En el castillo del Reino Oscuro...
- ¿Sabes dónde está tu padre? - preguntó Eldar a Luciana.
- Sí, seguidme.
- Espera - La detuvo Winnie - ¿Estáis seguros de que es buena idea que venga con nosotros?
- Sí - dijo Eldar.
Todos siguieron a la chica por los confusos pasillos hasta que llegaron a una enorme puerta situada en la planta baja. Ella asintió para sfirmar que era en el interior de la sala dónde estaba Ávader. No dudaron ni un segundo antes de abrir la puerta con fuerza y entrar todos juntos.
- Os estaba esperando - Ávader se giró para quedar de frente a ellos. En su cara había una sonrisa malvada que a todos ellos les irritó -. Ya me empezaba a preocupar el hecho de que os hubierais acobardado y dierais media vuelta de regreso a vuestros respectivos reinos.
- Eso jamás - dijo el vampiro.
- Logan... Eres un traidor. Tu familia me había apoyado en la batalla y ahora resulta que tú intentas matarme. Que irónico.
- Fue mi familia la que te ayudó, no yo. No nos metas a todos en el mismo saco.
- Eso díselo al Antiguo Rey. Él desterró a todos los vampiros aún sabiendo que algunos no estaban de mi lado.
- ¡Cállate! - gritó Winnie.
- Si fuera tú no me atrevería a abrir la boca, Winnie.
- ¿Cómo...?
- ¿Qué cómo sé tú nombre? - Su boca se transformó otra vez en una gélida sonrisa - Sé todo sobre vosotros.
Este entornó la vista hasta una persona del grupo y se aproximó lentamente. Ella dio un paso hacia atrás cuando estaba más cerca de lo necesario.
- Aléjate de mí - Le advirtió la humana alzando su espada.
- Oh, cuánto tiempo sin verte, Eleein. Cada vez te pareces más a tu madre – dijo Ávader.
- ¿Qué...?¿De qué conoces a mi madre? ¡No tienes ningún derecho a nombrarla!
-Tengo tanto derecho cómo tú ¿Es que tu mami no te lo contó? – sonrió con malicia el hombre.
- ¿A qué te refieres? ¿Qué es lo que debería de haberme dicho?
- ¡No la escuches! - gritó Eldar para advertirle, pero antes de que pudiera decir algo más Ávader depositó su mirada asesina sobre él.
- Soy el ex-esposo de tu madre y el padre de tu hermana, querida Eleein - dijo el Rey, y todos se quedaron sorprendidos ante la repentina revelación del malvado.
- ¡Mientes! – gritó Eleein enfadada y con lágrimas pinchándole en las esquinas de sus ojos – Mi madre jamás se casaría con un hombre cómo tú.
- Te equivocas. Puede que no conocieras a tu madre lo suficiente. Te mintió y te ocultó quién era mientras estuvo viva.
- Tú la mataste, ¿verdad? ¡Contéstame!
- Ella no me dio elección. Yo la amaba más que a nada en el mundo, pero cuando Luciana nació nos abandonó ¡Abandonó a su propia hija y a su esposo!
- Me niego a creerte. Ella no sería capaz de hacer algo así – contestó la chica a la que le acababa de caer una lágrima por la mejilla.
- Eso es lo que ella te hizo creer, pero lo que te estoy diciendo es la verdad.
- ¡Padre¡ - gritó Luciana mientras daba unos pasos hacia él – Dijiste que madre había muerto cuando nací y nunca mencionaste que tuviera ninguna hermana. ¡Tú también me has mentido durante todos estos años! Nunca me has dejado salir de este castillo ni hablar con nadie que no fueras tú o Jack porque decías que era peligroso, pero aquí el único peligro que vivía eras tú ¿Cómo pudiste? Creía que me querías.
Esta también comenzó a llorar y su padre puso cara de disculpa.
- Hija mía, claro que te quiero, eres lo único que me importa en este mundo, pero quería protegerte.
- No, claro que no me quieres, tu sólo te quieres a ti mismo, y no necesito que un monstruo cómo tú me proteja.
- ¿Monstruo? – dijo Ávader sorprendido y a la vez traicionado.
Este soltó la muñeca de la chica y se dirigió a donde estaba su hija. Ella dio un paso atrás cuando estuvo lo suficientemente cerca como para tocarla y el resto se puso a la defensiva.
- ¡Es que no te das cuenta! - frunció el ceño - Toda la vida me he estado esforzando para construir un mundo mejor para ti.
- ¡Mientes! – gritó Luciana – Has mentido siempre. Tú no quieres gobernar los Ocho Reinos para que yo tenga un mundo mejor, quieres hacerlo para tener un mundo mejor para ti.
Mientras Luciana dijo esto Eldar se acercó furtivamente al Rey Oscuro por la espalda y alzó su espada en dirección a él, pero un pequeño ruido de su armadura lo delató y Ávader se dio cuenta de su presencia. Este se giró repentinamente, dio una patada al elfo y le quitó la espada de la mano después de retorcer su brazo. Todos corrieron en su ayuda, pero ya era demasiado tarde, el malvado clavó la espada en el vientre del joven y acto seguido la sacó. Un gran río de sangre salió de la herida mientras Eldar caía de espaldas al frío piso.
- ¡Eldar! – gritó a todo pulmón Eleein y sin esperar ni un segundo más corrió a donde este estaba.
Se arrodilló junto a él y, sin importarle la sangre que había, agarró su cara. Innumerables lágrimas salieron de sus ojos y las palabras se le ahogaban en la garganta. El elfo la miró y una débil sonrisa apareció en sus labios.
- Te amo Eleein… Cuida bien de nuestro bebé.
Ella se sorprendió por lo último, al igual que los demás, y Eldar estiró lentamente el brazo hacia el vientre de ella pero, antes de que sus dedos pudieran rozar tan si quiera la armadura de la joven, esta se desplomó y sus ojos se cerraron.
- ¡Eldar! ¡Eldar! No, por favor… Eldar – dijo ella entre llantos y lágrimas.
Ella notó una mano cálida en su hombro. Era Winnie, la cual también tenía un par de lágrimas en las mejillas y los ojos llorosos.