Rescátame

Capítulo 3

Capitulo 3. Bella durmiente.

 KAI 

Una semana ha pasado desde que conocí a Luna Rose, esa chica de veintidós años que quiso matarse lanzándose a un acantilado de más de doscientos metros. No quiero ni imaginarme el impacto del golpe que pudo haber experimentado si aquellas raíces no hubiesen estado allí. Ha pasado una semana y no he podido dejar de pensar en ella ni un segundo.

 ¿Estará bien? ¿Habrá sobrevivido? ¿Habrá muerto? 

Mi pecho se comprimía al tan solo penar que aquellos ojos tan atrapantes no volverían a ver la luz nunca más. Sé que debería de ser más profesional, pero es la primera vez que me pasa algo así en los cuatro años que llevo trabajando en el equipo de rescatistas de Los Ángeles. Mi trabajo no es sencillo y conlleva mucha responsabilidad y arduo entrenamiento, he acudido a enormes accidentes, complicados, peligrosos y algunos poco comunes, cada día ocurre algo nuevo, pero jamás alguien se había quedado de esta forma en mi cabeza como esa chica. 

Quizás es el hecho de que intentó suicidarse siendo tan joven, o tal vez por la forma en la que me miró; tan asustada, tan vulnerable.

 Me despido de Kelly quien sigue acostada en la cama dormitando y tomo camino hacia mi trabajo, a veces no puedo evitar pensar que me apresuré mucho al aceptar que ella se mudara conmigo a mi apartamento, apenas llevabamos cinco meses de salir cuando ella me propuso la idea y yo sin pensarlo mucho acepté. Yo la quería mucho, pero en el fondo admitía que no la conocía bien todavía. 

Llego a mi puesto justo a tiempo, saludo a mis compañeros amablemente y comienzo a acomodar mis cosas en mi taquilla. De pronto siento una palmada en la espalda y me volteo rápidamente, al instante me encuentro con el rostro sonriente de Jefe.

 — Te tengo una buena noticia, niño.—dice antes de que pueda formular una sola palabra, mis cejas se disparan al cielo y él se ríe—. Ya que te he visto preocupado estos últimos días y sé la razón, me moví a investigar algunas cosas. 

— ¿De qué estás hablando, viejo? 

— Sé que te preocupa la niña del acantilado, Luna Rose. Y aunque debería aconsejarte ser más profesional y olvidarte de ella, decidí buscar información para que estés más tranquilo.—me explica sacando un papel de su mochila—. Uno de los paramédicos que la atendió era un conocido, así que recurrí a él. Dice que llevaron a la chica al hospital... Centinela Hospital Medical Center, está a veinte minutos de aquí. 

Mi corazón da un salto al escucharlo y no puedo evitar emocionarme. 

— ¿Y sabe cómo está ella?—le pregunto—. ¿Sigue allí o ya salió? 

— Dice que ella sigue allí pero no sabe nada de su estado, solo familiares o alguien cercano puede ir a preguntar por ella. Pero por lo visto la chica no tiene a nadie en el mundo, su madre perdió a toda su familia cuando era joven y del padre no se sabe nada, parece ser que no la reconoció.

 Hago un sonido nasal y desvío la mirada hacia la pared detrás de él, la idea de ir a buscarla llega a mi mente tan rápida e inevitablemente.

 — No estarás pensando en ir a verla, ¿no?—dice Axel con sospecha. 

— Bueno... no es una mala idea. 

— Niño, te dije todo esto solamente para que ya no estuvieras preocupado y volvieras a concentrarte en el trabajo, además, ¿que tú no tienes novia? ¿por qué piensas tanto en aquella chiquilla?

 Suspiro reposando mi espalda sobre el casillero tras de mi. 

— Solo quiero saber si ella logró sobrevivir, quiero ver con mis propios ojos que ella está bien. No me pidas más explicaciones porque no tengo ninguna para darte, quizás solo... ella me conmovió.—me encojo de hombros—. Y sí tengo novia, de hecho vivo con ella. 

— ¿En serio? ¿pero cuántos años tienes niño? Con esa cara de bebé que cargas he llegado a pensar que eres un crío de quince. 

Ruedo mis ojos mientras que el barbudo papanatas se echa a reír de mi.

 — Tengo treinta, anciano. ¿Y tú cuantos? Con esa cara de viejo he llegado a pensar que te has escapado de algún asilo. 

La sonrisa se borra de su rostro y me mira con seriedad apuntándome con el dedo. 

— Te has pasado mocoso, pero no olvides que soy tu jefe. Ahora a trabajar, niño cara de muñeco Ken. 

Bufo siguiéndolo. 

~~💙~~ 

Mi jornada de trabajo hoy termina más temprano que de costumbre, por lo que decido marcharme directamente a casa. Al llegar me llevo la sorpresa de que Kelly ha salido de compras con sus amigas como por décima vez en la semana, por lo que luego de darme una ducha y cambiarme con un jean negro y una camisa cuello v blanca, tomo mis llaves y mi teléfono para después marcharme nuevamente, pero esta vez mi destino era uno muy diferente al de la mañana; el Centinela Hospital Medical Center.

 El viaje dura unos veinticinco minutos por el tráfico de siempre, al llegar bajo del auto y camino hacia la recepción donde una joven se encuentra concentrada en la pantalla de una computadora pero al notar mi presencia sus ojos no se despegan de mi, le sonrío con amabilidad y ella parece suspirar, frunzo el ceño ante su extraño gesto.

 — ¿E-en qué... puedo ay-yudarte?—balbucea aparentemente nerviosa. Aclaro mi garganta un poco incómodo por el análisis bastante descarado que ella le da a mi cuerpo. 

— Estoy buscando a una chica que trajeron aquí hace una semana.

 — ¿Cuál es su nombre? 

— Luna Rose Stanley. 

La muchacha retira su mirada de mi cara, y muy de mala gana comienza a buscar el nombre de la chica. Pasan alrededor de cinco minutos hasta que parece encontrarla.

 — Si, aquí está. Luna Rose Stanley, de veintidós años, fue ingresada hace una semana en estado crítico debido a una lesión cerebral traumática.—lee en la pantalla y luego dirige su mirada de nuevo a mi—. Eso es todo lo que puedo decirle, debe ser un familiar o algún conocido íntimo para decirle más y dejarlo entrar a verla... 




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