CAPITULO 1
La clase era aburrida para Matthew Lobato, la clase de Historia no le gustaba, él prefería algo más activo como las matemáticas o física, le gustaban los números pero no era un nerd, era popular pero era un chico centrado, apreciado por los jóvenes de su grupo. Mientras escuchaba la clase miraba por la ventana, la secretaría del director caminaba por la ventana del aula, por curiosidad la siguió con la mirada hasta que la escucho tocar la puerta del aula para entrar. El profesor interrumpió la clase y fue al encuentro con la mujer, esta lo llamo fuera de aula, hablaron por unos segundos, el maestro entro al salón, algo había sucedido su semblante era otro la fatalidad se reflejaba en él.
-Joven Lobato lo llaman de la Dirección, puede salir.
Matthew lo miro desconcertado y salió del aula, en compañía de la secretaría llegaron a la dirección, toco la puerta anunciando su llegada.
-Adelante –se escuchó la voz femenina de la directora, el chico abrió la puerta y entro, la Directora se miraba igual de consternada que su profesor- toma asiento –pidió al alumno, este obedeció- Matthew, no sé cómo decirlo, es algo difícil, -la Mujer guardo silencio unos segundos, Matthew se comenzaba a preocupar, su mirada lo decía- Matthew tus papas sufrieron un accidente, ambos fallecieron.
El Joven de 16 años se levantó de la silla rápidamente.
-¡No es cierto! ¿Dónde están? –preguntaba con los ojos húmedos.
-Están en el hospital Universitario…
Matthew salió sin decir palabra rumbo al hospital.
Entro corriendo al sanatorio resbalando frente a la recepción sin llegar a caer.
-Señorita ¿dónde están mis padres? –pregunto en recepción.
-¿Quiénes son su padres?
-El Sr. Roberto Lobato y su esposa.
La señorita busco en su computadora, al encontrar la información miro al joven y decidió llamar al médico que los había atendido. El joven caminaba de un lado a otro rezando porque todo fuera un mal entendido, pedía a Dios que no fuera verdad, que sus padres estuvieran bien. El medico se acercó a él tomándolo del hombro para detenerlo y poder hablar con él.
-Usted ¿es el joven Matthew Lobato?
-Sí, doctor soy yo, ¿Cómo están mis padres?
-Hijo ¿puedes llamar algún familiar para hablar con él? –dijo amablemente el doctor.
-No doctor, mis familiares no viven en este país. Dígame por favor que pasa, necesito saber –suplicaba al galeno, este lo miro por un momento antes de hablar con él.
-Lo siento mucho, cuando llegaron aquí ya era muy tarde, no pudimos hacer nada por ellos…
-Entonces es cierto, ellos murieron. –Confirmar lo que le habían dicho antes fue doloroso, Matthew se dejó caer de rodillas en el piso llorando desconsolado. –Ahora que voy hacer sin ellos, porque me dejaron y se fueron sin mí. –decía entre sollozos.
Los encargados del hospital contactaron a una amiga de su madre para que llevaran a cabo el funeral. Ese fue el día más triste para Matthew, despedirse tan pronto de sus padres, de esos seres que eran quienes más lo querían. Terminado el funeral llego a su casa vacía, ahora que haría, aún era menor de edad. Eso no le importaba cerró la puerta con un golpe, camino a la recamara de sus padres y se acostó en la cama a seguir llorando por su partida.
La amiga de su madre al ver que el chico no salía ni daba señales de vida decidió ir a verlo, toco el timbre varias veces hasta que le abrió un joven muy pálido, ojeroso y que parecía no haberse bañado por semanas, Ella era una mujer mayor solo podía ayudarle dejándole comida, Matthew la recibía pero no la comía, solo lloraba y dormía. La señora lo veía cada vez más delgado, entonces se quedaba con él hasta que comía, al menos una comida al día daba, dejo se asistir a la escuela, solo quería irse al lado de sus padres, se sentía muy solo, ahora si ya no tenía a nadie con él.
Una tarde tocaron el timbre de su departamento, unas personas del gobierno llegaron para avisarle que su custodia la tenía Sofía Lobato, su tía, miraron por encima del joven para ver una casa oscura y con mal olor, era necesario que alguien lo atendiera. Sofía era el familiar más cercano, su madre era huérfana así que no tenía familiares. Su partida era lo mejor para él.
-Pero ella vive en México –dijo el joven.