Replay: La Isla Misteriosa ©

Capítulo 3

1

—¡Despierta! —Gritó Carmen sobre el cuerpo de su hermano.

El joven se levantó desesperado solo para darse cuenta que no podía moverse, pues su hermana mayor se encontraba presionando la mayor parte de su torso con su trasero bronceado.

—¿Qué diablos? —Preguntó empujándola con fuerza.

El grito agudo no solo lo había despertado, sino que también, acababa de provocar una puntada en la cien del joven, y eso, sumado a su hermana aplastándolo, lo estaban poniendo de los nervios. 

Carmen se levantó riendo y se puso de pie junto a la cama, la sonrisa que tenía no podía disimularla, le era demasiado difícil no reírse ante la cara de espanto de su pequeño hermano.

—Levántate, en media hora salimos —Avisó caminando hacia la puerta.

—Espera…—Pidió masajeando sus cienes. —¿A dónde vamos?

—De excursión —Y con esa última frase, cruzó el umbral y salió de la habitación.

Alex lanzó un suspiro cansado, deslizó su brazo por encima de su frente sudada y notó como esta, tenía una temperatura elevada.

Se quitó las sábanas de encima y poso sus pies sobre el suelo para levantarse, pero al hacerlo, un mareo repentino lo atacó.

Su trasero cayó sobre la suave cama, y en ese instante, recordó lo que había sucedido la noche anterior; su pesadilla, su camino hacia la cocina y lo más importante: Eduard.

Volvió a suspirar, no solo su posible enfermedad había empeorado, sino que ahora, las interrogantes hacia el dueño de la casa y su extraño comportamiento no paraban de dar vueltas en su cabeza.

Fue en ese instante que la puerta de su habitación recibió tres golpes del lado exterior, su cien le dio otra puntada, y sin ánimos ni fuerzas para levantarse pronunció un “pase”.

La puerta no tardó ni un minuto en ser abierta, revelando a Sr. Harrinton, quien cruzó el umbral segundos después.

Al mirar en esa dirección, el pecho y las cienes de Alex le dieron una puntada.

Su corazón se aceleró al verlo acercarse, y como si fuera un reflejo, el pelinegro se arrastró por la cama hasta la pared, donde se apoyó completamente.

—Buenos días Alex —Las palabras de Eduard, aunque inocentes, le dieron un terrible escalofrío al muchacho.

—H-Hola —Pronunció, sintiendo extrañamente, su garganta arder.

—Solo quería pasar a decirte que, te vi anoche…—Los ojos del joven se abrieron por completo y el cuerpo se le tensó.

Negó mientras intentaba ponerse de pie, pero le era inútil, estaba demasiado enfermo.

—¿Alex? ¿Estás bien? —Las manos del hombre tocaron los hombros del chico y los presionaron levemente. —Sé que fue una noche difícil, y me encantaría tener una charla contigo y Debbie —Agregó, provocando que el ceño de Alex se frunciera.

—Espere… ¿Qué? —El pelinegro arqueó una ceja.

Esta vez, fue Eduard quien frunció el ceño, alejando las manos del chico y dejándolas junto a su torso.

—Sí, me gustaría hablar con ustedes. Vi sus rostros, lo que tuvieron que presenciar es algo horrible que nadie jamás debería ver, y enserio necesito que ustedes sepan que yo, Andrea y tus padres, estamos aquí para apoyarlos —El hombre sonrió levemente y luego, se puso de pie.

—Oh, claro, claro —Él tosió para aclarar su tono de voz. —Muchas gracias —Añadió mostrando una falsa sonrisa.

—No hay de qué chico —Dijo caminando hacia la puerta. —Y ponte algo cómodo, no volveremos de la excursión hasta el anochecer —Anunció.

—Genial —Respondió con sarcasmo.

Eduard llegó hasta la puerta semi-abierta y tomó el picaporte color plateado, cruzó el umbral y luego, volteó inesperadamente y se apoyó en el borde del mismo.

—Oh, casi lo olvidaba, anoche noté que alguien rondaba por la casa a altas horas, ¿Por casualidad viste algo extraño?

—¿Qué? —Un nudo en la garganta se atravesó de repente.

—Sí, quizás viste quien era —Explicó levantando los hombros.

—Ah —El chico respiró profundo. —No, no vi nada.

—Okey, eso es todo, nos vemos en unos minutos —Finalizó el hombre alejándose de la habitación.

Alex respiró profundo e intentó volver a ponerse de pie. Para su suerte, logró hacerlo y lo primero que hizo después fue caminar hacia la puerta y cerrarla.

Soltó el aire pesado de sus pulmones y volvió a inhalar. Cerró los ojos por unos segundos y repasó en su cabeza la extraña conversación.

Y entonces, otro escalofrío se apoderó de su cuerpo.

2

Con algo de dificultad, Alex comenzó a avanzar por el pasillo de la segunda planta, se había cambiado —exactamente como su hermana y Eduard le habían dicho—, pero de todas formas, sabía muy bien que no iba a poder ir a esa excursión, no era una mala noticia, pues, no tenía ánimos de hacerlo, de hecho, no tenía ánimos para hacer lo que sea.

Todo era demasiado para él. Porque, aunque por fuera parecía estar bien y ser una persona fuerte, por dentro estaba gritando por ayuda, aterrado por lo que había visto y por lo que quizá, estaba pasando en aquella isla.

Siguió avanzando por el pasillo, no faltaba mucho para que llegara a las ansiadas escaleras, cuando, como si tuvieran algún tipo de conexión, Debbie, abrió la puerta y salió al pasillo, casi chocando con él.

—Hey —Musitó el moreno.

—Hey —Respondió ella bajando la cabeza.

—¿C-Cómo estás? —Preguntó moviendo la punta de su zapatilla sobre la alfombra roja. Alex no olvidaba el interrogatorio que la joven le había hecho, pero de todas formas, quería ser amable, después de todo, Debbie era la persona que más podría entenderlo en ese momento.

—Creo… Creo que bien —Asintió con timidez, como si estuviera mintiendo.

Debbie levantó la cabeza y miró directo a los ojos al chico frente a ella, frunciendo un poco el ceño.

—No te ves muy bien…—Comentó con sinceridad.



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En el texto hay: secretos, aventura, muerte y sangre

Editado: 06.10.2018

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