Capitulo 10. Sin aliento.
LUNA ROSE
Ha pasado una semana desde que Kai y yo estuvimos a punto de besarnos, la primera semana de Noviembre pasó volando. Él siguió viniendo a visitarme, pero ambos fingíamos que lo que había pasado realmente no había pasado, actuábamos como si todo fuera normal. Charlábamos como siempre, incluso me había contado que su novia Kelly lo había dejado días atrás por un fotógrafo famoso, no supe cómo sentirme al respecto, por un lado saber eso me daba esperanza y ya no me sentía una mala persona por querer a alguien ya comprometido en una relación, por otro lado me sentía enfadada por lo que Kelly le había hecho, me sentía confundida, ¿cómo es que en tres años no logró amar a Kai? Si yo en pocos días ya me estaba volviendo loca por él. No entendía su actitud, pero comprendía que algunas veces el amor no surge de la nada ni con diez años de matrimonio, el amor es algo tan complicado, tan doloroso pero sobre todo tan poderoso. Creo que solo hay que encontrar a la persona correcta y va a pasar.
En los siete días de la semana habíamos hecho un montón de cosas juntos, en parte para distraernos de todo, habíamos asistido a mis sesiones de fisioterapia en las que había avanzado muchísimo, ya podía caminar sin sentirme como una bebé aprendiendo a caminar. Luego de las sesiones ambos volvíamos a mi habitación a ver películas o subíamos a la terraza a mirar el atardecer mientras él me contaba cómo había sido su día de trabajo como rescatista; el día martes pasado se había descolocado el brazo rescatando a un señor de la tercera edad de caer de un balcón, pero después de tres días con vendajes y medicamentos ya se sentía mejor.
Mi doctor ya nos había confirmado que me darían de alta en cinco días, mi plan al salir es ir a quedarme con mi amiga Olivia en San Francisco un tiempo mientras pienso qué hacer con mi padre, sé que debe estar buscándome y no tardará en encontrarme, es cuestión de tiempo.
No sabía qué iba a pasar conmigo y con Kai, pero deseaba con desesperación poder seguir viéndolo, no quería perderlo.
Él es alguien demasiado importante para mi, lo veo todos los días, él está conmigo cuando más lo necesito, se preocupa por mi y me hace sonreír todo el tiempo, sin él sé que no podré volver a sentirme así, lo amo y ese es el sentimiento más hermoso que he sentido en mi vida.
Pensé que él nunca lo sabría y entonces llegó este día especial que lo cambió todo.
Había estado dibujando después del almuerzo, me lo habían dejado como una tarea para ejercitar mis dedos ya que a veces se dormían o se quedaban tiesos, dibujar a mi imaginación nunca fue lo mío así que Lyla me prestó su tablet y busqué imágenes de caricaturas para recrearlas, y... Vaya, estaba descubriendo que ese era como un talento oculto que no sabía que tenía, mis caricaturas se miraban exactamente iguales a las de internet. Estuve haciendo eso durante algún tiempo más hasta que la hora de su visita llegó y él entró por la puerta luciendo guapo como siempre.
Una sonrisa se plasma de inmediato en mis labios al ver la pequeña cajita que ha estado trayendo a escondidas los últimos días.
Kai me saluda con un beso en la frente y me tiende la pequeña caja de cartón, al abrirla mi boca se hace agua al ver un pastelillo de chocolate adentro, él prometió traerme uno pequeño todos los días porque los del hospital son secos y sin sabor, le agradezco con una sonrisa de cariño y en pocos segundos acabo con el pastelillo. Él se sienta a mi lado sobre la cama, me alegra ver que ya tiene la confianza para hacerlo sin preguntarme si puede.
La siguiente hora la pasamos hablando de muchos temas diferentes, le enseño mis dibujos y él se nota bastante sorprendido por mi talento, un rato después nos encontramos recostados uno al lado del otro en la cama mirando The Vampire Diaries en el televisor de la habitación con la luz apagada y comiendo unos caramelos que logró infiltrar en los bolsillos de su chaqueta.
— No sé por qué Elena eligió a Damon.—alega de pronto, volteo a verlo atenta queriendo saber su opinión—. Si yo fuera una chica y me pusieran a elegir entre esos dos me hubiera quedado con Stefan, digo, Damon es el chico malo y todo eso, pero Stefan es... Stefan.
— Qué lindo que te hayas enamorado del hermano bueno, Kai, eso habla muy bien de ti, no eres un tóxico.—me burlo.
— Deja de burlarte de mi, yo solo digo, además, si yo fuera Elena jamás hubiese tenido el valor de andar con los dos hermanos, ¡mierda, eso debió ser doloroso para Stefan!
— Y seguimos hablando de tu crush.
Él pincha mi costilla juguetonamente con su dedo haciéndome reír. Muerdo mi labio inferior al bajar la mirada hacia mi brazalete, mis dedos juegan con los pequeños dijes y de pronto recuerdo que ha pasado más de un mes y yo no le he agradecido por su regalo, y es que con toda la angustia y todos los problemas que surgieron al despertar olvidé por completo que él me había dado este hermoso obsequio.
— Kai...
— ¿Mmh?
— Creo que nunca pude agradecerte por esto.—alzo mi mano derecha donde la pulsera reluce de una forma tan delicada y preciosa—. Con todo lo que pasó olvidé decirte que me pareció un hermoso gesto de tu parte, me encanta cada dije que elegiste para él, mi favorito es el casco.
Alzo la mirada hacia él, se encuentra sonriendo con la mirada fija en la pulsera, su mano izquierda se alza para tocar los dijes y a la vez toca mi piel, de nuevo el revoltijo de sensaciones invade mi estómago y la ansiedad se suma esta vez.
— Cuando lo compré no dejaba de pensar en ti, deseando con toda la fe del mundo que despertaras para poder dártelo, encontré los dijes dos días después de haber comprado la pulsera. Estaban en una vitrina en la tienda de antigüedades de mi madre, ella tenía una caja con muchísimos dijes, pero estos llamaron mi atención por completo, quería que tuvieras algo mío para que me sintieras a tu lado cuando no estuviera cerca.
Editado: 20.06.2022