Rendirse jamás

Capítulo 14

—Buenos días, hermosa —canturreé cuando Jan contestó el teléfono. Casi siempre respondía la primera llamada al primer o segundo timbre, pero esta vez me costó tres llamadas para conseguir que tomara el teléfono.

—Hola —contestó, su voz un poco apagada.

—¿Estás bien? —quise saber. No podía evitar que se notara la preocupación, no era típico de ella contestarme así. Por lo menos no lo había sido estos últimos días.

—Uhm sí. Vine a tu casa —soltó para cambiar de tema.

—¿Ah sí? —Sonreí—. ¿Y qué te pareció?

Imaginarla andando libremente en mi espacio no me incomodaba como con la mayoría de las chicas. Se sentía... bien, correcto.

—Pues bien, eres más ordenado que yo. —Rio sin humor.

—Jany, ¿de verdad estás bien? Te noto un poco... extraña.

—Sí, sí, todo bien, solo estoy un poco cansada. Ayer, o más bien hoy, dormí hasta casi las 6:00 am. —Tal vez era por eso que no me había contestado, pensé—. Y me despertó una visita inesperada, así que amanecí algo gruñona.

Sonreí. No eran tan extraño en ella, pero había otra parte que quería aclarar.

—¿Te fueron a visitar?

—Sí. Bueno no. Estaba en tu casa así que supongo que era una visita para ti, pero como tú no estabas... —Imaginarla acostada enredada en mis sábanas hizo que la temperatura del lugar aumentara notablemente.

—Mmm, dormiste en mi cama, ¿eh? —Esperaba que mi voz hubiera salido tan seductora como planeé. El silencio duró un poco más del tiempo que creía correcto, lo que me hizo ponerme alerta—. ¿Quién te visitó? —pregunté receloso.

—Eh... ¿Molly? Creo que era tu ex-novia —dijo. No sentía ninguna emoción en su voz.

Esta noticia, junto con su falta de reacción, fue como recibir un chorro de agua helada. Conocía a Molly y sabía que era muy rencorosa. Ya imaginaba lo que debió haber pensado cuando vio a Jan abrir mi puerta.

—¿Y qué te dijo? —pregunté con lentitud.

—Creo que tú deberías buscarla cuando vengas y averiguarlo. —El tono de su voz era dolido por lo que traté de excavar en mi mente por cualquier información que fuera útil.

—Jan, no le creas. Nada de lo que te diga es verdad, ella es una... Una... arpía, y solo te quiere hacer sentir mal, estoy seguro. —Esa mujer podía ser una perra controladora cuando se lo proponía.

La risa seca que soltó fue suficiente para hacerme estremecer.

—¿Estás seguro, Parker? ¿No te acostaste con una de sus amigas llamada Mindy? —cuestionó. Hice una mueca amarga.

¿Por qué, de entre todas las cosas, tenía que haberle dicho eso? Maldito Marcus, él me había prometido deshacerse de ella por mí; lo mataría cuando volviera a verlo.

—Dime —ordenó. Ahora podía escuchar la ansiedad en su tono. Quería que le dijera que no, que todo era una mentira, que no había estado con nadie desde que empezamos... lo que fuera que teníamos ella y yo, pero sabía que no podía mentirle, no a ella, y también sabía que la noticia no le agradaría.

Respiré profundo y lo dejé escapar con lentitud.

—No significo nada para mí —susurré. Dios, sabía que era una frase cliché de lo más usada, pero juro que eso no había significado nada para mí de verdad.

—Eres un idiota —escupió. Bien, me lo merecía.

Suspiré.

—Lo sé, pequeña.

—No me llames así otra vez, Parker, ¿entendiste? Es más, no me vuelvas a llamar en absoluto.

—¡No es justo, maldita sea! —exploté—. Me dices que solo somos amigos y que puedo estar en otra relación, ¡y luego me tiras en cara lo que hice antes de empezar a sentir cosas por ti! No es justo, Janelle, date cuenta.

Escuché su sollozo al otro lado de la línea y me sentí como un imbécil. Sabía que le afectaba, ella sí me quería aunque siguiera tratando de convencerse a sí misma de lo contrario. Si hubiera sido al revés... yo habría reaccionado peor con la noticia.

—Háblame, Jany —le rogué. Me dolía escuchar cómo sufría—. Dime lo que sientes.

—¡Me siento destrozada, Parker!

—Mira, podemos arreglar esto si nos lo propo...

—No —me interrumpió—. Esto no se puede arreglar.

—Vamos Jan, solo fue un poco de sexo sin importancia.

—Pues según parece vas a ser papá —escupió y, entonces, con esas palabras, mi mundo se detuvo—. Adiós, Parker.

Luego de que colgó me quedé ahí congelado como una estatua. Sentía cómo las paredes empezaban a cerrarse a mi alrededor y cómo el aire no parecía ser suficiente.

Era una broma, ¿no? Mindy solo lo había dicho para herirla. Para que se alejara de mí. Yo...

No.

—¿Derek? —La voz de mi madre preocupada sonó desde el umbral de mi habitación. La miré, pero los bordes de mi visión empezaron a nublarse y su voz se escuchó lejana mientras sentía como me desplomaba—. ¡Derek!

El grito aterrorizado de mi mamá fue lo último que escuché antes de caer en la inconsciencia.




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