Prólogo
Pestañeo, desorientada, todo es muy oscuro.
Respiro profundo, y mis pulmones arden un poco mientras el aire se expande en ellos. Tomo una nueva respiración y sucede lo mismo, entonces me agito y respiro con ferocidad. El aire arde como si fuera fuego lo que estuviera exhalando, pero después de un rato mi cuerpo se adapta al oxígeno, y mi respiración se vuelve tranquila y natural.
Busco algún indicio de dónde me encuentro, pero mi mente está en blanco, no sé dónde estoy, ni siquiera sé mi nombre. Una especie de nudo se traba en mi garganta, es desesperante.
Intento levantarme, pero mi frente se impacta contra algo frío y duro, caigo de nuevo contra el espacio acolchado y sobo la parte donde recibí el golpe. Me obligo a tranquilizarme, no entiendo por qué no recuerdo nada de quién soy, ni cómo llegué a este lugar, sea lo que sea.
Dejo que mis manos exploren a mi alrededor, mi cabeza está reclinada en una especie de almohada pequeña, y un poco más allá hay una especie de tela suave, golpeo y es duro. Suena como madera.
Sigo por los costados, y es igual, no puedo inspeccionar hacia mis pies porque no puedo levantarme. Pero, aun así, los muevo hacia los lados, y es igual, un espacio reducido.
El miedo y la desesperación comienzan a apoderarse de mí. Llevo mis manos con terror hacia el frente donde me golpeé, y es liso y algo frío. Tanteo con temor, y la idea simplemente me aterra, pero, aunque mi mente está en blanco, ya sé dónde estoy.
Me encuentro dentro de un féretro. Golpeo con todas mis fuerzas, pero nada se mueve. Entonces grito, una y otra vez, pero mi voz muere en este cajón de madera.
Estoy bajo tierra.
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Editado: 27.07.2021