Gael Miller.
─ Muero de calor. ─se quejó Ian quien estaba a mi lado izquierdo.
─ Y yo muero por que te calles un rato. ─le respondió Thomas de mala manera quien iba unos pasos más adelante que nosotros.
─ No me cansaré de decir que los tres tienen muy poca paciencia. ─soltó Isa mientras se terminaba un batido de coco.
─ ¿Disculpa?, ¿entro en esa categoría? ─le cuestioné divertido.
─ A veces si. ─me dedico una sonrisa y su atención volvió al batido.
Estábamos caminando a una de las primeras atracciones en Tulum que era, Ven a la luz, según internet era una escultura de aproximadamente cuatro metros y su base era de madera, había visto varias imágenes donde parecía que a la escultura le nacían plantas y por eso era tan atractivo.
El hotel no estaba tan lejos del lugar así que decidimos ir a pie y esa fue la mejor opción porque las calles pequeñas estaban repletas de autos y avanzaban lentamente.
─ ¿Estas bien?
Isa tomó mi mano y la entrelazo para observarme atentamente, llevaba unos shorts azules y una remera con una pequeña rosa sobre el hombro.
─ Claro que si, ¿y tú? ─le respondí.
─ Si.
Me encantaba todos los momentos que estábamos pasando juntos y estaba seguro que cada segundo que pasaba junto a su lado iba a guardarlo en mi mente eternamente. Las cosas con Isa iban demasiado bien, era agradable tener a alguien a mi lado en todo esto.
Ella cada día que hacía algo ya sea un mínimo detalle que probablemente se les escapaba a los demás, pero a mí me atraía un poco más, las cosas ya dejaron de ir por físico ahora me atraían sus sentimientos y todo lo que ella demostraba ante mi.
Si bien había salido con varias chicas, ninguna se podía igualar a ella, era tan única a su manera y eso la volvía especial para mí.
─ Miren, ya llegamos ya era hora. ─comentó Ian.
Y tal como lo decía mi amigo a unos metros adelante se encontraba una pequeña fila de personas para esperar su turno de tomarse la foto con la escultura. Era impresionante ver lo alto que era y cómo los colores se complementaban entre ellos.
Tuve que detenerme de golpe cuando Isa soltó mi mano para empezar a buscar algo en su mochila.
─ ¿Qué buscas?
Ella sacó unos anteojos redondos azules y se los colocó e inmediatamente entendí lo que hacía. Cuando se terminó de colocar bien la mochila volvió a tomar mi mano y volvimos a caminar.
Thomas e Ian ya estaban haciendo la fila con la mirada en la escultura.
─ Quiero una de esas en mi mansión.
─ Ni siquiera tienes mansión. ─le replicó Thom.
─ Cuando la tenga, así que si quieren pueden regalarme una copia.
Sonreí y observé como las personas se sacaban fotos debajo de las plantas.
─ Vayan ustedes primero, yo les sacaré la foto. ─nos dijo Isa cuando fue nuestro turno.
Aceptamos y nos colocamos debajo del pequeño hueco, cuando termino de sacar la foto, Thomas se acercó a ella para tomar su móvil y dejar que ella se uniera.
Hicimos varias fotos juntos y luego le saqué a ella sola.
─ ¿Por qué no podemos entrar? ─me habló Ian mientras observaba las fotos.
─ Es un hotel lo que hay pasando eso, podemos ir a tomar algo o ir directamente a los cenotes.
Observé como Isa y Thomas se alejaban de nosotros para ir a un pequeño puesto de helados mientras hablan entre ellos.
─ Hey gaelito. ─aparte mi mirada de ellos y mire a Ian.─ No quiero volver a New York.
Frunci mi entrecejo confundido.
─ ¿Por qué?, ¿Ha pasado algo que te haya incomodado?
Él respiró hondo antes de contestar.
─ No, sólo no quiero que las cosas cambien, quiero volver a donde estábamos antes, en el garaje los tres.
─ No tienen porque cambiar Ian, los tres seguimos siendo los mismos y nuestra amistad sigue siendo la misma pero más reforzada. ¿Ha pasado algo con tus padres? ─suspiré al notar que ese era el problema ─. ¿Qué te han dicho está vez?
─ Nada, solo... necesito un cigarrillo, ¿tienes uno?
Negué con mi cabeza para luego colocar mi brazo sobre sus hombros.
─ No lo necesitas, tampoco necesitas escuchar sus comentarios de mierda, nos tienes a nosotros y siempre estaremos juntos. Esto es lo tuyo, siempre ha sido tu sueño me los has dicho millones de veces y no quiero que personas te hagan menos.
─ Esto no es seguro Gael, lo sabes, ¿cuánto tiempo durará esto?, ¿tú has visto a las bandas que se separan y luego terminan tratándose como desconocidos?
Suspiré, ya me imagina lo que le habrán dicho sus padres, no era la primera vez que pasaba y me enojaba que siguieran con lo mismo. De los tres, Ian es el que más necesita protección, no ha tenido una vida fácil y ya no nos veíamos como amigos, sino que éramos hermanos y siempre iba a querer lo mejor para ellos, aunque tenga que pasar por millones de personas que estén en contra.
─ Durara lo que tenga que durar, no pienses en lo que pueda pasar en el futuro, preocúpate por el ahora, disfruta todo lo que puedas. No nos vamos a separar, jamás lo permitiría y tú lo sabes, tenemos promesas entre nosotros y yo no las rompo, y eso lo sabes perfectamente ─le respondí con total sinceridad.
─ ¿Seguro?
─ Seguro, y sabes se me ha ocurrido que en la noche cerremos la promesa que tenemos hace años.
─ ¿Con qué?
─ Con un pequeño tatuaje.
Vi como una sonrisa se asomaba.
─ Le tengo pánico a las agujas.
Reí levemente y comenzamos a caminar donde estaban los otros dos.
─ Lo sé pero puedo darte algo para que te duermas y cuando te despiertes tengas el tatuaje hecho.
─ Quiero un barquito.
Lo observé.
─ De acuerdo, ve pensando donde te lo harás.
Cuando nos terminamos de acercar, Thomas le tendió un helado con frutas a Ian.
─ Tienes que probar esto. ─dijo Isa acercándose a mi con un vaso en su mano con distintos colores. ─ Se llama Guacamaya es una bebida típica de aquí.