Rendirse jamás

Capítulo 13

—Despierta, dormilón —escuché muy cerca de mi oído. Mis ojos aletearon hasta abrirse solo un poco y sonreí al ver a Jan a mi lado, igual de adormilada que yo.

Sus ojos entrecerrados y pesados por el sueño, la sonrisa satisfecha y la marca de almohada que tenía en la mejilla eran suficientes para que quisiera repetir lo de la noche anterior, aunque esa vez no hubiéramos llegado tan lejos.

¿Por qué? Bueno, porque el idiota de mí no consiguió condones. Una vez más. Pero vaya que disfruté lo que pasó, al igual que ella.

—Buenos días, pequeña —dije con voz pastosa. Se acercó y me dio un beso rápido en los labios antes de salir corriendo al baño.

—¡Te toca preparar el desayuno! —gritó desde donde estaba y sacudí mi cabeza divertido antes de levantarme de la cama y desperezarme.

Dios, que buen sueño había tenido.

Miré alrededor del desastre en la habitación —esta mujer era más desordenada que yo— y mis ojos se detuvieron en la prenda interior blanca que colgaba de las esquina de un cajón abierto. Ayer en nuestra desesperación, solamente arrancamos nuestras prendas y las arrojamos sin importarnos dónde cayeran.

Tan solo recordar su cuerpo desnudo retorciéndose debajo de mí, sus manos y boca a mi alrededor ya me tenían listo para la segunda ronda. Me acomodé dentro de mi ropa interior antes de ir a la cocina y preparar algo rápido.

Podía ver que no había amanecido del todo, el sol aún no salía, y de repente recordé que esa misma mañana iba a partir hacia donde mis padres. Me iba a ir lejos de Jan... Solo esperaba que todo estuviera bien en mi ausencia.

Mientras sacaba lo que iba a necesitar para hacer el desayuno me puse a pensar en la visita a mis padres.

Tenía casi medio año sin verlos y los extrañaba un poco la verdad, pero me sentía mal por no poder llevarme a Jan y Dean conmigo. Algún día, cuando ella aceptara sus sentimientos hacia mí, y cuando Dean estuviera más estable, los llevaría al pueblito que me vio nacer y crecer.

Ya imaginaba la cara de mis padre cuando vieran a Jan; la adorarían al instante, si es que ella no se mostraba hostil como lo hacía normalmente, y no se diga acerca de Dean.

Ellos siempre quisieron tener varios hijos, pero a mamá le extrajeron la matriz por unos problemas que tuvo después de que nací yo y pues... creo que no es necesario decir lo mal que la pasó después de eso.

—Mmm huele rico —exclamó su vocecilla detrás de mí mientras me abrazaba por la espalda.

¿Cómo podía seguir negando lo que sentía cuando era tan obvio para mí?

—No tanto como tú —contesté girando sobre mis pies y colocando un beso en su frente. Sonrió tímida en respuesta y mi estómago bailó.

¡Agh! Ahora parecía una niña enamorada sintiendo maripositas.

—Debes darte prisa porque tu vuelo sale en una hora —dijo dando un paso atrás y separándose de mis brazos.

¿Pero qué...? Oh rayos, había olvidado que el avión despegaba a las siete.

—Es cierto.

Hice una mueca y ella palmeó mi pecho. Seguí preparando el desayuno cuando Jan salió de la cocina.

Diez minutos después los omeletes se encontraban servidos y ella volvió vestida como siempre. Camiseta ancha negra, pantalones descoloridos y unos converse negros.

—Extrañaba verte así —confesé.

—Ajá.

Su simple y tajante respuesta dijo que no me creía. Para ella, todo lo que yo decía era mentira.

—En serio —insistí—. Recuerdo que cuando te conocí esa vez pensé que eras un misterio y tenía que resolverte. Eras tan... cerrada. —Fruncí el ceño al recordar lo mucho que me costó lograr que dejara entrar y ella rio.

Su risa era tan sincera y pegadiza que no pude evitar unirme a ella. Su felicidad era tan contagiosa y se me hacía demasiado difícil creer que, hasta poco tiempo atrás, ella no reía a menudo.

—¿Ah sí? ¿Y lo lograste?

—Algunas cosas —admití. Ella me lanzó una mirada divertida y me acerqué para poder besarla. Desperdigué pequeños besos por sus mejillas, frente, nariz y ojos—. Pero hay otras que faltan ser desentrañadas todavía —dije en voz baja mientras besaba su cuello debajo de su oreja.

—¿Como cuáles? —preguntó respirando con dificultad, sus pequeñas manos agarrando mis bíceps con fuerza.

—Como saber porque no quieres aceptar que somos más que amigos —susurré. Y así, el momento mágico desapareció.

Dejé escapar un suspiro cuando empujó mi pecho y y salió de mi agarre. Puso sus ojos en blanco como si hubiera hecho la pregunta más estúpida y me apuntó con su dedo índice.

—Solo somos amigos, Parker, y deberías aceptarlo de una vez. No pienso echar a perder la mejor amistad que he tenido solo porque no puedes aceptar un no por respuesta. Los dos sabemos que una vez que te aburras de mí me abandonarás y quedaré sola de nuevo, probablemente con un corazón roto esta vez —despotricó—. Es mejor que quedemos así como amigos —continuó—, me gusta pasar tiempo contigo, pero así los dos somos libres y podemos tener otras relaciones sin sentirnos culpables de estar engañándonos el uno al otro —finalizó con una pequeña sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.