Renacidos: Los ocho reinos

Capítulo 20.

En el despacho real del palacio de Landeler...

La reina Iris entró en el despacho donde se encontraba su marido y esta la miró sorprendido. Ella avanzó y se sentó en al otro lado del escritorio, justo en frete que Adanedhel.

          - ¿A que se debe esta grata visita? - dijo él con una sonrisa.

          - Sé que estás muy ocupado, pero tengo que decirte algo importante.

          - Pareces preocupada - se percató, ya que su cara lo reflejaba.

Iris colocó sus manos encima de la de él y este envolvió la suya en las de ella.

          - ¿Qué es lo que ocurre?

          -  Eleein... - habló por fin la reina - Es la hija de Olivia.

          - ¿Olivia? De que estás hablando - dijo Adanedhel confundido.

          - Olivia Stark.

La cara de el Rey se puso del color del papel en el que estaba escribiendo y sus ojos se abrieron cómo platos.

 

En el campo de entrenamiento...

El sol era tan fuerte esa tarde que Eleein tuvo que cerrar los ojos al salir al exterior. En medio del campo Eldar estaba agachado recogiendo una flecha que se había caído. El ruido que hacía la armadura al moverse alertó al elfo de la presencia de la joven y se levantó para después girar su cabeza en dirección a ella. Se quedó unos segundos mirándola ya que le sorprendió su aspecto con armadura, y eso le encantaba.

          - ¿Por dónde empezamos? - preguntó la muchacha incómoda por la forma en que él la estaba mirando.

          - Eh... Sí. Empezaremos por comprobar tu puntería - dijo el elfo con una sonrisa - ¿Alguna vez has practicado tiro con arco?

          - No.

          - Bien, pues esta es tu primera clase. Colócate aquí - señaló un punto a unos cinco metros justo en frente de una de las dianas y le entregó un arco y una flecha.

          - ¿Como se usa esto? - dijo ella refiriéndose al arco.

Él no se esforzó por contener una carcajada y se acercó a la chica. Colocó su mano izquierda en la de ella y la estiró agarrando el arco y con la otra la ayudó a colocar la flecha en este. Eleein no podía concentrarse en absoluto. El contacto de las manos del joven en las de ella y sus cuerpos pegados, a pesar de estar divididos por unas gruesas armaduras, hacía que su mente divagara y los recuerdos de la última noche que pasaran juntos volvieron a su cabeza.  Él tampoco pasó por alto el hecho de estar tan pegado al cuerpo de ella. Todo lo que habían experimentado juntos salió a flote dentro de ambos y, aún que Eleein no quería admitirlo, los dos desearon que aquello volviera a ocurrir. Se miraron a los ojos fijamente durante unos segundos, pero ella apartó la mirada sonrojada al no poder sacar de la cabeza el sabor de sus labios.

          - Estira los brazos y colócate recta - siguió el incómodo para rellenar el silencio que los había envuelto -. Separa un poco las piernas y céntrate en tu objetivo - se separó de la chica -. Cuando estés totalmente segura tensa la cuerda y suelta la flecha.

Eleein así lo hizo. Se colocó como el elfo le había dicho y se preparó para lanzar, pero cuando estaba a punto de hacerlo Eldar la interrumpió.

          - Espalda y flecha rectas.

Ella se re-colocó y él le sonrió en señal de aprobación. Esta realizó el tiro y la saeta dio justo en el centro de la diana. La muchacha no se lo podía creer. Era su primer tiro y lo había conseguido, realmente lo había hecho. Empezó a dar saltos por la emoción y Eldar se rió alegre por ella.

          - Suerte del principiante - dijo una voz familiar.

Winnie estaba de pie a unos metros de ellos con una sonrisa en la cara. Se acercó lentamente a Eleein y esta le tendió el arco después de que la sirena le hiciera un gesto para que se lo prestara. Agarró una de las flechas que se encontraba el un  carcaj cercano y la colocó en el arma. En menos de lo que los ojos de la humana pudieron captar esta se colocó y soltó el largo objeto que voló hasta el centro de la diana y atravesó la que ya estaba clavada.

          - Guau - soltó Eleein casi sin palabras. Su boca estaba ligeramente abierta y sus ojos enormes mirando lo que Winnie había hecho.

          - No ha sido tanta cosa - dijo Eldar para que la muchacha no se sintiera mal, aún que sinceramente él también estaba sorprendido -, creo que tu lo has hecho mucho mejor que ella para ser la primera vez, Eleein. 

          - Tiene razón - añadió Winnie -, tengo muchísimos años de experiencia, y la primera vez ni de lejos hice lo que tú. Eres buena, ten eso en cuenta.

          - Gracias - dijo ella tímida.

          - Creo que deberíais seguir practicando. Tienes potencial, pero necesitas mucho entrenamiento aún. Os dejo solos, solo pasaba para vez cómo iba.

Igual que llegó la sirena se fue y Eleein se quedó extrañada. Era una chica muy peculiar, pero al parecer buena en lo que se refería a combate e inteligente. Su cabello rojizo se vio por última vez antes de que cruzara las puertas del palacio hacia el interior y desapareciera de sus vistas. Como si Eldar le estuviera leyendo la mente se acercó a a ella y le sonrió.

          - Ella siempre fue así. Es reservada con sus sentimientos y no le gusta mucho la gente nueva, desconfía de los desconocidos, pero la verdad es que tiene razones para ello... Su pasado la hizo ser como es ahora.

          - ¿Que fue lo que le ocurrió? - preguntó la chica curiosa.

          - Eso es mejor que lo responda ella. No quiero entrometerme en su vida ni contar su pasado cuando ella no está cómoda.

          - Sí, claro... Lo lamento.

          - No te preocupes.

Durante un par de horas estuvieron practicando con el arco. El elfo ponía obstáculos y blancos cada vez más complejos para perfeccionar la técnica de la principiantes, y parecía que poco a poco lo estaba consiguiendo. Las pequeñas manos de ella al principio eran más rígidas al no estar acostumbradas, pero a medida que iban realizando las prácticas estas se soltaban.



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En el texto hay: fantasia, amor, aventuras

Editado: 07.01.2020

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