Renacer (luz de Medianoche 1)

Nuevos lazos

Capítulo 43:

Nuevos lazos

 

De todas las caras que me observan con determinación la que no esperaba encontrar es la de Karla. La loba permanece en un rincón con los brazos cruzados sobre su pecho, sus brazos ocultan el dibujo que tiene su franelilla color mostaza. Un short negro deja al descubierto sus largas y definidas piernas. Se ve relajada, alejada de los demás, es difícil verla en un rincón y a Romina en el otro extremo de la sala, y que aún ninguna de las dos haya intentado quitarse un pedazo de piel. Sonríe mostrando una formidable dentadura, es irónico como cambian las cosas, cómo los eventos de la vida nos obligan a cambiar. En un principio Romina y Karla no podían permanecer mucho tiempo juntas, es más, me atrevo a decir que la loba nunca pasó la noche en la misma habitación que la vampira, quizás solo cuando Romina estuvo fuera. Y ahora permanecen en la misma habitación sin siquiera insultarse, es impresionante.

Ronald está en el sofá, su brazo por encima de los hombros de Anastasia, que no para de sonreír. En el otro extremo del sofá, se encuentra Dimas, con los brazos apoyados en las rodillas y sus intensos ojos verdes en la vampira. Estos dos tienen una relación algo complicada o, mejor dicho, Romina aún no asume por completo sus sentimientos. Definitivamente tengo que ganar esa apuesta, si gano ella aceptará tener una cita con quien nosotros dispongamos, y ya sabemos quién será el elegido. Solo tengo que ganar, suena tan fácil, pero dudo mucho que la realidad sea así.

Santiago, el vampiro que hace que mis piernas tiemblen con cada beso, se encuentra en medio de Romina y Karla, como una barrera entre dos rivales.

—Solo han cambiado de color —expreso sin darle mucha importancia al verdadero significado que representa el color de mis ojos. Ya sabíamos qué arcángel me había elegido, esto es solo una forma de confirmarlo.

—Yo también dije lo mismo —me apoya Dimas.

Romina lo calcina con la mirada.

—Bueno, queríamos ser los primeros en ver el cambio —dice Ronald.

—Yo fui la primera en verlos. —La arrogancia de Romina hace que Karla voltee los ojos.

Es un poco inquietante que ambas permanezcan en la misma sala, pero al mismo tiempo muy agradable.

—No solo han venido por mis ojos, ¿cierto?

Como siempre, hay miradas de complicidad entre todos, como decidiendo quién dará la noticia. Y como siempre, es Dimas quien toma la iniciativa.

—Geraldine y los demás te están esperando —anuncia Dimas sin darle mucha importancia a la reunión. En cambio, mis demás amigos están tensos al escuchar el nombre de Geraldine.

—¿Y cuál es la razón por la cual ellos parecen no poder respirar? —pregunto directamente a Dimas.

—Bueno, Geraldine pretende tomar decisiones en esa reunión que involucran tu lugar de estancia, nuestro círculo de amistades y las relaciones que no son amistades.

Romina se cruza de brazos al escuchar lo último, y Santiago, bueno, él solo me sostiene la mirada. Para ser muy sincera, esto no me lo esperaba.

—¿Has dicho nuestro? —pregunto al darme cuenta de que no solo me esperan a mí para hablar.

—También estoy invitado a la reunión —dice con una mueca.

—¿Debo preocuparme por lo que ocurra allí?

—No veo por qué. —Se encoje de hombros. Dimas está tranquilo.

—Bien, voy a cambiarme —anuncio y voy a la recámara.

—Te espero —lo escucho decir en voz alta, en medio de unos murmullos que dejo atrás al cerrar la puerta.

No quiero pensar, es más, no quiero salir por esa puerta a enfrentarme a los prejuicios de los demás. No me gusta para nada que intenten tomar las riendas de mi vida. ¿Acaso creen que volví a este mundo para que otros decidieran como debo vivir?, porque en ese caso están equivocados. Existe el libre albedrío, cada uno de nosotros somos dueños de nuestros actos y decisiones ya sean buenas o malas. Los argeles van a tener que aceptar mis decisiones, les gusten o no.

Me cambio de ropa con rapidez, mientras más rápido salgamos de esto mucho mejor. Así mis amigos bajan un poco la tensión que se respira en el ambiente. Dejo la habitación a los pocos minutos, ninguno se ha movido de lugar.

—Estoy lista —anuncio.

 

El lugar para la reunión ha sido la oficina de Geraldine. Un espacio amplio de paredes blancas, sin muchas decoraciones, se siente vacío, aunque ella y yo nos encontramos dentro. Imagino que es por el poco tiempo que ella ocupa este lugar. Un escritorio rectangular en color negro ocupa el centro del lugar, sobre él solo se encuentra lo necesario, en perfecto orden, ni siquiera hay una fotografía.

—Es gratificante saber que perteneces a mi casa —dice después de largos segundos de silencio. Me inquieta que solo seamos ella y yo en esta oficina, Dimas está con los demás en la oficina de Paula.

—Para mí también lo es —admito.

—Como sabrás, no tenemos muchos argeles de la casa de Miguel, por tal razón los arcanos han decidido que lo mejor para ti es que vayas a otra academia donde…




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