A Dios,
porque sin Su amor y misericordia esta historia no habría nacido. Él es el autor de los nuevos comienzos y la esperanza que nunca muere.
A mis padres, Nancy y Roberto,
por ser mi refugio, mi inspiración y mis primeras alas. Su amor incondicional me enseñó que incluso en los momentos más oscuros siempre hay un camino hacia la luz.
A mis lectores,
ustedes son la razón por la cual mis palabras cobran vida. Gracias por cada página leída, cada emoción compartida y cada lágrima derramada junto a mis personajes.
Gracias por creer en "Renacer en la oscuridad" y permitirme acompañarlos en este viaje de redención y esperanza.
A la vida misma,
por sus caídas, sus cicatrices y sus milagros.
Cada uno de ellos me enseñó a escribir con el alma.
Con cariño eterno,
—Nancy A. Mendoza E.