—Aún no me creo que hayas vuelto.
Noah se encontraba sentado junto a su madre en el viejo sofá del salón, aún atónito por estar mirando de nuevo a su madre a los ojos.
Los últimos días, desde que se proclamó como nuevo alfa, lo único que ha querido era hacer que su madre regresara con ellos, y ya estaba ahí con ella de nuevo.
En su cabeza miles de palabras se cruzaban a la vez sin órden alguno, sin saber por dónde empezar. Tantas cosas que quería saber y no era capaz de articular una sola palabra.
—Y yo no me creo lo mucho que has crecido. Y además ahora eres el alfa.—dijo Sarah apartando un mechón de pelo de la cara de su hijo.—Tu padre debe estar muy orgulloso de ti.
El rostro de Noah se ensombreció ante sus palabras y apartó la mirada, cruzándose con los ojos de Lucy que los miraba en silencio, sentada frente a ellos.
—Digamos que no soy el alfa que ni él ni Alexander pretendían que fuera.—dijo Noah con el ceño fruncido sin dejar de mirar a Lucy.—Me enteré de lo que había hecho Alexander un poco antes de que llegaras a la casa para desafiarlo, y le había dejado claro que las cosas ya no son como antes. Eres una de los nuestros, y no pienso permitir que vuelva a pasar nada parecido a lo que le hicieron a tu familia.
Noah volvió a mirar a su madre con una leve sonrisa antes de continuar.
—Tú también puedes regresar a casa, no dejaré que te ocurra nada malo.
—Cariño, no dudo ni un segundo que me protegerías con tu vida, pero no puedo regresar.—dijo Sarah con un leve suspiro.—Ahora es complicado, pero te lo explicaré todo cuando sea el momento.
—No, si no regresas morirás.— dijo Noah levantándose de su asiento.—Has pasado demasiados años sin poder acudir a la manada durante la llamada, tienes que…
—Noah.—interrumpió Sarah.—No me voy a morir porque tengo una manada a la que acudir, por eso no tienes que preocuparte por mi.
—¿Otra manada?—dijo Lucy con desconcierto.—Creía que esta era la única que existía en la zona. Poseen todas estas tierras.
—Y así era, por eso digo que os lo explicaré en el momento oportuno. Pude sentir cuando rompiste la prohibición de los renegados a regresar, y por eso pude acercarme al pueblo al fin, pero volver a formar parte de la manada, es algo complicado ahora mismo. Por mucho que quiera… No puedo.
—¿Por qué no? ¿Dónde está esa manada? ¿Qué has hecho todos estos años?—Noah hablaba con rapidez mostrando la preocupación en su voz.
—Lo único que debes saber es que estoy bien, siempre he estado bien, y ahora ya no tienes que preocuparte más por mi. Como le dije a tus amigos antes de que se marcharan, el resto de la manada no puede saber que estoy aquí, y mucho menos Alexander, es muy importante que lo comprendas, al menos no de momento. Te lo explicaré todo, te lo prometo, pero ahora lo importante es que tanto tú como Lucy estén a salvo. Ella acaba de desafiar a Alexander y sabemos que tú eres contrario a sus ideas, así que van a ser unos meses difíciles para ambos. Lucy es una hija mestiza de una renegada y los mayores que siempre han sido fieles a Alexander no van a estar de acuerdo con que se haya uno a la manada, y Noah, ya has derribado varias normas que él había impuesto desde hace años, deben tener mucho cuidado.
Ambos miraban a Sarah con atención hasta que un sonido les sobresaltó. Era el móvil de Lucy.
—Es mi padre. Debe estar preocupado.
—Déjame a mí.—dijo Sarah tendiendo la mano para contestar la llamada.
La mujer salió de la habitación con el móvil sobre su oreja dejando a Noah y a Lucy a solas.
—¿Cómo te encuentras?—dijo Lucy acercándose a Noah que se había dejado caer con pesadez de nuevo sobre el sofá.
—Eso debería preguntárselo yo a tí, ¿no crees?—dijo él con una leve sonrisa colocando sus manos sobre la cintura de Lucy para acercarla un poco más a él.
—Yo estoy bien.
Lucy pasó sus manos por el pelo de Noah, acariciándolo con delicadeza, haciendo que los mechones de su pelo se deslizaran lentamente entre sus dedos lo que provocó que Noah cerrara los ojos mientras soltaba un pesado suspiro. Ese contacto le hacía sentir como si todo el peso que sentía durante toda su vida se hubiera desvanecido en tan solo un instante. Era una sensación tan nueva para él como adictiva.
Noah alzó la mirada hasta encontrar el rostro de Lucy y abrió la boca para decir algo pero se detuvo al escuchar los pasos de Sarah regresando a la habitación.
Lucy se separó de Noah tan rápido que casi parecía como si nunca hubiera estado frente a él, y de repente todo el peso había vuelto a posarse sobre sus hombros.
—Le he dicho que salimos temprano, no se dio cuenta que hemos estado toda la noche fuera.—dijo Sarah al regresar al salón.—Va a estar trabajando el resto del día, por lo que deberías aprovechar y descansar un poco. Ha sido una noche de muchas emociones.
Lucy asintió con la cabeza con alivio, si no hubiera estado Sarah, su padre ya habría recorrido el pueblo de arriba a abajo hasta encontrarla.
—Noah, ¿te importaría acercarla a casa? Tengo que hacer algo importante, y si quiero llegar antes de que regrese Richard, tengo que salir ya.