Todos los días, a las 10:00 am, llegaba el señor Rómulo Abadón a Álamo, caminaba ocho cuadras para llegar a su preciada empresa, que el mismo había fundado, hace más de treinta años, cuando simplemente era un pequeño taller, estaba orgulloso de lo que había creado y de lo que iba a dejarle a su hijo. Desde que llegaba a la puerta, el señor Abadón, verificaba que el aseo estuviese bien hecho, iba a cada oficina a cerciorarse el mismo, de que los trabajadores estuviesen en sus labores, si veía a alguien fuera de su puesto de trabajo, lo amenazaba con echarlo.
No podía creer que hubiese gente tan holgazana y menos que estuviesen en su empresa. Siempre tenía el ceño fruncido, nunca se le veía sonreír y menos hablar. Era de muy pocas palabras. Leandro siempre decía, que el señor Rómulo había hecho algo trucho para haber llegado a donde estaba, porque era un viejo sin estudios, sin conocimientos y para Leandro era imposible que el solo hubiese hecho toda esa gran empresa y acumulado tanta riqueza en tan poco tiempo. Por otro lado, el señor Juan, era el mecánico principal de esa sucursal y el otro jefe, trabajaba en el patio y tenía un liderazgo natural con todos los empleados, era un viejo caballeroso, de buenos sentimientos y muy bien educado, siempre dispuesto a ayudar a todos los empleados. Una vez, el señor Juan le contó a Leandro, que cuando eran jóvenes, Rómulo y él habían sido grandes amigos y por razones extrañas había muerto su amistad.
Los dos habían trabajado en al taller del papá de Juan, en ese tiempo lavaban autos, luego de un tiempo aprendieron a arreglarlos, les fue muy bien porque eran buenos aprendices, así que decidieron fundar su propio taller en los años ochenta en Santiago, cuando recién la economía comenzaba a prosperar. Los dos se casaron y tuvieron hijos y así ganaron mayores responsabilidades, las ganancias no eran tan buenas, apenas les alcanzaba para pagarse un escuálido sueldo, no tenían ganancias para ahorrar. Un día, llegó al taller por accidente un anciano que apenas podía hablar el español, quería arrendar un auto que estaba afuera estacionado, el joven Rómulo le dijo que no podía, que esa auto no era suyo, que solo lo estaban arreglando, el anciano lo convenció y le dijo que le iban a llegar muchas riquezas en la vida si lo ayudaba y le dijo que le pagaría el doble por tener el auto hasta las ocho de la noche, el señor Rómulo sorprendido aceptó, según las palabra del el señor Juan, Rómulo ahí se dio cuenta que arrendar autos les podría traer una gran fortuna, así que al día siguiente puso un letrero que decía Rent a Car, el joven Juan no vio con bueno ojos esa idea, él quería seguir arreglando autos como su padre, solo necesitaban más clientela, mientras que Rómulo pensaba que arreglar autos, no iba a sacarlos de su situación, trato de convencer a Juan de que los pocos ahorros que tenían, los invirtieran en comprar dos autos de segunda mano, más los dos autos que ellos poseían, con eso sería un buen comienzo pensó, pero el señor Juan no aceptó y le dijo que si no quería el negocio como lo habían planificado desde un principio que se separaran.
Rómulo se marchó y el señor Juan no sabe dónde Rómulo pudo haber conseguido la plata para comprar los autos, además arrendó el estacionamiento que estaba justo al lado del taller de Juan. Comenzó con cinco autos y al año siguiente ya tenía veinte y mucha clientela, sobre todo en época de vacaciones de invierno, cuando llegaban los turistas a Santiago a los centros de esquí. Juan vio como Rómulo fue creciendo rápidamente y expandiendo su empresa por todo Chile, mientras él se había quedado atrás con su pequeño taller. Meses después, fue a hablar con su amigo para asociarse y Rómulo le dijo que no, que si quería podía trabajar para él, porque necesitaba un mecánico.
El señor Juan decía que algo o alguien había cambiado a su amigo, porque su mirada ya no era la misma, que no sabía si había sido el dinero o solo este resalto lo que él era en realidad un completo idiota. y así fue, como se terminó la gran amistad, que algún día hubo entre los dos, el trato nunca fue el mismo y se fueron distanciando cada día más.