Rescátame

Capitulo 30

Capitulo 30. El final de la tormenta.

LUNA ROSE

Todo parece haberse detenido, el tiempo dejó de correr a mi alrededor. Solo puedo observar la escena frente a mi sin poder mover ni un solo dedo, por fuera no puedo formular una sola palabra pero por dentro no dejo de gritar y maldecirme a mi misma por el terrible error que cometí al confiar de tal manera. Por mi estupidez ahora mi hija se encuentra entre los brazos de un maniático siendo acechada por la muerte una vez más y yo no encuentro ninguna forma de salvarla sin ponerla en riesgo.

Solo puedo pensar en ella y en el terrible peligro al que la he expuesto por ser tan tonta.

Me prometí protegerla a ella y a Kai, sin embargo he fallado estrepitosamente y he sido yo misma quien le ha abierto de par en par las puertas de mi hogar al ser más despreciable y maldito que puede existir.

Cometí el peor error de mi vida.

— ¿Te comió la lengua el gato, hijita? Oh vamos, habla con papá. Dime, ¿A caso no tengo yo a la nieta más hermosa del mundo? Me pregunto cuánto más o menos me darán si la vendo también...

— ¡No te atrevas a tocar a mi hija!—gruño enfurecida sacándole una carcajada llena de gozo.

Hope comienza a llorar al instante y Víctor la mira con asco.

— Mira lo que has hecho, asustaste a mi cariñito.—niega con la cabeza y se dirige a la bebé—. Tu madre es un maldito insecto inútil que no sirve ni para pagar una deuda sin joderme la vida.

Las lágrimas escapan de mis ojos, estoy tan asustada y enojada que lo único que puedo hacer es llorar en silencio e intentar pensar en algo que pueda ayudarme a alejar a Hope de Víctor. Mi mente también piensa en Kai y en que en cualquier momento puede llegar a poner un pie en el lugar, no quiero ni pensar en lo que Víctor le haría si lo llega a ver; Lyla dijo que Víctor venía también por Kai.

— Déjala en paz Víctor, es solo una bebé. Ella no tiene la culpa de tu mierda, ¡Ella no tiene la culpa de nada! ¡Quien te entregó a la policía fui yo, no ella!

El hombre deja de ver a la bebé y se suelta a reír a carcajadas regresando su turbulenta mirada hacia mi.

— ¿Víctor? ¿Ya no soy "papá"?

— Dejaste de ser mi papá en el momento en el que decidiste comenzar a verme como un objeto sin valor.—suelto con la voz temblorosa y llena de dolor—. Nunca esperé nada de ti, nunca recibí ni el más mínimo gesto de amor por parte tuya pero eras mi papá y yo te lo perdonaba. Mamá siempre decía que solo necesitabas tiempo para darte cuenta de lo especial que yo era; esperé ese maldito momento durante toda mi vida, un momento que nunca llegó.

Niego con la cabeza llevándome una mano hacia el pecho donde mi corazón parece estar en llamas, el dolor es tan fuerte que me asusta, aún así continúo.

Él me escucha indiferente, sin ninguna pizca de remordimiento.

— En cambio lo único que me diste fue dolor, nunca me quisiste, nunca. Y ya no te perdono nada porque ya no te considero nada en mi vida, ya no eres nadie para mí. Ahora te haz reducido a ser un patético intento de villano que aunque luche por conseguir lo que quiere ni en sus más grandes sueños logrará ganar. Podrás secuestrarme, venderme o simplemente matarme, no importa, jamás dejarás de ser un don nadie.

Él suelta una risa corta pero diabólica que me pone los pelos de punta.

— Pues este "don nadie" resurgió de las cenizas como un ave fénix, intentaste hundirme en la caldera más caliente pero escapé del infierno y vine por ti perra inmunda.—susurra con veneno—. Estuviste a punto de lograrlo; me traicionaste, hiciste que todos mis socios me desecharan como basura y me dejaran sin nada, pero olvidaste que Víctor Lorentz siempre tiene un az bajo la manga.

Sus ojos se mueven hasta quedar fijos detrás de mi, su sonrisa macabra me quita el aliento y un escalofrío recorre toda mi columna vertebral cuando escucho los pasos de alguien más detrás de mi.

Con la respiración hecha un desastre me doy la vuelta lentamente y de inmediato mis ojos húmedos se encuentran con los oscuros y fríos ojos negros de Iker Castillo quien sostiene fuertemente a Lyla del cabello y me dirige la misma sonrisa malvada que me da Víctor a unos metros de nosotros.

Lyla llora desesperada, sus ojos verdes llenos de lágrimas me gritan "perdón", intenta decirme miles de cosas pero cada vez que sus labios se abren lo único que sale de ellos son sollozos estremecedores que me parten el corazón. Sé que ella no los trajo hacia nosotros por gusto, ahora sé que debieron haberle hecho algo para que nos traicionara, es por eso que me duele tanto su dolor.

— Hola, hermanita.

No respondo al saludo de Iker y él sonríe más ante mi silencio.

— ¿Esperabas verme muerto? Es una pena para ti que siga vivito y coleando, qué mal por ti, puta; tus deseos no se cumplieron.—murmura soltando una risa ronca, horrorizada veo como jala el cabello de Lyla y acerca su cara al cuello de la pelirroja para lamerlo como si fuera una paleta de helado provocando que ella chille e intente separarse de él.

— ¡Déjala en paz maldito enfermo!—chillo dando varios pasos hacia ellos para intentar separarlo de ella.

Me quedo quieta cuando de repente saca una navaja y la coloca peligrosamente sobre la piel del cuello de Lyla.

— No te muevas o le rebano el cuello a tu preciosa amiguita.—amenaza el enfermo—. Tus berrinches no van a borrar todo lo que disfruté de poseer a esta belleza. Ella no lo admite pero sé que le gustó que la hiciera mía anoche, siempre me han gustado mayores...

Un sollozo sale de mi garganta.

— Eres un enfermo.

Lyla solloza fuertemente, ambas nos miramos a los ojos y yo niego lentamente.

— Lo siento mucho...—susurro con el alma devastada sintiéndome culpable de lo que le han hecho.

El llanto de Hope que resurge con más fuerza que antes me obliga a voltear nuevamente hacia Victor.




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