Rescátame

Capítulo 2

Capitulo 2. No dejes de mirarme. 

LUNA ROSE 

El sonido de alguien golpeando constantemente el vidrio a mi lado es lo que me atrae de nuevo a la realidad, mis ojos se van abriendo poco a poco, mi cabeza parece estar a punto de estallar y mi cuerpo se siente como si alguien me hubiese arroyado con un camión de carga varias veces. Lo primero que veo es el vidrio delantero de mi auto el cual ha quedado en dirección al final del abismo, un grito aterrado sale de mi garganta al ver la gran caída que me espera ansiosa, unas gruesas raíces son lo único que impiden que mi auto caiga al vacío. Pero eso no es lo único peligroso, toda la parte delantera del auto está en llamas. 

Mi respiración se agita.

 De repente un fuerte golpe se escucha en la ventana del asiento detrás de mi, el vidrio se rompe en mil pedazos y la persona que lo ha hecho introduce su mano en el espacio que ha quedado entre mi asiento y la puerta para quitar el seguro y abrirla, ahogo un grito cuando la persona abre la puerta por completo y esta se desprende del auto cayendo al vacío, mi vista es borrosa por lo que no puedo verlo con claridad aún. Pero entonces habla con una voz ronca y demandante, y me doy cuenta de que es un hombre. 

— Bien, estás despierta.—celebra agitado—. Necesito que me ayudes desabrochándote el cinturón de seguridad. 

Niego con la cabeza. 

— ¡Voy a caerme!—hablo entrecortadamente, el hombre suspira. 

— No vas a caerte, voy a sujetarte, lo prometo. Pero necesito que hagas lo que te ordeno o ambos vamos a caer al vacío, y no sé tú, pero yo no soy fan de los clavados a esta altura.

 Quiero reír por su comentario pero el miedo y el dolor no me lo permiten, cerrando los ojos con fuerza tanteo el broche del cinturón de seguridad y lo desabrocho con éxito. 

— ¡Bien hecho!—me felicita él liberándome del cinturón y pasando su brazo detrás de mi espalda—. Necesito que rodees mi cuello con tus brazos lo más fuerte que puedas, voy a jalarte hacia afuera, cuando lo haga enrolla tus piernas en mi cintura, ¿puedes hacerlo? ¿tienes movilidad en tus piernas? 

Intento mover mis piernas y gracias a todo lo sagrado estas me responden. 

— Puedo moverlas. 

— De acuerdo, lo estás haciendo bien Luna Rose, vamos a hacer lo que te he dicho, pase lo que pase no te sueltes de mi, ¿bien?—pregunta haciéndome rodear aun cuello con mis brazos, asiento asustada—. No linda, necesito más que eso, prométeme que no vas a soltarme.

 Trago fuerte sin abrir mis ojos. 

— Lo prometo. 

— ¡Eso queria oír! 

Y entonces sin darme la oportunidad de decir algo más, de un brusco jalón él me saca del auto, grito aterrada pero enrollo mis piernas en su cintura tal y como él me lo dijo, lo abrazo con fuerza aferrándome a él, aferrándome a la vida a pesar de que lo que más quería al principio era caer, el auto hace un ruido escalofriante y el sonido de algo quebrándose me hace abrir los ojos y apreciar como el auto que mi madre me regaló a los diesciseis años cae al vacío con todas mis cosas en él. 

La explosión es inmediata cuando el auto se estrella contra las rocas.

— ¿Estás bien?

 Mi cuerpo se estremece al escuchar la voz del hombre tan cerca de mi oído, parpadeo intentando aclarar mi vista y cuando lo logro me echo hacia atrás para verle la cara a mi salvador, lo primero que alcanzo a ver son un par de ojos verdes que me miran con fijeza, trago fuerte analizando cada parte de su rostro, es un hombre bastante atractivo, su cabello se encuentra oculto bajo un casco de protección pero por el color de sus cejas intuyo que puede ser castaño claro, es musculoso, puedo sentir sus fuertes músculos mientras me sostiene. Él tiene unos labios gruesos y muy rosados, su piel blanca se encuentra húmeda por el sudor. 

El hombre parece haberse quedado paralizado mirando mis ojos porque apenas puedo sentir su respiración chocando contra la mía, debe sacudir un poco su cabeza para volver a la realidad, una sonrisa apenada se forma en sus labios húmedos.

 — ¿Te encuentras bien?—repite después de aclarar su garganta.

 Desvío la mirada tímidamente y asiento despacio. 

— Estoy bien.—murmuro bajito.

 Mis ojos se dirigen hacia bajo y es entonces cuando el vértigo me ataca. 

— ¡Ay por Dios, ay no!—chillo removiéndome desesperada. 

Un fuerte ventarrón de aire nos sacude al mismo tiempo y la cuerda parece ceder un poco por lo que casi caemos. 

— ¡Tranquila! ¡Jefe súbenos ya, estamos listos!—grita a través de lo que parece ser un auricular, entonces él vuelve a mirarme—. Tranquila, parece que le tienes miedo a las alturas. 

Él afianza su agarre sobre mi cintura mientras que comenzamos a ser subidos, desvío la mirada hacia arriba solo para ver como nos acercamos a un helicóptero. 

— Oye, mírame.—le obedezco y lo miro solo a él—. No dejes de mirarme, ¿si?

 — Okay. 

En pocos minutos nos logran subir al helicóptero y es entonces cuando finalmente la tormenta se deja venir. 

— Bien hecho, Kai.—un hombre mayor felicita al hombre que me ha salvado y voltea a verme—. Ese es un gran golpe, necesitarás unas puntadas, Henry, déjanos en la carretera para que los paramédicos la examinen mejor.

 — Copiado, Jefe.

 Permanezco en silencio sujetando mi cabeza, fuertes punzadas de dolor se presentan tras pasar el miedo y la adrenalina, de vez en cuando mi visión se torna borrosa, apenas soy consciente de que el hombre que me ha salvado se ha sentado a mi lado y me observa con preocupación. 

El casco ha desaparecido de su cabeza, casi sonrío al darme cuenta de que le he atinado al color de su cabello pues este es efectivamente de un color castaño bastante claro, casi rubio.

El helicóptero aterriza en medio de la carretera y todo pasa tan deprisa que ni siquiera tengo la oportunidad de hablar una última vez con el chico, solo su nombre se queda en mi mente... 




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