Rent a Car

CAPITULO 8: EL PLAN

Llegó el tan esperado día de pago, el “cinco”, un número muy apreciado por los trabajadores de Álamo, las caras de alegría y satisfacción abundaban alrededor de la empresa, un ambiente de prosperidad y amabilidad deambulaba por todos los departamentos de la compañía, los trabajadores se sentían aliviados cada vez que recibían su salario, se les quitaba la depresión, ¡podemos seguir viviendo! decían algunos, al ver que los números en sus cuentas corrientes aumentaban. Ese, no solo era el esperado día del pago y Selene lo sabía a la perfección. Era sábado y a Selene le tocaba el turno de la noche junto con Arturo en el Call Center, Leandro en la recepción y el señor Juan en el patio de los autos. La función de Selene en el plan de Leandro era muy simple, tenía que estar pendiente de los que entraban o salían de esa sucursal y avisarles si llegaba alguien sospechoso. Leandro había desconectado todas las cámaras de seguridad después que el dueño y su hijo se habían marchado. La ventana de la oficina donde trabajaba Selene tenía una buena panorámica de la entrada principal y de las dos calles que rodeaban esa sucursal. Selene caminaba desesperada alrededor de la oficina y Arturo la miraba desconcertadamente, porque no sabía que le pasaba a su compañera. Ya casi finalizando esa jornada, llegó un hombre alto y delgado pidiendo una camioneta, Leandro le dijo que ya no estaba atendiendo porque estaban cerrando, el hombre se alteró y empezó a reclamar mientras golpeaba el mesón de la recepción, Leandro se puso nervioso y llamo rápidamente al patio para que le dieran un auto al hombre y lo saco rápidamente de la sucursal. En ese momento Selene miró por el ventanal, y vio a dos hombres de negro encapuchados entrar al patio, en donde se encontraba el señor Juan Garzón de turno, sabía que eso estaba dentro del plan que había leído, este no se sorprendió al verlos y les colaboro entregándoles las llaves de los autos más lujosos y los dos hombres comenzaron a llevarse los primeros autos, luego regresaron a la media hora y se llevaron otros más, así sucesivamente hasta que se llevaron veinte en total, todo avaluado en miles de dólares mientras todo funcionaba con normalidad en la empresa, en ese momento  Selene ve como un auto lujoso entra rápidamente al parqueadero privado que quedaba justo al lado de las oficinas donde se ubicaba el Call Center, era un auto que nunca había visto, de color negro, era nuevo, se bajó rápidamente una figura que no pudo divisar, esa figura camino hasta el patio, Selene no alcanzo a llamar al patio para avisarle a Juan y a Leandro que se encontraban ahí, Selene salió detrás del hombre y pudo ver de lejos que era Alejandro el hijo del dueño, este se acercó a sus trabajadores los miro a la cara y les dijo que pasaran a la oficina de arriba, la oficina de su padre, Selene vio como los tres subieron por las escaleras y cerraban la puerta, también vió que prendían la luz. Luego regreso a la oficina junto con Arturo y vió como entraba Rómulo desesperadamente, Selene vió como se dirigía rápidamente a la oficina donde se encontraba su hijo con los dos trabajadores. Selene pensó que los habían descubierto, le dijo Arturo que estaba muy preocupada, los jefes nunca llegaban a esa hora y menos tener reuniones, así que decidió subir por aquella pequeña escalera de incendios que quedaba en la parte de atrás, quería escuchar por lo menos lo que pasaba en esa oficina. Atravesó el patio sin que nadie la viera y cuando se disponía a subir por el primer escalón escucho que se abrió la puerta y alguien bajaba lentamente por la escalera, se escondió para que no la viera, pero asomo la cabeza y vio a Leandro que salía rápidamente de la empresa, trató de alcanzarlo, pero no pudo, le grito de lejos, pero Leandro no la escuchó. Selene estaba muy asustada, no sabía qué hacer, su corazón palpitaba más rápido de lo normal, sus manos temblaban, los habían descubierto pensó, no sabía qué hacer. Si irse de inmediato, pero tenía que volver a entrar a su oficina, estaba su bolso ahí, con su cosas y la llave del departamento, así que entero a buscarlo cuando Selene ya se disponía a irse, entró a su oficina Alejandro, el dueño fijo sus ojos en Selene, y le dijo que pasara a su oficina, que tenía que decirle algo muy importante, y Arturo y ella se  miraron asombrados, Selene estaba tan nerviosa que no escucho asi que el jefe le volvió a repetir que si se podían reunir en la oficina que tenía algo muy importante que decirle, ante tanta insistencia, Selene accedió a ir a su oficina, la cual quedaba en el mismo patio donde pocas horas antes se habían robado veinte vehículos lujosos, sin que nadie se hubiese percatado de ese hecho hasta el momento. La oficina quedaba en un segundo piso y desde ahí se podía ver toda la empresa y los vehículos.

Los dos llegaron a las escaleras que conducían a la oficina principal, ella subió y se detuvo en la entrada, y los dos quedaron frente a frente. Alejandro Abadón era un hombre agrio, de tez morena, cabello negro, su cara solo tenía expresión de desprecio, en todo el mes que Selene estuvo trabajando ahí, jamás se acercó a ella. Su cabello era negro, con algunas canas en las patillas. Selene entro y vio que en el sofá se encontraba Juan y el señor Rómulo se encontraba a su lado boca arriba como durmiendo, Luego ella se sentó con mucho nerviosismo, él también lo hizo con mucha calma, y le dijo

  •  Se lo del robo, también sé que eres la hija adoptiva de Leandro el me lo contó todo.
  • Yo no participe en el robo, lo juro por Dios. Su corazón palpitaba cada vez más rápido.

Era conocida la condición de Selene ella tenía lo que llamaban Amaurosis fugaz, tenía los latidos irregulares en el corazón. Selene veía con lentitud como Alejandro abría su boca, pero no podía escucharlo, solo veía sus expresiones faciales, todo era como en cámara lenta, sus manos temblaban, sus ojos se empezaron a nublar, y ese sonido piii comenzó a inundar sus oídos y gritó.

  • ¡No puedo escucharlos!  no puedo verlos! repetía aterrada
  • ¡Concéntrate Selene! Le decía una voz
  • No puedo escucharlos tampoco puedo verlos, todo es negro.
  • ¿Quién habla?
  • Soy yo Arturo, tu compañero de trabajo.




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