El requisito
El crecimiento de TeleCom Group en el sector de las telecomunicaciones había incentivado la pretensión de llegar a más clientes expandiendo su propuesta a los mercados de otras regiones del planeta. Este hecho había causado que aparezcan nuevos puestos de trabajo, siendo uno del interés de Fernanda Vasconcelos: la Gerencia Regional de la sede en Sudamérica. Aunque era hija de padres brasileños, Fernanda nació y creció en los Estados Unidos, lo que le permitió tener las oportunidades para ser la profesional que era, cosa que sus progenitores no pudieron al nacer en una de las tantas favelas de la ciudad de Río de Janeiro. Ella había cursado estudios de pre y post grado en distinguidas universidades estadounidenses gracias a las becas a las que se hizo acreedora por ser una extraordinaria alumna. Hablaba portugués, inglés y español, algo que le permitía tener una ventaja sobre su competencia por esa gerencia regional. Ahora, a sus treinta y seis años, lo único que le faltaba para que su hoja de vida sea perfecta era ese cargo.
Fernanda llevaba cuatro años siendo la Subgerente del Área Comercial de la sede principal que se encargaba directamente de los mercados de Estados Unidos y Canadá. El MBA que hizo en la Universidad de Stanford le sirvió para obtener ese puesto, aunque tenía una notoria inclinación por las finanzas al ser economista y haber trabajado por más de diez años en esa área, pero las oportunidades no se desperdician, se aprovechan de tal manera que ayuden al propósito que tenía: ser una de las pocas mujeres que por méritos propios y no por lazos de sangre llegue a ser director general de una compañía como TeleCom Group. Esta idea no era descabellada, considerando que el actual Director General no contaba con descendencia y no tenía sobrinos al haber crecido siendo hijo único. Gustavo Puig, la cabeza de TeleCom Group, era nieto de inmigrantes españoles que llegaron a los Estados Unidos y tuvieron tres hijos, dos de los cuales tomaron el camino religioso, haciendo que Gustavo haya tenido un tío sacerdote y una tía monja de clausura. Su padre, el único vástago que se casó, tuvo solo un hijo, que era él, quien, por azares del destino, resultó ser gay, y al no interesarle el aportar en la formación integral de un ser humano, no había considerado en sus planes el tener descendencia propia o por adopción.
Ante esta situación, Gustavo no iba a tener heredero a quién dejar tremenda empresa que su abuelo fundó, su padre hizo crecer y él la catapultó hacia el éxito, pero no quería que por ello el legado de su familia desaparezca, que el apellido Puig quedara en el olvido, por lo que había cambiado las condiciones que se requerían para llegar a ser el siguiente director general cuando él ya no pudiera serlo. Entre tantas había una que Fernanda requería cumplir para lograr, en unos quince años, estar en carrera para apoderarse del sillón de la Dirección General de TeleCom Group: ser gerente regional. Gustavo elegiría entre los gerentes regionales vigentes cuando él presentara su retiro a su reemplazo, por lo que el máximo puesto jerárquico para Sudamérica era el objetivo de Fernanda, ya que no quería destronar a las máximas autoridades de las sedes de México y el Caribe, Europa Central y Europa del Este porque los conocía y apreciaba, y la opción de ir a vivir a Australia para ser la encargada de la sede en Oceanía la había rechazado desde un inicio.
Esa tarde, cuando comienza esta historia, Fernanda caminaba hacia la oficina de Gustavo. El Señor Puig era un hombre muy amable y humano que empezaba sus cincuentas, pero también era exigente e imposible de hacer cambiar de opinión cuando tomaba una postura o decisión. Él creía que la edad no era un factor decisivo para elegir o rechazar a un postulante para un puesto laboral, ya que la experiencia le había llevado a toparse con gente mayor que por inescrupulosa no calzaba en el perfil de profesional que él tenía, por lo que no puso ninguna objeción a la candidatura de Fernanda, quien era la más joven de los prospectos para el puesto de Gerente Regional de la sede en Sudamérica. Ella había recibido la llamada del mismo Gustavo, quien le pidió que se acercara a su oficina porque quería hablar con ella sobre la decisión que había tomado por la convocatoria que hiciera.
Al llegar al escritorio de la asistente de la Dirección General, Fernanda se enteró que no había sido la primera en ser invitada por su jefe a reunirse con él en su oficina, pero que era la última en haber sido citada, y que el aspecto en común que tenían todos los convocados, incluyéndola, era el haber postulado por el puesto de Gerente Regional de la sede Sudamérica. Fernanda tragó saliva y respiró hondo para no perder el control de sus emociones e ingresar con un buen semblante a la oficina del Director General. Cuando se abrieron las dos hojas de la gran puerta de madera tallada que hacía ver que en ese espacio se hallaba la persona más importante de toda la compañía, la cabeza, el gestor principal, Fernanda tuvo que hacer puño y apretar la mandíbula para que el miedo se alejara de ella y pudiera enfrentar a su destino. «Es ahora o nunca. Solo hay dos opciones por las que se me ha llamado, y espero que en mi caso sea la que me envíe a hacer mis maletas para mudarme a Perú, la sede principal de la compañía en Sudamérica», pensaba Fernanda mientras daba los primeros pasos hacia la estancia donde Gustavo la esperaba con una enorme sonrisa.
- ¡Fernanda Vasconcelos! –Gustavo reía porque a él siempre le ha gustado el nombre completo de la subgerente al agradarle el “Fernanda” para una mujer de temperamento fuerte y buen carácter como ella y porque el apellido le recordaba al autor de uno de sus libros favoritos de la niñez: Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos-. Por favor, toma asiento –indicó el Director General acompañando sus palabras con un ademán de su mano que señalaba la silla enfrente del escritorio que los separaba.
- Gracias. Dígame, Señor Puig, para qué soy buena –dijo Fernanda y Gustavo reía aún más fuerte porque siempre le causó mucha gracia escuchar esa frase que daba un sinnúmero de opciones como respuesta, ya que los talentos de Fernanda eran muchos. Además, ella siempre lanzaba esas palabras con mucha seriedad, algo que añadía más humor a la situación porque lo estaba diciendo en serio y no como algo coloquial para romper el hielo.
- Fernanda, siempre tan directa y segura, ¡eso me gusta mucho! –ella presentó una media sonrisa al levantar una de las comisuras de su boca que mantenía cerrada, y Gustavo la miró con mucho afecto. Él la veía como una hermana menor, como una hija si hubiera tenido un traspié inesperado con alguna muchachita a los dieciséis años cuando intentaba estar seguro de su identidad sexual-. Voy a ser tan directo como lo eres tú. Te he llamado para comunicarte mi decisión sobre quién será el nuevo Gerente Regional de la sede Sudamérica, puesto al que te has propuesto –Gustavo calló por unos segundos mientras observaba las facciones de Fernanda, esperando encontrar en ellas algún indicio de nerviosismo, pero nada, como siempre, lucía serena, fría, algo que era apropiado para alguien que debe tomar importantes decisiones-. Felicitaciones, eres la elegida –al escuchar las palabras que salieron de la boca de Gustavo, Fernanda se levantó de golpe de la silla donde estaba sentada. Quería saltar de felicidad porque esas cuatro palabras juntas significaban mucho para ella. La máxima autoridad de la compañía la miraba sorprendido, ya que ella solo dejó el asiento y no hizo más. Ella lo miró, le sonrió y volvió a acomodarse en la silla, es que no le pareció adecuado demostrar su felicidad enfrente de su ahora jefe inmediato gracias al nuevo nombramiento que había ganado.
- Gracias, Señor Puig. Daré todo de mí para que los resultados que espera obtener del territorio que me confía se logren –Gustavo sonreía al escucharla decir algo que ya sabía de antemano porque todo lo que ella ofrecía siempre lo hacía con todo su empeño.
- Lo sé, Fernanda, pero suéltate un poco y permítete explotar de felicidad. Eras la única mujer y la de menos edad de todos los candidatos, estás haciendo historia, no solo en esta compañía, sino en el mundo empresarial –dijo Gustavo y Fernanda solo atinó a ampliar mucho más la sonrisa y a santiguarse, en agradecimiento a Dios-. Bueno, por ahora está bien, aunque puede mejorar tu forma de celebrar al obtener un logro –soltó Gustavo sonriéndole y admirándola por lo controlada que era-. Con mi asistente coordinarás todo lo concerniente a tu traslado a Perú, pero te adelanto que la compañía cubrirá todos los gastos de tu permanencia en Lima, y tu sueldo se incrementará por cinco -la sonrisa en el rostro de Fernanda se mantenía mientras escuchaba las novedades que compartía Gustavo con ella. Ahora podría pagar en menos de seis meses la hipoteca de sus padres y darle tranquilidad a ese par que se esforzó por sacarla adelante, tanto que por eso terminó siendo hija única.
- Gracias, Señor Puig. Le demostraré que soy la persona idónea para el puesto alcanzando todos los objetivos que nos propongamos como empresa.
- ¿Eres consciente de que te alejarás de tus padres, tu única familia? –esta pregunta reflexiva la tenía que hacer Gustavo para que, si no se había percatado que estaría sola en un país distinto y que no conocía, tuviera la oportunidad de desistir del viaje.
- Sí. Aunque son varios los años que ya no convivo cerca de mis padres porque ellos radican en otro estado, sé que al estar en Perú la distancia que tendré que surcar para llegar a ellos será más grande, pero mi objetivo de vida lo vale –Gustavo llevaba conociendo a Fernanda los últimos cuatro años y nunca se había preguntado qué era lo que motivaba a esa mujer a competir sin temor alguno contra hombres bajo términos y condiciones que la gran mayoría de veces no le favorecían, causándole un enorme desgaste emocional.
- ¿Solo tienes un objetivo en tu vida? ¿Me puedes decir cuál es? –Gustavo empezó a tener mucha curiosidad por saber cuál era ese objetivo, ya que Fernanda era una mujer que aparentaba tener más de uno.
- Ser su reemplazo en la Dirección General de TeleCom Group –a Gustavo se le escarapeló la piel al ver la determinación en los ojos de Fernanda. Aunque no sabía todas las vicisitudes que tuvo que pasar para llegar a dónde estaba, se imaginaba que el camino no había sido fácil, por lo que ella era una mujer fuerte, resiliente y muy empoderada que sabía quién era y nadie la podría hacer menos.
- Fernanda, abriré un paréntesis en nuestra conversación de trabajo para iniciar una a nivel personal donde tú y yo solo somos dos personas, sin títulos ni diferencias de rango jerárquico. Debo, antes que nada, indicar que si hago esto es porque te aprecio, y al provenir de una familia de inmigrantes como la mía, creo que debo darte una mano. El ser gerente regional no va a bastar para que dentro de unos diez o quince años te tome en cuenta como mi reemplazo –el gesto de duda en el rostro de Fernanda se dejó ver y Gustavo entendió que la mujer que tenía enfrente ya no era su empleada, sino una amiga a quien estaba orientando.
- Pero entre los nuevos estatutos se indican los requisitos para el puesto de director general, señalando como básico el ser uno de los gerentes regionales vigentes a la fecha de tu retiro –Gustavo asentía moviendo la cabeza.
- Sí, lo sé, pero hay otros que se han fijado y no lo he hecho público porque, desde mi punto de vista, si un candidato los conoce de antemano podría hacer los cambios necesarios en su vida para ser considerado mi reemplazo, y eso me parece que es hacer trampa –Fernanda empezó a sentirse incómoda. Parte de su seguridad descansaba en el conocimiento que manejaba, por lo que, al desconocer algo, empezaba a sentirse insegura, y eso no le gustaba. Gustavo pudo leer lo que le estaba ocurriendo a esa mujer que en verdad apreciaba e inconscientemente prefería para que sea su relevo en la Dirección General de TeleCom Group, por lo que hizo algo que nunca antes había pensado que sería capaz-. Fernanda, voy a ir en contra de mis propias reglas porque en verdad me caes muy bien y creo que tienes todo lo que exijo en un profesional para sustituirme, pero también quiero que poseas cualidades que mi padre y abuelo tuvieron y yo no –la cara de Fernanda mostraba que estaba analizando rápidamente qué era eso que Gustavo no había alcanzado y sus ancestros sí-. Lo que necesitas para ser mi reemplazo es casarte y construir una familia.