Renegados de La manada

Capítulo 9

La luna llena se alzaba majestuosa en lo alto del cielo, arrojando su luz plateada sobre el denso dosel de árboles que formaban el oscuro laberinto del bosque. Lucy, jadeante y asustada, se tambaleaba sobre sus patas, y su corazón latía con fuerza. La transformación había sido abrupta y dolorosa, pero ahora se encontraba de pie, con pelaje negro cubriendo su cuerpo.

Sus sentidos, recién despertados en esta nueva forma, la abrumaron con una marea de percepciones intensas. Podía oír cada crujido de las hojas secas bajo sus patas, el susurro del viento entre las ramas y el zumbido de los insectos en la penumbra. Cada sonido, antes apenas perceptible, resonaba con una claridad asombrosa en sus oídos lupinos.

La oscuridad del bosque ya no era una barrera impenetrable. Sus ojos se ajustaron al entorno, revelando una paleta de grises y sombras que antes le habrían sido invisibles. Los árboles se erguían como gigantes siluetas, sus ramas extendiéndose como dedos sombríos en la penumbra. Lucy parpadeó, maravillada por la nueva visión que la noche le otorgaba.

El aroma del bosque también había cambiado. Cada fragancia, desde el musgo en los troncos de los árboles hasta la tierra húmeda bajo sus patas, se filtraba en su nariz con una intensidad embriagadora. Lucy inhaló profundamente, saboreando los matices de la naturaleza que antes le habían pasado desapercibidos.

A pesar de la extrañeza y el miedo que la envolvían, una sensación de libertad la invadió y miró a Noah expectante que se separó de ella con una amplia sonrisa.

—Necesitas correr.—dijo Noah extendiendo su brazo en dirección al bosque.—Adelante.

Al oírlo, Lucy se aventuró más profundamente en el bosque, con sus patas lupinas moviéndose con gracia y agilidad. Cada paso resonaba en armonía con el latir de su corazón, fusionándose con la sinfonía nocturna que la rodeaba.

Mientras la luna iluminaba su pelaje, Lucy se dio cuenta de que ya no era simplemente humana. Se había convertido en un ser de la noche, una criatura que veía el mundo con ojos nuevos y oía sus secretos susurrados en el viento. La oscuridad dejó de ser un velo amenazador; se convirtió en su aliada, su refugio en la danza nocturna de la vida salvaje.

Así, entre sombras y sonidos, Lucy exploró su recién descubierta existencia de lobo, sintiendo la magia de la transformación y las emociones primitivas que latían en lo más profundo de su ser. En ese bosque nocturno, su historia como criatura de la noche acababa de comenzar.

No sabía cuánto tiempo había pasado corriendo por el bosque, pero al llegar a un punto alto, se detuvo a contemplar la amplitud del profundo bosque. La luna iluminaba casi por completo las copas de los árboles y algo en su interior comenzó a brotar con ímpetu. Algo en su naturaleza lobuna la hizo aullar a la luna de una forma que sintió liberadora. 

Tras ella, otro lobo comenzó a acompañar su aullido, era Noah. No tuvo que girarse para saber que era él.

Tras aquella carrera por el bosque, volvieron a atravesar el bosque hasta llegar a la pequeña cabaña de Noah. 

Lucy se sentó en el suelo, frente a la chimenea, cubierta por una manta y con ropa oscura que había en la entrada. Ropa de Noah. Mientras él terminaba de encender el fuego de la chimenea ella aún percibía todos los sonidos y olores que había a su alrededor. Al principio había sido abrumante, pero ahora se sentía enormemente aliviada, como si haberse transformado en loba fuera lo que estaba destinada a hacer. Nunca se había sentido tan viva como en esos momentos. 

El olor de Noah, impregnado en la ropa de Noah captó toda su atención durante unos segundos y no pudo evitar sonreír mientras acercaba la manga larga de su brazo brazo frente a su rostro.

—¿Cómo te encuentras?—preguntó Noah sentándose junto a ella. 

—Extraña. Pero bien.—dijo Lucy en un ligero susurro.

La mirada de Noah estaba perdida, observando el danzar de las llamas frente a ellos, y Lucy se percató de su ceño fruncido. 

—¿Y tú te encuentras bien?

—Tengo que hablar con el señor Hall.—dijo él sin responder a la pregunta de Lucy.—Tiene que explicarme muchas cosas.

—¿A qué te refieres?—dijo Lucy con miedo al ver su expresión. 

—A todo esto. A tí.—Noah apartó la mirada del fuego para mirarla a los ojos con atención ante de suspirar con pesadez.—Todos estos años, cuando enfermabas, era tu lobo interior queriendo salir, pero… Él impedía que te transformaras. Él y todos los demás miembros de la manada.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Aún no estoy seguro, y prefiero no apresurarme a darte mis conclusiones sin haber hecho un par de preguntas.—dijo Noah bajando la mirada.—Deberías regresar. Si tu padre descubre que has vuelto a salir en mitad de la noche… 

—No, quiero saber qué es lo que está pasando, por qué me ha pasado esto.—dijo Lucy alterada. 

—Lucy, escúchame. Te prometo que te daré todas las respuestas que buscas, pero no lo entiendes. He roto una norma del anterior alfa, obligando a todos los demás a que lo hicieran. Ahora todos los que tenían prohibido unirse a la manada vendrán, como lo hiciste tú. Todos me escucharon, y Alexander no se lo tomará demasiado bien.

—¿Tenía prohibido unirme? Pero…—Lucy agitó la cabeza confundida durante varios segundos, hasta que su menté llegó a una conclusión.—Mi madre. ¿Tiene algo que ver con ella? ¿Con que ellos…?



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En el texto hay: hombres lobo, alfa, romance

Editado: 16.09.2024

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