Rescatando a los príncipes

Consejo paterno

En el reino Águila de Oro.

El rey Ursulo salió a recibir a sus hijos, respirando aliviado al verlos vivos y con todas sus extremidades.

-Bienvenidos a casa, hijos míos.
Veo que les fue bien con sus posibles prometidas.- dijo el hombre con una gran sonrisa.

Jax, sonrió levemente, Samuel desvío la mirada nerviosa y Arturo dio un suspiro como sí estuviese decepcionado.

El rey los miró con sorpresa y miró a su hija la cual se encogió de hombros.

No entendía la reacción de sus hermanos, las princesas eran geniales y las aprobada como cuñadas.

-Veo que debemos hablar.

Exclamó el rey mientras se daba media vuelta y se iba, seguido por sus hijos.

Unos minutos después.

El rey y los príncipes se reunían para hablar de manera civilizada, como la gente de la realeza que son.

-Hoy estoy de humor así que antes de mandarlos a entrenar todo el restó del día sin comida ni bebida, les dejó darme una explicación del por qué no parecen felices.- dijo el hombre, cruzandose de brazos.

No le sorprendería que el rey Erick les habría dado una que otra amenaza pero éso no era suficiente para desanimar a sus hijos... excepto a Samuel.

Jax, como el hermano mayor, decidió tomar la palabra.

-Arturo, eres el menor así que muestra respeto a tus mayores y responde primero tú.- susurro el pelirrojo, dándole un leve codazo a su hermano menor que tenía la mirada en blanco.

En verdad, estaba tan acostumbrado a éso que le deprimia.

El menor de los hermanos dio un suspiro y agachó la mirada.

-En el momento que vi a la bella princesa Candy creí ver a la mujer de mis sueños, mi mitad faltante, mi sonrisa de cada día, una chica frágil, amable y que espera ser protegida por su príncipe, pero me equivoque, ella es algo vulgar, no conoce lo que es el tacto, aveces parece que no recibió la educación suficiente para ser una princesa... o una dama al menos y no parece la damisela que espera ser protegida, mas bien es una especie de compañero en el campo de batalla.- respondió el rubio, decepcionado por ser Candy lo opuesto total a la mujer de sus sueños.

Iris, que oyó a su hermano, fruncio el ceño y cerró sus ojos.

Debía aguantarse las ganas de arrancarle todo el cabello con sus propias manos por que su padre, el rey, estaba presente.

Samuel, siendo el hijo del medio, dio un suspiro profundo y miró a otro lado, nervioso.

-B-bueno... realmente la princesa Stephanie me pareció alguien bonita y muy entretenida, es una chica fuerte, capaz, sabe pelear por lo que no necesita a nadie que luché sus batallas y también le gusta la lectura por lo que podemos intercambiar opiniones sobre libros que leímos pero... no creó ser digno de alguien como ella, se merece a alguien mejor y francamente no sé sí es totalmente honesta conmigo, después de todo, era el caballero que me rescato y nunca me lo dijo.
¿Será qué ahora debe estar riéndose de mí y seguirá haciéndolo en el futuro?

Finalizó Samuel su explicación mientras su hermana sólo lo veía con cansancio.

¡¿Qué le hace creer a su hermano que la princesa Stephanie se quiere burlar de él?!

Los dos hermanos que ya hablaron, miraron al mayor de ellos que ya no podía huir.

Tenía que pensar bien en lo que decía porque por ser el mayor, era tomado de ejemplo a menudo, lo que significaba que sí decía algo malo, su padre sería mas severo con él.

-B-bueno... verán... ¿no tienen hambre? Ya ruge la panza.- dijo con una sonrisa nerviosa pero su padre sólo lo veía con seriedad.

El chico rió nervioso y aclaró su garganta.

No podía escapar de ésa.

-Seré sincero, Andrea es hermosa y me divierte ver como intenta ser el ejemplo para sus hermanas pero su suerte no le ayuda mucho.
Nunca creí que sería capaz de sentirme tan cómodo a la hora de hablar con alguien pero siento que ella no se abre completamente conmigo y... y no es la chica de mis sueños, no es la valiente princesa caballero que siempre soñé, es mas, diría que Candy es la descripción perfecta para la chica que siempre soñé pero ahora que vi a una chica como la que siempre soñé, no llamó mi atención.
Me gusta Andrea pero sólo la veo como a una buena amiga.

Explicó el mayor de los hermanos, ya no sabiendo como era su "mujer ideal."

El rey, al oír las explicaciones de sus hijos, dio un suspiro profundo y los miró con seriedad.

-Díganme, ¿ustedes creen qué su madre era la mujer que siempre soñé, que nunca teníamos diferencia o que todo era color de rosas?- preguntó el hombre.

Los príncipes miraron a su padre y no dijeron nada, sólo quedaron callados en espera de que siga y sorprendidos ya que no solía hablar de su madre ya que aún le dolía recordarla.

-No, su madre no era la mujer perfecta, ni siquiera era el tipo de mujer perfecta que yo imaginaba, aveces discutíamos por cosas muy tontas y ella tenía muchas fallas pero aún así, la ame con todas mis fuerzas, aceptando sus defectos y virtudes, sabiendo que no era la mujer que siempre soñé pero aún así se volvió la mujer de mi realidad, la perla mas precioso e invalorable que jamás creí tener.
Discutíamos y nos enojabamos pero juntos, lo superabamos por que como toda vida llena de rosas hermosas, las espinas no podían faltar.
No van a amar a nadie a primera vista jamás, sólo les atraerá su físico, antes de enamorarse deben conocer a la persona, ser su amigo, y sí luego de conocer sus fallas le sigue gustando, bien, están un pasó mas cerca de la indicada, ahora sólo deben esperar a que ella acepté también sus defectos y virtudes.

Explicó el rey y sus hijos quedaron pensativos.

Su padre tenía razón, la pareja perfecta no existe, sólo existe la pareja fuerte, aquellos que atraviesan buenos y malos momentos juntos, un tipo distinto de "perfección."

-Me alegra que nuestro padre les dé un sabio conejo y todo pero... ¿por qué están en mi habitación?- preguntó Iris, sentada en su cama.



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En el texto hay: fantasia, principes, princesas

Editado: 14.05.2021

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