Capítulo 22:
Cambiante
No lo había visto desde que fuimos por Ronald. Se encuentra sentado en un rincón de la oficina de Paula. Como si estuviera rezagado del grupo. Está encorvado con la mirada fija en el piso. No hay nada del chico arrogante y seguro que me enfrentó hace días fuera del comedor. En ese momento él me insinuó que yo podría ser un espía de los rebeldes. Desde mi llegada ha pasado de todo un poco. Hay un chico lobo muerto, que hasta hace unas horas me entero de que tenía extraños símbolos en el cuerpo, vástagos del infierno atacaron la academia, Romina salió herida, raptaron a Ronald, y Sandra estuvo muy cerca de perder sus alas. Es muy fácil pensar que la chica desmemoriada es la portavoz de los rebeldes, pero ahora hay un demonio que ha convivido en la academia por mucho tiempo y prácticamente nadie lo sabía.
Él parece perdido en sí mismo. De alguna manera me veo reflejada en él, veo mi propia fragilidad, mi mente atormentada por un pasado incierto. Quizás no seamos tan diferentes.
—Los he reunido a todos aquí porque algunos estuvieron esa noche en que se descubrió la naturaleza de Gabriel, y otros —La mirada verdosa de Paula va directo a Romina— se las arreglaron para saber lo que ocurrió.
Ronald está de espaldas a todos, manteniendo en sus manos una delicada hoja de una de las plantas que tiene Paula en su oficina. Las hadas son amantes de la naturaleza. Él pasa sus dedos sobre la hoja una y otra vez con tanta delicadeza, como si la acariciara con dulzura. Lleva el cabello un poco más largo de lo normal, como si en una noche y un día hubiera crecido de golpe, alborotado y recién lavado. Su delgado cuerpo está vestido de negro, lo lleva con una elegancia única de un ser proveniente de los ángeles. Si las hadas pudieran tener sus alas de nuevo, él sería hermoso. Pero oculta algo, está tan tranquilo y perdido en esa planta que no parece él mismo.
—Esta información debemos manejarla con mucha discreción. Además de nosotros solo lo saben el resto del concejo y la seguridad de la academia. La población estudiantil desconoce la naturaleza de Gabriel, y por ahora es mejor que permanezca de esa manera.
Paula desliza sus hermosos ojos verde oliva sobre todos nosotros. Su cabello colorido está tenso sobre su cabeza, y termina en un elegante moño de rizos.
—No diremos nada —dice Dimas. Sus brazos están cruzados y se encuentra reclinado contra la pared
—Bien. —Ella mueve sus manos un poco nerviosas sobre la mesa. Me parece muy extraño verla de esa forma, como si tuviera algo muy delicado por decir—. Yo ya estaba al tanto de la naturaleza de Gabriel.
—¿Qué? —pregunta Romina en un grito vampírico. Y no es la única consternada con tal revelación.
—¿Cómo es eso posible? —pregunta Anastasia con una mirada furiosa.
El ambiente se vuelve electrizante. Gabriel se encargó de humillar a todos los que para él no eran dignos. Y ahora él está muy por debajo de todos los que se encuentran en esta academia. Las facciones de Anastasia se han endurecido de la ira. Tiene los labios apretados y las manos hechas puño, intentando contenerse. Su respiración está agitada, y por primera vez desde que entré a la habitación Ronald se aleja de la planta. Sus ojos miel observan a su novia con cautela.
Ella no supo desde el primer momento que Gabriel era un demonio, ella no estaba en la cabaña cuando fue herido y su sangre lo delató. Sin embargo, enterarse después no la puso de mal humor, pero que Paula mantuviera el secreto ha sido el detonante.
—Anastasia, necesito que te calmes —dice Paula con serenidad.
—¿Por qué debería? —pregunta Anastasia con palabras atropelladas y casi inentendibles.
El cambio de su cuerpo fue tan rápido que no me dio tiempo de resguardarme, caigo a un lado con torpeza. Romina se ha apartado con un elegante salto. Su mirada está impregnada de sangre, sus manos me toman por debajo de los brazos y me ponen en pie de un solo movimiento. Donde se encontraba Anastasia ahora yace una criatura extraña, su cuerpo no ha cambiado mucho, pero su piel sí. Está completamente cubierta de lo que a simple vista son espirales, pero si te detienes a detallarlo encuentras que es una serpiente de dos cabezas, una en cada extremo, que da giros y giros hasta ser un espiral. Como si hubieran sido tatuados con una tinta dorada sobre su piel canela. Se encuentran por todo su cuerpo, una túnica cubre su cuerpo, pero deja ver las piernas, brazos, espalda y su rostro. Sus ojos verdes tienen un aro dorado, una hermosura terrorífica.
Santiago también ha encontrado un lugar distante en la pequeña oficina, y Dimas le hace compañía. Sin pensarlo todos se han alejado de Anastasia.
Nunca la había visto cambiar de forma, ni siquiera sabía con certeza lo que significa ser un cambiante. Ahora lo entiendo, o por lo menos sé a lo que se refiere.
—Ronald, ¿crees que puedas hacer que abandone su verdadera forma? —pregunta Paula con mucha cautela.
—No creo que yo sea el indicado para eso.
Tiene razón. Desconozco cómo estén las cosas entre ellos después de esta revelación, pero no creo que Anastasia en estos momentos pueda pensar con claridad, y el más mínimo intento por parte de Ronald por hacerla calmarse puede desatar el caos en la oficina. Él también conocía la naturaleza de Gabriel y nunca dijo nada.
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Editado: 27.07.2021