Renacidos: Los ocho reinos

Capítulo 15.

De nuevo en el palacio del Reino Oscuro...

Jack no podía creer lo que estaba a punto de ocurrir hasta que sus labios y los de Luciana se juntaron. Al principio ninguno de los dos sabía como reaccionar, era el primer beso para ambos, pero al poco sus bocas comenzaron a moverse al mismo tiempo. "- No puedo hacer esto. - Pensó Jack poco después - Ella es la hija de mi amo, lo que estamos haciendo no... No está bien". Estaba disfrutando de aquel momento más de lo que nunca se imaginó, pero tenía un remordimiento en lo profundo de su mente que no le dejó saborear los labios de la chica por mucho tiempo. Se separó de ella bruscamente y se levantó de la cama para después dirigirse a la puerta.

Luciana quedó completamente sorprendida. Se habían besado, y le gustó, mucho de hecho, pero él... Creía que Jack no estaba interesado en ella en absoluto.

          - Luciana... Lo siento. Esto no debería de haber ocurrido - dijo el enano con la voz rota.

Ella ni si quiera tuvo la fuerza para contestar. Estaba al borde del llanto y, en cuanto Jack salió de la habitación sin decir nada más, enormes lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Estaba destrozada, no sabía porqué, pero lo estaba. Algo le oprimía el pecho de una manera que no comprendía y lo odiaba, dolía más que cualquier cosa que hubiera experimentado nunca.

 

En el Reino Humano...

Cuando Eleein se despertó a la mañana siguiente se dio cuenta de que la noche anterior no se había quitado la ropa y el vestido se había quedado muy arrugado. Se lo quitó, lo estiró encima de la cama y de una silla cercana cogió una falda larga y una blusa y se la vistió. Bajó las escaleras hasta la cervecería y, con una manzana aún en la boca, abrió la puerta y preparó todo para cuando llegaran los clientes.

El primero fue Auguste, un hombre regordete y alto con una larga barba blanca y riza. Este se sentó en la barra y se dirigió a la chica.

          - Buenos días jovencita. Ponme una jarra bien grande de cerveza.

          - Marchando - dijo ella con una gran sonrisa en la cara.

Rápidamente llenó una de las jarras y se la entregó al hombre. En ese momento una mujer poco mayor que ella entró por la puerta. Era alta y muy delgada, de piel clara y pelo liso y pelirrojo. Llevaba una blusa semitransparente violeta con una especie de camiseta ajustada al cuerpo blanca y sin mangas por debajo. También vestía un pantalón largo y flojo de color verde con tres cintas en cada pierna ajustadas a esta. La mujer se acercó a ella y entonces Eleein pudo ver que dos brazaletes brillaban en sus brazos y de su cuello colgaba un medallón con un símbolo propio de uno de los Ocho Reinos, en concreto el Reino Acuático. "Una sirena" se dijo Eleein a pesar de que tenía dos largas y delgadas piernas. Las sirenas realmente sí que tienen cola de pez, pero poseen un alga mágica que les permite tener piernas durante como aproximadamente un día y poder caminar en tierra firme.

          - Buenos días - dijo la mujer alegre -. Mi nombre es Winnie y vengo de Buble ¿Usted es Eleein Bower?

          - Sí, y … ¿Cómo es que sabe mi nombre? - preguntó Eleein asombrada.

          - He oído hablar de usted, por su hazaña ayer en Calendra. ¿Podría hablar con usted en privado un momento? Es importante.

          - Eh, claro. Discúlpeme un momento Auguste.

          - No pasa nada, mujer - dijo el hombre con una sonrisa.

Las dos muchachas se apartaron de la barra y se dirigieron a uno de las mesas del fondo del local para poder hablar tranquilamente.

          - Bien, ¿de qué quería hablarme? - Eleein inició la conversación.

          - Tú y Eldar, ¿os conocéis verdad?

          - Sí ¿Le ha pasado algo?

          - No, en absoluto. Me han comentado de que los dos os habéis enfrentado juntos al Rey Oscuro y por su cara parece que no me estoy equivocando. Bien, he venido aquí para llevarte conmigo, pero sin que nadie se entere, ni siquiera tus familiares o amigos más cercanos - esto último Winnie lo dijo susurrando.

          - ¿Llevarme con usted? ¿A dónde? - preguntó Eleein sorprendida.

          - Baje la voz, por favor. He hablado con Eldar, somos viejos amigos. Reuniremos a un ser de cada Reino para enfrentarnos al Rey Oscuro y derrotarlo por fin, pero nadie puede enterarse. De momento solo somos Eldar, yo, un brujo llamado Shawn y un hada llamada Yaira. Aún nos falta un ser oscuro, un ogro, un enano y un humano, pero esperamos que tú también te unas a nosotros. Él me ha hablado muy bien de ti, de tu valentía y de tus hazañas en la lucha, y ambos creemos que serías la mejor humana con la que podríamos contar.

          - Yo… yo no sé qué decir, ni siquiera sé si seré capaz de hacerlo - dijo la joven confusa.

          - Piénsalo. Volveré mañana a primera hora y me dirás tu respuesta.

Entonces Winnie se levantó de su silla y con paso ligero se dirigió a la puerta y se fue.

 

Al acabar el día Eleein estaba más cansada que de costumbre. Había estado la mayor parte del tiempo pensando en la propuesta de la sirena, pero seguía sin saber qué respuesta darle. Aquella tarea era muy arriesgada y podría tener consecuencias fatales, pero por otro lado le gustaba de idea de salir del Reino humano, de salvar al mundo y poder vengar la memoria de sus padres.

          - ¿Pasa algo? Pareces distraída - interrumpió sus pensamientos Rufus.

          - No, todo bien. Tan solo estoy un poco cansada, iré a dormir.

A pesar de su cansancio, Eleein pasó la noche en vela, pensando en los riesgos que podría correr si les decía que sí a Winnie, pero si no hacía nada el Rey Oscuro podría destruir los Ocho Reinos y hacerse con el poder del mundo. Las ganas de ver a Eldar y de salvar a su gente y la del resto de los Reinos hacían que la joven se inclinara por ir, pero el miedo a morir y dejar a Rufus con todo el negocio y la culpa de no poder protegerla como le había prometido a sus padres la frenaba.



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En el texto hay: fantasia, amor, aventuras

Editado: 07.01.2020

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