Día 67; 22 Horas transcurridas tras aquel suceso.
Flitz Aragón despierta del protocolo de emergencia.
Escanea lo que queda del entorno. Detecta la falta de señales vitales en todo el sitio. No hay error: ahora está solo.
El silencio es absoluto, Aburrido.
Sin embargo… no se desconecta,
no se autodestruye. Porque así ha sido programado; para seguir.
Durante días, semanas… o incluso meses (el tiempo aquí se vuelve ambiguo), Aragón recorre el terreno de la nave:
Registra datos, graba, habla con nadie más que con el comando, y aún así archiva todo.
A veces, en sus grabaciones, se dirige a “la humanidad”.
Otras… a sí mismo.
Sus frases son curiosas, introspectivas.
Flitz (Hacia el comando primario de repuesto):
—Computadora, necesito que los drones lanzados regresen a nuestra órbita.
Computadora:
—Entendido. Regresando los S-17 y S-24.
El dron S-23 ha tenido una falla en su sistema.
Flitz (pensando):
—Es posible que se haya estropeado dentro de aquel planeta.
Los días transcurren sin emoción, sin pausa para nuestro robot.
Solo pasea. Camina, untenta reparar lo que queda de la nave…
Todo es tan vacuo.
Septuagésimo primer día [71]:
Sala central inferior.
Flitz está tirado en el suelo.
Escucha un zumbido pedante.
Ese sonido que no es molesto, es sofocante.
Nuestro robot solo observa el techo de la sala…
Esperando algo; quizás cumplir su función y oxidarse.
En el mando, un ruido llamadero se escucha: es la agencia REPO.
Fred (Un año más viejo):
—¿Hola? ¡Hola! ¿Velux-09X está ahí?
Flitz (se acerca lentamente hacia la pantalla):
—Director Fredy. Es usted.
Fred (En el visor junto a otros miembros.)
—Oh, gracias al cielo. Eres tú, Flitz.
Tratamos de comunicarnos con ustedes más de 20 veces. Las cosas aquí se han convertido en un alboroto ¿Dónde está tu capitán?
Flitz Se queda mudo; quizás busca las palabras concretas para decírselo a los humanos. Después de todo, se habían desvinculado de la agencia. Solo iban al planeta a cumplir la misión por mero capricho.
Fred (volviendo a preguntar):
—Oye, Flitz… ¿qué sucedió con Nathan Mayors?
[El robot baja la mirada. Su núcleo interno procesa 16 alternativas de respuesta. Todas son insuficientes. Al final, opta por decir la verdad.]
Flitz:
—El capitán del Velux-09 ha fallecido, señor.
Hace seis días, tuvimos un choque con un satélite de otra empresa. Es posible que haya habido disturbios dentro del mapa con otros, lo que provocó su reducción hacia nuestro convento.
Fred (Atónito ante la noticia atrasada):
—¿Qué?... No puede ser, Flitz… Significa que estás, solo...
Flitz:
—Antes de morir, me encomendó el mando de la nave; Al menos, de lo que resta.
Estoy dispuesto a aterrizar en el planeta y recopilar la máxima información para ustedes.
He mejorado algunos instrumentos para que mi señal y comunicación sea en hora presente.
Fred (Baja su mirada y se toma unos segundos):
—… Ts… maldita sea… —Sus ojos se enrojecen. Irritados. Contenidos quizás.— Está bien, Aragón. Trataremos de mejorar todo el sitio desde aquí.
¿Podrás con esto?
Flitz (sin emoción):
—Soy un robot diseñado para este propósito, señor. Toda ayuda será bienvenida.
[Silencio.]
Fred (con voz apenas audible):
—Dile que cumpliste, Aragón…
Donde sea que esté.
La pantalla se apaga. Del otro lado, Fred necesita un momento. En esta sala… solo queda el zumbido.
Flitz observa la puerta de descenso.
Calcula el ángulo de entrada atmosférica.
No siente nada; solo un mísero vacío en cumplir su misión...
Día 72.
Los paneles solares fueron limpiados por tercera ocasión.
Flitz ajustó la presión de la cámara atmosférica.
Revisó, una por una, las líneas de energía secundaria.
Cruzó pasillos sin sentido solo para volver a empezar.
Calculó trayectorias y simuló vientos.
Pero nada es útil, a excepción de embarcar el objetivo principal.
Toda frase era archivo; cada gesto, acto de propósito.
Porque él no sabía qué era esperar.
Solo sabía funcionar.
Día 73.
No hubo respuesta desde la Tierra.
Fred no volvió a llamar, pero sí envió informes.
A partir de ahora se comunicaría con un equipo de tres operadores. Las órdenes son claras:
— Seguir.
— Llegar al planeta.
— Recopilar datos en vivo.
— Intentar regresar.
En el sector de control interno, Aragón se detuvo frente al vidrio esmerilado del módulo de descenso.
Lo observó largo rato, como quien no piensa. Solo mira.
Grabó su bitácora:
Flitz (grabación):
—He preparado el descenso. El módulo está apto. No hay viento exterior.
He completado los diagnósticos. Mis dudas son nulas, aunque si las tuviera, continuaría de todas formas.
En ese instante, algo en su sistema de memoria eclipsó un recuerdo.
¡Sí! Un archivo recopilado desde su nacimiento.
Una charla con Nathan Mayors:
Nathan:
—Y tú necesitas fe, mi querido Flitz.
Flitz (dudoso):
—¿A qué denominan la palabra "fe", los seres humanos?
Nathan (mientras continuaba arreglando un dron):
—Bueno... Quizás sea voluntad, religión... puede ser muchas cosas, Flitz.
¿Y tú? ¿Cómo lo interpretás?
Un ligero momento nostálgico se instaló en el robot…
Tardó segundos en procesar aquel escenario.
Flitz (levanta la mirada):
—Ya veo. Voluntad esperanzadora.
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Día 74.
El último día del viaje llegó sin pausa.
Todo estaba previsto.
Un silencio fue cortado por un leve pitido, mientras el protocolo de descenso se iniciaba.
Flitz Aragón ingresó al módulo con precisión sigilosa.
Ajustó sus pequeños brazos al sistema de anclaje.
Encendió los estabilizadores.
Las luces del panel parpadearon, como si oscilaran.
Pero no hubo errores.
Editado: 03.07.2025