Renacidos: Los ocho reinos

Capítulo 14.

En el Reino Humano...

El viaje no fue muy largo. Al llegar, Eldar bajó primero del carruaje y después ayudó a Eleein a bajar también. El joven desató a Raphael y junto a la muchacha se adentraron en el pueblo por una calle. Mucha gente paró a la joven y le preguntaban que tal había sido el viaje y la ceremonia, pero muchos otro también saludaban al príncipe y lo recibían con reverencias y obsequios, entre ellos comida, ropas, artículos artesanales, joyas, …

Al llegar a la posada Eleein se acercó a la puerta y se dispuso a abrirla, pero antes siquiera de tocar el pomo se giró y se dirigió hacia Eldar.

          - Supongo que esta sí que es la despedida definitiva…  - dijo ella con voz triste y mirando cargo al suelo.

          - No si no queremos que lo sea.

El joven agarró el mentón de la chica y, mirándola fijamente, fijó sus labios a los de ella. Era un beso lento y sube, pero a ella le pareció perfecto. Al separar sus labios ambos sonrieron y se quedaron así durante unos segundos hasta que Eldar se alejó de ella, montó en Raphael y, mirando a la muchacha por última vez antes de marcharse, se alejó cabalgando.

Cuando la joven al fin entró en la cervecería los que allí se encontraban se alegraron de verla y fueron a su encuentro. Todos le preguntaban algo o la felicitaban por poder asistir a la ceremonia, pero ella a penas les prestaba atención, estaba pensando en el beso y, a pesar de haber pasado ya unos minutos desde que ocurrió y de haber atendido a las cuestiones y halagos de los clientes, el calor que habían dejado los labios de Eldar en los suyos y esa sensación en el estómago seguían presentes.

          - ¡Eleein, por fin estás aquí! Estaba empezando a preocuparme - dijo Rufus aliviado -. Pero… ¿De dónde has sacado esas ropas? ¿Y qué le ha pasado al vestido?

          - El Rey Oscuro nos atacó en plena ceremonia. Todo ha acabado destrozado y la boda no se ha podido celebrar. Por suerte a mí no me ha pasado nada, tan solo unos rasguños, lo peor ha sido para el vestido. Te dije que no debería de ponérmelo, mira ahora cómo ha acabado.

Rufus la miró atónito durante unos segundos, pero pronto volvió a su expresión habitual.

          - No importa el vestido, se puede lavar y volver a coser, lo importante es que tú estés bien.

          - Yo estoy perfectamente, no te preocupes, Eldar me ha ayudado.

          - ¿Dónde está él? ¿También está bien?

          - Se acaba de ir, me ha acompañado hasta la puerta. Y sí, está bien, tan solo un corte en el brazo.

Rufus sentó a Eleein en una mesa vacía y le trajo un vaso de agua y un poco de carne y sopa.

          - Come, ya después hablaremos - le dijo el enano.

 

Después de unas horas se fueron ya todas las personas del negocio y se quedaron solos Rufus y Eleein. Este se sentó enfrente de ella en una pequeña mesa cerca de la barra con una taza de vino y miró a la joven.

          - Bueno, ahora cuéntame todo lo que pasó - le dijo el enano.

          - Estábamos en medio de la ceremonia y él apareció por la puerta, entonces un montón de cuervos bajaron volando y nos atacaron. Yo cogí mi daga e intenté apuñalarle pero me agarró y…

          - ¡¿Intentaste apuñalarle?! - gritó Rufus.

          - Si… pero al final se fue y también los pájaros.

          - ¿Y dónde has dormido esta noche?

          - En una habitación del palacio - Eleein se sonrojó al recordar con quien había dormido esa noche y como había despertado.

          - ¿Sola? - preguntó Rufus con una sonrisa pícara al darse cuenta del rubor de las mejillas de la muchacha.

          - ¿Qué clase de pregunta es esa? - dijo ella aún más avergonzada.

          - Respóndeme, y no me mientas - esta vez el hombrecillo tenía una ceja arqueada.

          - No… No dormí sola… - ella bajó la cabeza.

          - ¿Eldar?

          - ...

          - ¿Eso es un sí?

          - Sí…

          - ¿Solo habéis dormido? - esta vez el enano lo dijo más en serio.

          - ¿Sí, que íbamos a hacer si no…? Oh - ella se quedó sorprendida ante la indirecta del enano - ¡No! ¡Nada de eso! Solo dormir.

          - Bien. Bueno, se está haciendo de noche, deberías descansar. Dame el vestido, me lo llevaré a que lo arreglen, y no te preocupes por la cervecería, ya la cierro yo.

          - Gracias por todo Rufus, eres el mejor.

          - No hay de qué - dijo él sonriendo.

Eleein le dio un beso en la mejilla y subió rápidamente las escaleras hacia la planta superior. Al llegar a la habitación, se echó en la cama y recordó todo lo que había pasado ese día y el anterior hasta que se quedó completamente dormida.



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En el texto hay: fantasia, amor, aventuras

Editado: 07.01.2020

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