la estaban arrastrando a este agujero negro.

Maider cerró el álbum con un golpe seco.

La sangre llama a la sangre.

Y ahora entendía que este juego de cazadores y presas era mucho más antiguo, más sucio y más inevitable de lo que jamás había imaginado.

Esa noche, mientras la ciudad dormía, Toni tuvo una pesadilla.

Soñó con Ariel.

Lo veía de pie, sangrando del pecho, sonriendo como un demonio.

—¿Creíste que podrías salvarte, pequeño Toni?

Toni gritó.

Y el "otro" rió.

La caída de Toni Blair no fue un accidente.

Fue una lenta marcha hacia la oscuridad, jalado por los fantasmas del pasado, empujado por la culpa, atrapado en un ciclo interminable de violencia.

Y lo peor de todo...

Es que aún no había tocado fondo.

No.

Lo peor aún estaba por venir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.