Esa noche en el Reino Élfico...
Eleein deambulaba sin rumbo por el gran jardín del castillo cuando alguien se paró detrás de ella. La Reina Iris estaba de pie y con los ojos rojos e hinchados, los cuales daban a entender que había estado llorando recientemente.
- Majestad, ¿se encuentra mejor? - preguntó la chica.
- Sí, tan solo quería darte las gracias.
- ¿A mí? No he hecho nada para merecerlas.
- Pues claro que lo has hecho. Winnie me ha contado todo lo que ha ocurrido en el viaje. Al principio no confiaba en ti y creía que te estabas aprovechando de mi hijo, pero ahora que sé todo... No debí de desconfiar de ti desde el principio.
- ¿Era por mi madre, verdad?
- ¿A qué te refieres?
- Sospechabas que me estaba aprovechando de su hijo por lo que hizo mi madre, ¿no es así?
- Sí, y realmente lo siento. Pero, ¿cómo es que lo sabes?
- Ávader me lo contó.
- Sea lo que sea que te halla contado ese bastardo dudo que fuera toda la verdad.
- Dijo que él y mi madre habían estado casados y después de nacer mi hermana ella les abandonó. Y que él fue el que mató a mis padres.
- Tu madre no abandonó a tú hermana, solo quería marcharse del lado de Ávader, pero tubo que dejar a Luciana con él, no le quedó elección.
- Todo el mundo tiene elección.
- Sí, pero eso era lo que tubo que hacer para protegerla. Sabía que si se la llevaba con ella Ávader las buscaría sin cesar hasta encontrarlas, y entonces las mataría a las dos. Si la dejaba con su padre y huía él cuidaría de Luciana, aunque intentara asesinarla a ella igualmente.
- ¿Cómo estaba tan segura de que cuidaría a Luciana?
- Porque, a pesar de ser malvado, él amaba a tu madre realmente, y su hija sería lo último que le quedaría de ella. Después de eso Olivia volvió al reino humano como una Renacida y allí conoció a tu padre. Ellos eran realmente felices, y más después de tenerte a ti pero, cuando Ávader volvió a atacar, esta vez no pudieron salvarse. Te dejaron con Rufus antes de que ocurriera.
- ¿Cómo sabes todo esto? - un largo silencio se apoderó del jardín hasta que la Reina volvió a hablar.
- Yo y tu madre... Fuimos amantes - Los ojos de Eleein se abrieron como platos ante aquella confesión -. Ocurrió poco antes de que ambas nos casáramos. Yo amaba a tu madre, pero ella al parecer no sentía lo mismo por mí. Después de conocer a Ávader me confesó que había desarrollado sentimientos por él. Al principio ese bastardo era apuesto y a primera vista buena persona, pero a mí nunca me dio buena espina. Luego tu madre y él se casaron y poco después yo con Adanedhel, aunque el nuestro fue un matrimonio arreglado, nunca le amé, pero con el paso del tiempo acabamos por convertirnos en grandes amigos.
- ¿Seguías enamorada de mi madre cuando te casaste? - preguntó la joven con curiosidad.
- Sí, y creo que nunca he dejado de amarla. Cuando me enteré de su muerte quedé devastada - Hizo una pausa -. Desconfié de ti porque no quería que a mi hijo le ocurriera lo mismo que me ocurrió a mí. Ahora veo que me equivocaba y que lo amas con cada pedazo de ti.
Una sonrisa melancólica se dibujó en sus labios. Observó que la mirada de la Reina descendió por su cuerpo hasta su vientre y se detuvo ahí, hasta notar la mirada de la chica, por lo que volvió a posar sus ojos en los de ella.
- ¿Lo sabes? - preguntó Eleein.
- Veo que te lo contó - La joven asintió.
- Sus últimas palabras fueron "cuida bien de nuestro bebé" - ella retuvo una lágrima.
- Mi hijo también te amaba muchísimo. Accedió a renunciar al trono sólo para estar a tu lado y poder cuidar de vuestro futuro hijo o hija - una triste sonrisa rompió su expresión seria -. No quería que fueras con ellos a la batalla cuando se dio cuenta de tu embarazo, pero no quería impedírtelo, sabía que era muy importante para ti hacer justicia por tu madre. Acudió a mí para pedirme consejo y acabé gritándole. - Eleein juraría que ella estaba a punto de estallar en llanto, pero supo aguantar las lágrimas - Me arrepiento muchísimo de eso.
El cielo empezó a nublarse y unas finas gotas de lluvia cayeron de ellas. Las dos entraron al palacio nuevamente antes de que el clima empeorara.
- Es mejor que vallamos a desacansar, hoy ha sido un día largo - Eleein asintió y con eso cada una se dirigió a sus respectivos aposentos.
Dos días después...
- Es hora de volver a casa - dijo Eleein viendo el carruaje que tenía justo delante de ella.
- Iré contigo - dijo su hermana detrás de ella. Eleein sonrió y se acercaron al resto del grupo para despedirse.
- Os hecharemos de menos - dijeron Shawn y Anna a la vez.
- Sí, todos lo haremos - sonrió Winnie.
- ¿Volveréis todos a vuestros reinos? - preguntó Eleein.
- Sí - contestó Rigorg.
- Bueno, todos menos yo - dijo Logan -. Hice el juramento y ahora ya no puedo volver a irme así que... Buscaré algún sitio dónde quedarme.
- ¿Por qué no vienes con nosotras al Reino Humano? - preguntó Luciana.
- Sí, te gustará - añadió Eleein -. Además, Rufus tiene una habitación de sobra en su casa y seguro que estará feliz de tener compañía.
- ¿Estáis seguras de que seré bien venido?
- Pues claro que sí. Nuestra gente es muy amigable, les caerás bien - contestó Eleein.
- Está bien - sonrió el vampiro.
Todos se despidieron y los tres se montaron en el carruaje rumbo al Reino Humano. La verdad es que las despedidas no eran muy agradables, y más aquella, pero se prometieron entre todos que se visitarían de vez en cuando.