Renacidos: Los ocho reinos

Capítulo 26.

En el palacio de Windark...

 

En cuanto entraron en el castillo un gélido frío los envolvió e hizo que casi todos temblaran. El lúgubre recibidor olía a rancio, como si nadie hubiera entrado en años, y el suelo totalmente desnudo estaba cubierto por una fina capa de polvo. Unas pocas antorchas apenas iluminaban la estancia, por lo que no les costó mucho ocultarse y poder avanzar a través de los pasillos desiertos.

Subieron unas escaleras desgastadas hasta otro pasillo de la planta superior. Este tenía grandes ventanales opacos por los que, aún con dificultad, podía pasar la luz. Tres puertas de madera oscura adornaban la pared opuesta separadas por la misma distancia.

Antes de que cualquiera de ellos pudiera reaccionar la última puerta se abrió de golpe y una figura salió de ella. Todos sacaron sus armas y se prepararon para defenderse pero, justo cuando Winnie se preparó para hacer el primer movimiento, Anna la detuvo.

          - ¡Espera! No ataques.

          - ¿¡Que...!?

El tiempo se detuvo para Anna y una lágrima resbaló por su mejilla al reconocer a la persona que acababa de salir del cuarto.

          - Jack... Hermano.

          - ¿Anna? - dijo el enano atónito.

No se movió hasta que su hermana corrió hacia él y le brindó un fuerte abrazo. El chico la rodeó con los brazos y empezó a llorar.

          - ¿Qué haces aquí? - preguntó él al fin cuando se separaron.

          - Hemos venido a rescatarte y enfrentarnos a Ávader.

          - Esa no es una buena idea. Él está furioso, es muy bueno luchando y...

Anna lo interrumpió antes de poder acabar la oración.

          - No te preocupes, podemos con él. Además, tengo al mejor equipo conmigo.

Jack sonrió débilmente y volvió a abrazar a si hermana.

          - Te he echado de menos.

          - Y yo a ti - dijo Anna en apenas un susurro.

          - Siento estropear el momento - interrumpió Yaira -, pero alguien se acerca.

Pasos apurados se escuchaban cada vez más cerca y todo el mundo se puso tenso.

          - Venid - dijo Jack -, escondeos aquí.

Él abrió la misma puerta por la que había salido e indicó que entraran al cuarto. No lo dudaron ni un segundo y en un momento estaban todos en el interior de la estancia. Jack cerró la puerta a su espalda y apartó la cortina de una pequeña ventana para que la luz pudiera entrar. En aquella pequeña habitación tan solo había una cama no muy grande y una mesita de noche en la cual descansaba una vela aún humeante, lo que indicaba que la habían apagado hace poco.

La tensión que había en el ambiente se podía cortar con un cuchilla. Todos estaban esperando ansiosos a que la persona que había al otro lado de la pared se alejara, pero aquello no ocurrió, todo lo contrario, sus pasos se acercaron aún más. De repente el silencio lo inundó todo. Casi no se podían escuchar las respiraciones de los que allí estaban hasta que dos golpes en la puerta sorprendieron a todos.

          - Jack, ¿Podemos hablar? - escucharon por fin aquella dulce voz la cual pertenecía a una mujer.

          - Luciana... - susurró el enano un poco nervioso.

Otra vez el silencio volvió a reinar a su alrededor.

          - Lo siento... - volvió a hablar la chica que estaba en el pasillo - No debí hacer lo que hice. Yo...

Jack no aguantaba más y abrió la puerta. Justo enfrente se encontraba a Luciana con los ojos rojos y las mejillas rosadas, lo que indicaba que había estado llorando recientemente. Ella echó una mirada al interior del cuarto y sus ojos se abrieron como platos.

          - ¿Quién... Quién es toda esta gente?

          - Digamos que... Unos amigos.

          - ¿Sabe todo esto papá?

          - No, y por favor, no digas nada a nadie.

Eldar dio un paso al frente y se colocó al lado de Jack estudiando la cara de la chica.

          - Luciana, cuánto tiempo.

La chica se sorprendió y frunció el ceño.

          - Soy yo, Eldar. ¿Me recuerdas?

El nombre del elfo le hacía cosquillas en la memoria y pronto se dio cuenta de quién era. Avanzó un paso y lo acercó para darle un fuerte abrazo. 
Tanto Eleein como Jack sintieron una punzada de celos en el pecho y ambos intentaron disimularlo. Ella notó una mano en su hombro y giró la cabeza. Shawn le dedicó una sonrisa de disculpa y ella se la devolvió para después agachar la cabeza.

 

· Nota de la autora:

El siguiente capítulo por fin se enfrentan verdaderamente a Ávader. Allí ocurren varias cosas inesperadas y se descubren secretos ocultos durante años.

Espero que os guste y recordad darle a me gusta en este libro y seguirme.

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En el texto hay: fantasia, amor, aventuras

Editado: 07.01.2020

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