Renacer en la Oscuridad

Capítulo 49: La historia de los redimidos

David Blair – Madera nueva

David se levantaba temprano cada día, antes que el sol siquiera rozara los tejados.

Su taller, una pequeña nave de madera y ladrillos, olía a aserrín fresco, barniz y esperanza.

Sus manos, que en otro tiempo solo supieron cargar armas y cerrar puertas a la vida, ahora tallaban figuras, mesas, juguetes para niños.

Cada mueble que creaba era como una plegaria silenciosa:
"Déjame construir algo bueno antes de que acabe mi tiempo en este mundo."

Un día, Maider visitó su taller junto a Edward y sus hijos.

Vieron una cuna tallada a mano, con detalles de flores y estrellas.

—¿Es para alguien especial? —preguntó Maider.

David sonrió tímidamente.

—Es para cualquiera que necesite empezar de nuevo.

Como nosotros.

Josh Blair – Alas nuevas

Josh caminaba nervioso por los pasillos del hospital.
Su uniforme de auxiliar de enfermería aún le quedaba un poco grande, pero su corazón desbordaba.

Se había graduado con honores.

El chico que alguna vez temió a sus hermanos, al mundo, a sí mismo, ahora salvaba vidas en las noches más oscuras.

Maider fue a verlo el día de su primera cirugía como asistente.

Desde una ventana, lo vio moverse rápido, preciso, sin dudar.

Vio a un niño pequeño, enfermo, apretar la mano de Josh con fuerza.

Y vio cómo Josh le devolvía la esperanza sin una sola palabra.

Cuando la cirugía terminó, Josh salió al pasillo, exhausto, y encontró a Maider esperando.

—¿Viste? —le preguntó, su voz temblando.

—Vi todo, Josh —dijo ella, abrazándolo—. Y estoy muy orgullosa de ti.

Toni Blair – Semillas

Toni había abierto un pequeño centro comunitario en la zona más pobre de la ciudad.

No tenía lujos: solo un par de aulas, un campo de fútbol improvisado, y una pared llena de dibujos hechos por niños.

Cada semana, Toni reunía a chicos en riesgo:
jóvenes que, como él en su momento, miraban al mundo con rabia y miedo.

No les daba discursos.

No los juzgaba.

Solo les enseñaba boxeo, carpintería, cocina.
Cosas simples.

Cosas que salvaban.

Una tarde, mientras pintaba un mural con varios de los niños, una pequeña de rizos oscuros le preguntó:

—¿Por qué ayudas a niños malos?

Toni se quedó en silencio, mirando sus propias manos manchadas de pintura.

Y sonriendo, respondió:

—Porque yo también fui uno.
Y alguien creyó que merecía otra oportunidad.

Maider Stone – Hogar

Maider miraba la cena servida sobre la mesa, los platos desordenados, las voces de sus hijos riendo, la mano de Edward acariciando la suya.

Y pensaba en Stephen.

Pensaba en Ariel.

Pensaba en aquellos días en los que había llorado sola, creyendo que el mundo estaba condenado.

Había sido fácil endurecerse.
Difícil había sido mantener la fe.

Y, sin embargo, ahí estaba.

En cada flor que brotaba en su jardín.
En cada carta de los Blair desde prisión.
En cada oración que sus hijos murmuraban antes de dormir.

Maider había sembrado amor en un terreno arrasado por el odio.

Y ahora, años después, podía ver el bosque crecer, fuerte y eterno.

El perdón había hecho su milagro.

Dios había oído cada oración.

Y por fin, el hogar que ella soñó alguna vez, no era solo una casa.

Era todo un mundo.

Un mundo nuevo.

Un mundo redimido.




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