Renegados de La manada

Capítulo 4

Lucy se encontraba en la fiesta, rodeada de risas y música festiva, pero ella casi no se movía, como si de un mueble más se tratara, el sol se colaba entre las hojas de los árboles, pintando destellos dorados en su cabello y llenando el aire de una energía vibrante. Apenas conocía a Noah, pero la atracción fue instantánea. Desde el primer instante en que sus miradas se cruzaron, Lucy y Noah quedaron cautivados el uno por el otro. Ella nunca lo había visto antes, y sin embargo, algo en su sonrisa y en la forma en que se movía la atrajo de inmediato. Para Noah, la presencia de Lucy era como un faro en medio de la multitud, brillando con una energía única que lo intrigaba.

A medida que avanzaba la tarde, Lucy y Noah se cruzaban continuamente. Cada encuentro fortuito provocaba un estremecimiento en sus corazones. Hablaban con amigos, compartían risas y participaban en juegos, pero sus miradas siempre volvían a encontrarse, comunicando una conexión especial que no podían ignorar.

Lucy se sentía atraída hacia Noah de una manera que no podía explicar. Cada vez que lo veía, una mezcla de emociones la invadía. Por un lado, sentía una atracción intensa, una necesidad de estar cerca de él y conocerlo mejor. Pero, al mismo tiempo, la culpa la acosaba, ya que sabía que Noah estaba comprometido con Elena, quien no se separaba del brazo de Noah en todo el día.

Noah, por su parte, se sentía igualmente atraído por Lucy. Su espíritu libre y su personalidad radiante lo hipnotizaban, y su mente no dejaba de dar vueltas en su presencia. La tensión emocional era palpable, y ambos luchaban por contener sus sentimientos. Aunque su corazón le decía que se acercara, la conciencia de Lucy le recordaba constantemente a Elena. La lucha interna entre su deseo y la culpa era evidente en sus ojos.

El día avanzaba y la fiesta continuaba su curso. Lucy y Noah seguían cruzándose, intercambiando miradas furtivas y sonrisas cómplices. La tensión entre ellos era palpable, pero ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso. Lucy compartía risas y charlas con sus amigas, tratando de ocultar su atracción, mientras Noah pasaba momentos con otros invitados de la fiesta, ajeno a la tormenta emocional que se desarrollaba a su alrededor.

Ya faltaba poco para que el sol comenzara a ponerse en el horizonte, y la cantidad de gente en la fiesta había disminuído considerablemente, la música cada vez era más tenue, y algunas parejas bailaban agarrados en medio del jardín, alumbrados por algunos pequeños focos que acababan de encenderse, otorgando al lugar un aura mágica.

—Lucy, deberíamos salir ya.— La voz de Amanda hizo que Lucy volviera en sí. 

Había pasado toda la fiesta inmersa en sus pensamientos y no podía creer que ya fuera la hora de regresar. 

—Recuerda que tu padre dijo que volviéramos antes del anochecer. 

—Lo sé.— dijo con un pesado suspiro buscando a Noah con la mirada de nuevo.— Vayamos a despedirnos, entonces.— dijo al verlo sentado junto a varias personas en uno de los bancos. 

—Hola Lucy, ya creí que no podría hablar contigo hoy.— dijo Elena con una amplia sonrisa.— Por favor siéntense con nosotros. 

Ambas se sentaron, y Noah no pudo evitar recorrer a Lucy con la mirada sintiendo como cada músculo de su cuerpo se tensaba sin razón alguna. 

Lucy se dió cuenta de la mirada del chico, lo que hizo que se sonrojara, pero por algún extraño motivo, no podía apartar la mirada de sus ojos marrones. 

—Nos quedamos unos minutos, veníamos a despedirnos.— dijo Amanda. 

—No, no puede ser. 

En ese momento el señor Hall apareció a varios metros de ellos haciendo un gesto a su hija que se levantó con una disculpa para ir junto a su padre, y por un segundo Lucy deseó con todas sus fuerzas que su amiga no estuviera a su lado para quedarse a solas con Noah. 

—Oh no, ahí está otra vez.— dijo Amanda de repente mirando a un chico rubio que se acercaba con una amplia sonrisa. 

—Noah. ¿Por qué estás tan bien acompañado? Te recuerdo que te vas a casar con la hermosa Elena. Deja alguna para los demás. Soy Lucas.— dijo el rubio guiñando un ojo a Lucy, lo que hizo que Noah se levantara de su asiento mirando al chico desde arriba. 

La mirada de Noah comenzó a brillar emanando una ira descomunal y apretaba los puños con fuerza. 

—Eh, tranquilo amigo, sólo bromeaba.— dijo Lucas alzando sus manos a modo de rendición pero sin cambiar la expresión de su rostro, más bien volviéndola más amenazante.— ¿Quieres que te invite a tomar una copa, preciosa?— dijo dirigiéndose a Lucy, quien no había movido ni un sólo músculo de su cuerpo desde que se sentó frente a Noah. 

—No, muchas gracias. — dijo casi en un susurro. 

—Oh vamos, no muerdo. A no ser que me lo pidas claro.— Lucas se acercó a Lucy sujetándola del brazo para obligar a que se levantara. 

Lucas acercaba su rostro al de la chica, y el olor a alcohol que desprendía hizo que Lucy apartara la cabeza con asco, forcejeando para que la soltara, pero Lucas era demasiado fuerte. 

—No quiero. Suéltame.— dijo Lucy en un último intento por soltarse de su agarre. 

—Elena no me dijo que fueras tan juguetona cuando me habló de tí, Lucy.



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En el texto hay: hombres lobo, alfa, romance

Editado: 16.09.2024

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