En el reino Águila de Oro, el rey y sus hijos se encontraban almorzando tranquilamente, en familia.
-¡¿Qué es éso Jax?! ¡Ése no es el tenedor para comer ensaladas!- gritó el rey Ursulo al ver al mayor de sus hijos que se asustó al darse cuenta de su fatal error.
-¡Lo siento padre, fue un error!
No era culpa del muchacho, no podía dejar de pensar en la princesa Andrea.
Sólo pasaron un par de días pero simplemente no la podía sacar de su cabeza.
Era obvio que no se enamoró ya que sólo la vio una vez pero aun así, no podía dejar de pensar en ella y la quería conocer mas.
-¡Que error ni que nada, ya mismo corres tres vueltas alrededor del castillo como castigo y ni se te ocurra hacer trampa! Los guardias te vigilan.- dijo el rey, susurrando lo último con voz aterradora.
El chico se levantó de la mesa con disgusto y se fue afuera para cumplir la orden de su padre.
-¡¿Por qué sólo tres?!
A mi el otro día me hiciste dar cinco vueltas.- gritó Iris mientras miraba a su padre.
El hombre al oír a su hija la miró con el ceño fruncido mientras la señalaba con un tenedor.
-Lo tuyo fue por preguntar sí ningún príncipe te propuso formalmente matrimonio.
-¡Mis hermanos están conociendo a sus posibles prometidas!- gritó la chica mientras se ponía de pie.
-¡Tus posibles prometidos conocerán mi espada!- gritó el rey poniéndose de pie como su hija mientras Arturo intentaba comer lo mas rápido posible para escapar de ése manicomio.
Mientras padre e hija discutían, el príncipe que anteriormente fue secuestrado por un dragón estaba pensativo por la invitación al reino Fénix que recibieron.
Según el caballero que lo rescato, el rey del reino Fénix era alguien amable pasé a lucir intimidante pero un caballero no hablaría mal de su rey.
El de cicatriz en la mejilla derecha levantó la mirada del plató en dirección a su padre que se hacía la ley del hielo con su hija.
-P-padre, ¿usted conoce al padre de las princesas?- preguntó con curiosidad.
El rey Ursulo al oír tal pregunta miró a su hijo y asintió mientras recordaba a ése hombre.
-Sí, fuimos juntos a la academia de príncipes.
Es diestro con la espalda y la lanza, es algo temperamental pero es buena persona y algo heroico.
Una vez todas las princesas fueron capturadas por un raro dragón de dos cabezas y como no existía caballero negro, el rey Erick que en aquel entonces todavía era un príncipe, comando un grupo junto con otros príncipes, caballeros y algunos reyes para rescatar a todas las princesas.
Fue el primero en portar una espada encantada, el único arma que sirve para acabar con la vida de... ésos raros monstruos.
Yo en cambio al ser joven e inexperto en la lucha me quede por miedo pero así mismo me sentía un inútil.
Respondió el rey Ursulo recordando como la princesa que se convirtió en la madre de sus hijos aquella vez fue secuestrada y él no pudo hacer nada.
Samuel al oír ésa respuesta palidecio un poco ya que su padre era alguien muy orgulloso y aun así reconocía a otro rey como alguien valiente y capaz.
Lo había olvidado por los nervios pero ahora recordaba que era un rey muy respetado y se hablaba de el en la academia de príncipes.
Seguro que un rey tan heroico y respetado por todos los reinos no sería un padre celoso por sus hijas que quiera su cabeza en una bandeja de plata por ser el causante de las posibles bodas de sus hijas, ¿verdad?
-Y yo que tu práctico con la espalda, es un padre muy cariñoso con sus hijas y conquistó dos reinos sólo por que los príncipes fueron a pedirle permiso para cortejar a sus hijas.- exclamó el rey Ursulo sin darle gran importancia y Samuel sintió su cuerpo débil.
Estaba muerto, estaba tan muerto que se olvidaran de él al instante que la espada del rey Erick lo atraviese.
Iris y Arturo miraron a su hermano con una ceja levantada y luego se miraron entre ellos, algo confundidos.
¿Será qué su hermano no se dio cuenta?
No, él era el mas listo de ellos así que no había por que dudar de que no se dio cuenta de que el caballero que le salvó tiene voz de mujer, armadura con un símbolo que aclaraba que era una mujer y siempre está presenté mientras que la princesa Stephanie no.
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En el reino Fénix.
Una chica de piel clara, cabello castaño y ojos marrones con un vestido celeste tenía una espada en manos, clavandola levemente en la tierra mientras veía con una sonrisa como Candy y Luz practicaban esgrima (jugaban)
-Ésas chicas son talentosas.
La muchacha volteó su rostro y vio al rey Erick, su padre, llegando a su lado.
-¿Sabes? Nunca creí que enseñarte a manejar una espada sería lo que causaría una posible guerra.
La chica al oír éso fruncio el ceño.
La verdad, no sabía sí su padre lo decía en verdad o en broma ya que su semblante parecía el de siempre.
-Padre, no ataques al reino Águila de Oro, por favor.- pidió.
Mejor prevenir a lamentar.
El rey veía con una sonrisa como Luz estaba tirada en el suelo, fingiendo su muerte mientras Candy narraba una especie de historia tras derrotar a su amiga.
-De ustedes, Candy es la que mas se parece físicamente a su madre, en forma de actuar, tú.- dijo el hombre antes de mirar a su segunda hija.
Stephanie funcio el ceño y miró como ahora su hermana fingia estar muerta y Luz miraba el cielo, imaginando una especie de historia.
-No me compares con ésa mujer, por favor.- pidió la muchacha.
El hombre suspiro levemente al darse cuenta de que su hija no quería hablar de ése tema pero pronto se percató de algo.
-¿Dónde está Andrea?- preguntó el hombre.
-Practicando en su habitación como hablar sin atorarse con su propia saliva.- respondió la chica de manera simple.
Los príncipes tienen una maldición pero las princesas también tienen su propia historia, una historia que prefieren ignorar.
En el mundo no hay persona que no porte problemas propios, sólo hay personas que prefieren fingir que no existen.
Editado: 14.05.2021