Rescátame

Capítulo 20

Capítulo 20. Gotita de esperanza. 

LUNA ROSE 

El tiempo ha pasado lento, doloroso y agonizante desde aquella llamada, las cosas no han cambiado en lo absoluto. Por las mañanas una de las mujeres de Víctor viene a dejarme desayuno, luego otra vuelve con el almuerzo, la cena la trae él mismo solo para asegurarse de que sigo viva y el bebé no me ha matado. Él ha estado tenso desde que supo que Iker estaba desaparecido en México, y para su desgracia ya no tiene los medios para mandarlo a buscar, al parecer se encuentra más hundido de lo que creía.

 No me he sentido mejor después de haber hablado con Kai, el dolor sigue incrustado en mi pecho pero me he resignado a que lo he perdido y quizás es mejor así, él va a olvidarme y luego va a seguir con su vida al lado de alguien más, alguien mejor que yo. Lo único que me importa ahora es lograr que el bebé llegue a él, mi plan no puede tener ningún fallo porque sé que el único que pagaría por mi error sería mi pequeño y eso es lo que más terror me da de todo esto. Víctor es capaz de todo, si secuestró a su propia hija para darla como pago a un criminal anciano es capaz también de matar a un bebé, a su propio nieto. 

Conforme fueron pasando los días fui aceptando mi destino, sabía que en poco tiempo Máximo iba a venir a por mi y me haría una más de sus tantas mujeres, sabía que después de caer en sus manos mi vida iba a cambiar para siempre, iba a cambiar para mal. Nunca conocí al gran Máximo Romanov, pero supe de él porque Víctor no paraba de hablar maravillas sobre su persona cuando le dio aquel gran préstamo, sé que tiene sesenta y cinco años, es ruso y desde hace treinta años que vino a Estados Unidos a extender aún más su gran imperio, sé que tiene mujeres en todos lados y las trata como esclavas, sé que está buscando a una mujer joven para convertirla en su nueva esposa, sé que Víctor le ha hablado maravillas sobre mi y aunque no está entusiasmado por conocerme su curiosidad lo anima a venir por mi. Sé y estoy consciente de que una vez que me mire no va a haber escapatoria, seré de su propiedad.

 No importa hacia dónde mire, no importa cuánto busque una salida, no importa cuánto desee escapar... Cuando Máximo Romanov venga por mi, todo se acabará. 

Mis ojos se abren lentamente después de haber dormido tan sólo unas dos horas, la noche anterior había devuelto el estómago como tres veces antes de caer en cama con mucha fiebre, no tenía ni idea de lo que estaba pasándome pero me hacía una idea de la causa; el lugar estaba lleno de humedad, moho, arañas y muchos insectos. Intentaba limpiarlo bien todos los días pero era imposible que no se llenara de bichos, el que no tuviera ventanas solo empeoraba todo porque el aire apenas entraba, mucho menos entraba la luz solar, todo es una mierda húmeda y asquerosa. Mi garganta se encuentra seca y mis músculos engarrotados, pero lo que más llama mi atención y me preocupa es el dolor punzante que comienzo a sentir en mi vientre, mi corazón se acelera pero trato de mantenerme tranquila porque si me vuelvo loca solo empeoraré las cosas. 

Pero al cabo de unas horas el dolor se hace más intenso y decido comenzar a actuar, para mi suerte el lavador a diferencia de la ducha si tiene agua caliente así que humedezco algunos pedazos de tela y los coloco sobre mi vientre, me alivian un poco pero sólo es por unos minutos. 

El día pasa y el dolor no se ha ido, hace aproximadamente unas dos horas he comenzado a sentir fiebre de nuevo, y recuerdo que mi madre me decía que si había fiebre era muy probable de que se tratara de alguna infección. Si no estuviera embarazada me hubiese atrevido a automedicarme para sobrevivir pero tengo miedo de que si lo hago afecte de alguna forma negativa al bebé. No hay nada que pueda hacer más que esperar a que mi cuerpo combata la infección por si solo. 

Por la noche Víctor no baja con la cena, de hecho nadie viene y asumo que no debe haber nadie en la cabaña, así que me voy a dormir con el estómago completamente vacío porque hace horas que devolví todo por el inodoro. Mis ojos se abren de golpe al sentir un ardor que escuese en mi feminidad, un gemido doloroso se me escapa cuando siento una punzada justo al final de mi vientre, mi espalda duele y mi cuerpo entero ha comenzado a temblar, estoy bañada en sudor pero también noto que el colchón debajo de mi trasero está completamente mojado. 

Mis cejas se juntan en confusión y mis ojos se dirigen rápidamente hacia la pared donde ayer marqué los ocho meses que llevo encerrada. 

— Solo tengo ocho meses, ¿qué está pasando?—susurro con miedo. 

Mis manos se posan sobre mi barriga, el bebé se mueve como loco dentro de mi, muerdo mi labio inferior  con fuerza al sentir la presión que hace desde adentro, los latidos de mi corazón se disparan cuando finalmente caigo en cuenta de que debo estar en labor de parto. El terror invade mi sistema nervioso y por un momento me paralizo sin saber qué hacer. 

Las palabras de Víctor hacen eco en mi memoria: "Te las vas a arreglar tú sola cuando ese bastardo nazca." Él no va a ayudarme, debo superar esto sola. 

Me reincorporo del colchón con dificultad y busco en los cajones del pequeño gabinete sobre el lavador las cosas que Víctor me trajo hace algunos días; alcohol, dos toallas pequeñas y un balde que lleno con agua caliente, soportando el dolor pongo las toallas extendidas en el colchón y me recuesto sobre ellas, mi respiración es un desastre así que empiezo a inhalar y exhalar despacio, al cabo de unos minutos las cosas solo empeoran más y más, he comenzado a sentir el impulso de pujar y la fiebre ha vuelto, mi boca continua seca y mi cabeza duele. 

— Por favor... ya sal.—susurro sin aliento luego de estar pujando por mucho tiempo. 

Ahogo un grito y mis manos retuercen la sábana que cubre el colchón, puedo sentir los latidos de mi corazón excesivamente acelerados, mis dientes rechinan y mis ojos se cierran por la debilidad. Y cuando pienso que todo no puede ir peor mis ojos comienzan a ver puntos negros; estoy a punto de desmayarme por tanto dolor. Entonces el llanto sale de mi, tengo miedo, estoy sola en la oscuridad a punto de tener un bebé prematuro y el panorama no es alentador. Mojo un pedazo de tela con agua fría esta vez y un poco de alcohol para ponerme sobre la frente y así despertar, los minutos pasan y a pesar de que el mareo ha cesado un poco siento que voy a morir en cualquier momento. 




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