El acoso se intensificó con el uso de una "máquina psicotrónica"; esta familia me mostraba las grabaciones físicas para torturarme, con sus dichos: "La Torá me lo faculta".
Años después descubrí que eran dos grupos grandes de acoso: las que llamo las del Conjuro de la Principal y el segundo, los que buscaban que renunciase a la profecía que ellos llamaban el descendiente rectificador.
Un estrés que emanaba de las amenazas, las torturas nocturnas, que de no conocer lo espiritual lo confundiría con ataques de pánico nocturno, o los brujos pidiendo ayuda para que me suicidase para que la familia de los H. les pagara. Si el brujo no supiera que ni con eso adquirían lo que buscan, les hubiera dicho que me matasen con sicarios, pero el truco era provocar un suicidio. Más dinero a sus arcas.
Los acosos gritándome de una cuadra a otra que me dejarían ciega, las risas por conseguir o quitarme algo mío, sus contactos de dinero, etc.
¿Cómo probarlo legalmente, si cuando la primera vez que lo hice cambiaron mi testimonio con la fiscal y esta jamás se presentó en el juicio?
Todo esto me llevó a entender que NO ES CON MIS FUERZAS, que cada trabajo espiritual tiene una unificación, adjudicación y consagración, y el conjuro de la principal tiene una condición y las ondas de mi frecuencia decían PROHIBIDA... No tenía todo perdido.