Capítulo 19. Dolor insoportable.
LUNA ROSE
Escucho como su respiración se torna pesada al escuchar mi voz. Kai guarda silencio durante un largo rato hasta que por fin parece reaccionar y comienza a balbucear incoherencias provocando que un nudo enorme se forme en mi garganta.
— ¡Luna Rose! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Estás bien?! Dime dónde estás y voy a ir a buscarte hermosa, solo dime a dónde ir.
Muerdo mi labio aguantándome como puedo el llanto que lucha por salir desde lo más profundo de mi pecho.
— N-no quiero que me busques más Kai.—lo interrumpo con la voz débil—. Quiero que me dejes en paz, yo estoy bien al lado de mi pareja, ya no me busques.
El silencio al otro lado de la línea es doloroso, el solo imaginarme su rostro en este momento me rompe en millones de pedazos. Desearía poder decirle algo para que descubra que estoy mal, desearía poder darle pistas de dónde estoy pero... no puedo.
— No...—el susurro que escucho un momento después está lleno de tristeza—... No te creo nada, dime dónde estás y voy a ir por ti, ¿estás fuera del país? Dime, por favor.
Trago fuerte clavando los ojos en Víctor.
— No.—respondo corta y precisa.
Kai suelta un suspiro lleno de alivio.
— ¿Sigues en California?
Mi respiración se agita por la adrenalina, tengo a Víctor enfrente mirándome con sus ojos de demonio mientras sostiene un arma contra mi barriga, entonces caigo en cuenta de que sólo lo hace para asustarme, él no va a disparar porque si lo hace yo también podría morir... él no va a disparar.
— No estoy en California...
Ahogo un grito cuando Víctor cuelga la llamada de golpe y me agarra del cabello con furia, él suelta un gruñido a la vez que me estrella contra la pared.
— ¡¿Qué crees que haces maldita perra?! —grita fuera de si sobre mi rostro haciéndome cerrar los ojos asustada—. ¡¿Te quieres pasar de lista, eh?! Voy a matarte...
— No puedes matarme, no puedes matarme porque entonces tu jodida deuda no se pagará, ¿lo olvidas? ¡Soy tu seguro de vida, imbécil de mierda!
Él gruñe de nuevo como un animal salvaje, puedo ver en sus ojos sus ansias por matarme, pero no lo hace porque sabe que tengo razón. Entonces sus ojos negros adquieren un nuevo brillo de maldad que me pone los pelos de punta.
— A ti no te puedo tocar, pero a tu querido rescatista si.—susurra—. Ya lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo y esta vez te aseguro que no voy a fallar...
El miedo me paraliza al instante.
— ¿D-de qué hablas?
— Hace unos meses tu novio tuvo un accidente en su trabajo, ¿recuerdas esa vez que casualmente cayó de su arnés?
El recuerdo de Kai sobre una camilla de hospital con el brazo roto y completamente golpeado se me viene a la cabeza, recuerdo que dijo que había tenido un problema con el arnés que lo sostenía al rescatar un bus escolar de caer por un puente.
— ¿Quién crees que manipuló ese arnés para que fallara a la hora de usarlo? ¿Quién crees que pilotó el helicóptero ese día?—una sonrisa de burla se forma en sus labios al ver la mirada llena de horror que le dedico—. Tu querido padre es un hombre multitalentos, mira que saber pilotear un helicóptero no es tarea fácil, tampoco lo es estropear un equipo de rescate.
Niego con la cabeza sin poder creer que Víctor realmente puede llegar a tal extremo.
¿Cómo fue que mi madre se enamoró de esta escoria?
¿Cómo es posible que yo sea su hija?
Ahora entiendo el porqué cuando era una niña ante mis ojos Víctor era el monstruo al que más le temia, para mi no existía el monstruo del armario, ni el de abajo de la cama... el verdadero monstruo que siempre me atormentó fue mi propio padre.
— Tú no eres un hombre... eres una basura.
Gimo de dolor cuando me estampa de nuevo la cabeza contra la pared de concreto con fuerza. Mi cuerpo tiembla cuando acerca su asquerosa boca a mi oído.
— Voy a marcarle de nuevo, y esta vez más te vale decirle lo que acordamos o sino voy a ir hasta donde ese bastardo esté y voy a traerlo aquí contigo, pero para matarlo frente a tus ojos. Le haré lo mismo que le hice a Sonia pero antes me daré el gusto de torturarlo enfrente de su amada y su pequeño bastardo.
Grito rabiosa intentando darle puñetazos en la cara pero él me somete sin dificultad y se ríe en mi rostro, apenas alcanzo arañarle su asquerosa cara pero la satisfacción de verlo sangrar es grata para mi.
Víctor hace una mueca de enojo al sentir la sangre bajar por su mejilla, pero lo ignora y busca de nuevo el número de Kai en el teléfono.
— Dile que deje de joderte la vida y que te deje en paz, si no lo haces ya sabes lo que le va a pasar. Si cometes otra idiotez no sólo él va a pagar las consecuencias, cuando éste pequeño bastardo nazca lo voy a ir a dejar en medio del bosque para que los coyotes se den un festín con él, ¿entendiste, puta?
Ahogo un fuerte sollozos que pugna por salir de mi boca, pero no puedo reprimir el llanto silencioso, no hay forma de poder decirle nada a Kai, me duele el hecho de tener que lastimarlo de nuevo y que esta vez las palabras hirientes vayan a salir de mi propia boca. Él jamás va a perdonarme lo que le diré, pero debo hacerlo porque no voy a arriesgar su vida ni la del bebé, prefiero que viva odiándome a que muera por mi culpa. Prefiero que mi hijo crezca al lado de su padre y no muera a manos de los monstruos que me atormentan.
Prefiero renunciar a ambos con tal de que vivan.
Hace unos meses la muerte me sabía a libertad, pero ahora, cuando hablamos del hombre al que amo y al hijo que espero de él, simplemente... ya no es tan bonito.
Victor marca el número de Kai en el teléfono una vez más mientras que yo trato de tranquilizar mi respiración agitada. Trago saliva intentando aclarar mi garganta y normalizar mi voz, y una vez que Víctor pone el teléfono sobre mi oído y la voz de Kai vuelve a escucharse me transformo en otra persona. La frialdad invade mi voz, hago la mejor actuación de mi vida y me encargo de hacerlo odiarme.
Editado: 20.06.2022