Renacidos: Los ocho reinos

Capítulo 28.

En algún bosque del Reino Oscuro...

 

La luz de las llamas hacían que los rasgos de la cara se marcaran más de lo normal a Eleein, la cual estaba sentada enfrente de la hoguera mirando fijamente el baile de luces que hacía. Notó que alguien se sentaba a su lado y un sonó un pequeño tintineo, pero no movió la vista.

          - ¿Qué tal estás? – preguntó Yaira preocupada.

          - No lo sé. Siento tantas emociones juntas que es difícil de definir.

          - Es comprensible.

          - Dime que todo lo que está ocurriendo es mentira. Dime que Eldar no está muerto, que estamos todos felices y contentos, dime que Winnie está recuperada del todo, que no nos encontramos en un bosque totalmente desconocido por lo que probablemente estemos rodeados de seres que podrían matarnos y que Ávader está muerto. Dime que todo esto es tan solo un sueño.

          - Me encantaría hacerlo, pero no puedo mentirte.

Una lágrima descendió por su rostro y entró en la herida de la mejilla provocándole un ligero escozor.

          - Siento mucho lo de Eldar – Yaira le puso la mano en el hombro a la muchacha –, todos lo sentimos.

          - Lo sé. Gracias.

          - ¿A qué se refería él con “Cuida de nuestro bebé”? ¿A caso estás… embarazada?

          - Puede que sí… No-no lo sé ¿Crees que lo estoy?

          - Los elfos tienen esa capacidad, así que… Si él lo sintió… Creo que sí.

Eleein se llevó la mano a la barriga y palpó un poco. Más lágrimas empezó a derramar, en parte de felicidad por el hecho de estar embarazada y por otro lado de tristeza ya que todos los recuerdos felices con su amado pasaron por su mente en ese instante. Yaira alargó sus brazos y abrazó fuerte a su amiga durante unos minutos hasta que se calmó.

          - Deberías descansar, mañana nos espera un largo viaje y ahora más que nunca lo necesitas.

          - Tienes razón. 

Ambas se levantaron y se fueron a dormir, aún que a Eleein le costó más de lo que pensaba.

 

          - ¡Eleein! - gritó una voz detrás de ella.

La joven se encontraba en un enorme prado inundado de flores multicolores, en el medio de la nada. Llevaba puesto un camisón de algodón largo y blanco como la leche, y sus pies estaban totalmente descalzos, lo que provocaba que al andar estos rozaran con la hierva y un sutil cosquilleo ascendiera por sus piernas. Además sus suaves tirabuzones castaños caían como una cascada sobre sus hombros y rozaban con la piel desnuda de su cuello. Algo diferente había en ella, aparte del cambio de vestuario y su melena suelta: Una prominente barriga.

          - ¡Eleein, detrás tuya! - volvió a gritar.

La chica se giró y vio que a unos metros estaba Eldar. Una enorme sonrisa adornaba su rostro y parecía que sus ojos brillaban más de lo que habían brillado nunca. También iba descalzo y vestido completamente de blanco pero, a diferencia de Eleein, este tenía puesto una blusa y pantalón holgados.

El pecho de la chica se llenó de felicidad en cuanto lo vio y no dudó en correr a su encuentro. Lo abrazó y una lágrima de nostalgia salió de sus ojos.

          - Te extrañaba - Dijo ella.

          - Y yo a ti, mi amor - Él se separó ligeramente de la chica y miró hacia abajo. Su mano abandonó la espalda de Eleein para posarse en su vientre.

          - Nuestro pequeño... - Dijo Eldar. Ella colocó su mano encima de la del elfo y acarició su piel con el pulgar. - Serás una madre excelente.

          - ¿Entonces es cierto? ¿Estoy embarazada? - Él asintió y se separó de ella lentamente.

          - Tengo que irme - su cara se ensombreció.

          - ¿Qué? ¿A dónde? Pero si acabamos de encontrarnos.

          - Lo siento, de verdad - una luz cegadora comenzó a aparecer a su alrededor.

          - ¡Eldar, espera! - empezó a gritar la joven.

          - Recuerda siempre, Eleein: Aún que tú no me puedas ver estaré a tu lado, siempre - Lentamente su voz se fue apagando a medida que la luz lo envolvía y, en menos de lo que se tarda en pestañear, aquella luz desapareció al igual que el elfo.

          - ¡Eldar! ¡Eldar!

 

Eleein notó una mano fría en su hombro y se despertó asustada.

          - Tranquila – era Logan –, soy yo. Es hora de marcharnos.

Ella asintió y se incorporó. Casi todo estaba ya recogido y el sol estaba llegando a lo alto del cielo.

          - Es muy tarde, tendríais que haberme despertado antes.

          - Necesitabas descansar – habló Luciana por primera vez desde que estaban ellos solos y se quedaron todos sorprendidos.

          - Vale, pero démonos prisa.

Ella recogió sus cosas y cada uno se dirigió a su caballo.

          - ¿Puedo ir contigo? – le preguntó Luciana que estaba a sus espaldas.

Esta se giró y la miró.

          - Winnie ya está recuperada e irá en su caballo – siguió la chica –, y Jack irá en el de Eldar…

          - Claro – dijo Eleein sin dejarla acabar –, me encantaría que vinieras conmigo.

Amabas sonrieron y montaron en el caballo. Cuando todos estuvieron listos emprendieron el viaje de vuelta.

          - Nos dirigimos al Reino Élfico, ¿no? – preguntó Rigor.

          - Sí – contestó Winnie.

Hubo un buen rato de silencio después de eso hasta que Luciana empezó a hablarle a Eleein.

          - ¿Sabes? Se siente raro saber que tienes una hermana después de tantos años pensando que eres hija única.

          - Sí, yo también lo creo.

          - Hermanastra - interrumpió Shawn –, tenéis la misma madre, pero no el mismo padre.

          - Por suerte para Eleein – dijo Luciana.

          - Siento que tuvieras que pasar por todo esto durante tantos años. No me puedo ni imaginar cómo se siente vivir encerrada y sin tener contacto con casi nadie.



#18798 en Fantasía
#39534 en Novela romántica

En el texto hay: fantasia, amor, aventuras

Editado: 07.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.