Rescatando a los príncipes

Tiempo a solas: Andrea y Jax

La hija mayor del rey Erick, Andrea, la llamada mas bella de las hermanas, una joven de 21 años que aspiraba a ser una señorita respetada y conocida por su educación y buen comportamiento, caminaba por los pasillos del palacio, bajo la vista de los empleados, intentando parecer recta y serena pero en su interior estaba hecha un mar de nervios.

¡En ése momento, en ése precisó momento iba rumbo al encuentro con el príncipe Jax quien quería tener tiempo a solas entre ellos para conocerse!

Éso estaba mal, éso estaba muy mal ya que su hermana Candy, hace un par de minutos se fue con el príncipe Arturo con el mismo propósito mientras que Stephanie salió mas temprano por cuenta propia.

¿Y sí Candy avergonzaba al príncipe Arturo o lo desafiaba a un duelo ahora que nadie la controlaria?

¿Y sí el príncipe Samuel llega a venir con el mismo propósito que sus hermanos pero se debe ir por no encontrar a Stephanie?

¡¿Y sí ella por estar pensando en sus hermanas hace creer al príncipe Jax que no le interesa?!

No, no era tiempo para enloquecer, se tenía que calmar y ser la mejor de todas las princesas para llamar la atención de su posible prometido.

Ella era la mas educada de sus hermanas y la mayor, el ejemplo a seguir, así que no le sería tan difícil.

El príncipe Jax que esperaba afuera con su corcel, sonrió al ver como la princesa Andrea se acercaba de forma elegante y segura de sí misma.

No lo negaba, era la chica mas bella y decente que conocía.

La chica, al ver a su posible prometido se puso a presumir su elegancia a la hora de caminar y se le torció levemente el tobillo derecho, haciendo que pierda el equilibrio y caiga de cara al suelo.

El sonido de la princesa cayendo se oyó algo fuerte y todos los que la vieron (guardias y sirvientas) quedaron en shock al ver éso.

El príncipe Jax que estaba igual que los empleados pero con la boca abierta, reaccionó y se acercó a la chica, corriendo para ayudarla.

-¡Princesa Andrea! ¡¿Se encuentra bien?!

El chico se detuvo delante de la chica que seguía con el rostro pegado al piso, no sabiendo como levantarla.

Mientras que el príncipe no sabía que hacer, la chica estaba con sus ojos cerrados y su rostro sonrojado, muerta de la vergüenza.

¡¿Por qué le tenía que pasar éso justo en ése momento?!

Sólo... sólo quería que la tierra se abra y la trague para acabar con su sufrimiento.

Bueno, un accidente cualquiera lo tiene, ahora sólo debía levantar el rostro y demostrar que estaba bien y fingir que nada pasó.

La chica levantó su rostro y mostró una sonrisa forzada mientras su nariz sangraba.

-E-estoy bien, ya estoy acostu... no me pasó nada.- respondió, sintiendo ganas de llorar pero por la vergüenza que estaba pasando.

-¡Te sangra la nariz!

Y el príncipe Jax se puso de cuclillas, asustado por ver que la chica sí se hizo dañó hasta el punto que era notorio que contenía las lágrimas.

-Aquí, detendre el sangrado.

El pelirrojo sacó un pañuelo de su bolsillo y lo poso con cuidado sobre la nariz de Andrea que seguía sin levantar mas que el rostro.

La chica abrió sus ojos con sorpresa por éso y agarró el pañuelo por su cuenta mientras se ponía de rodillas.

-G-gracias...

Agradeció con vergüenza mientras cerraba sus ojos.

¡¿Por qué le era tan difícil no meter la pata?!

-De nada.- susurro el chico mientras veía a la muchacha con una sonrisa llena de alivio.

Ver que ella estaba bien le alegraba y ver como a pesar de ésa caída no perdía su firmeza, lo tranquilizaban.

Quizás no era una princesa guerrera como la que soñó pero es alguien que lucha de otra manera y se mantiene firme.

Enamorarse de ella... puede que no sea imposible ni difícil.
.

.
En el pueblo.

Las personas veían con algo de desconfianza a una pareja de encapuchados que caminaba, teniendo ambos también antifaces y la chica dos papelitos en cada orificio nasal.

-Espero que no te molesté caminar por el pueblo, mi padre nunca nos dejó salir a conocer algún lugar del reino.- dijo la chica con voz algo chistosa por tener su nariz tapada.

¿Sí sentía vergüenza?
Sí, mucha pero se la aguantaba.

-No te preocupes, tenía ganas de conocer el reino Fénix y me alegra ver que es próspero, habiendo muchos negocios.- dijo Jax mientras miraba cada lugar con curiosidad.

Nunca tenía la oportunidad de caminar tranquilamente entre personas de algún reino ya que cuando su rostro no era cubierto, llamaba la atención gracias a su maldición y por el hecho de ser un príncipe reconocido.

Andrea, sintió como un par de personas susurraban sobre ellos y se puso sería.

Iban con túnicas y antifaces así que era obvio que parecían bichos raros, aunque sí no llevaban éso iban a destacar aun más.

-¿No te da vergüenza caminar vestidos así?- preguntó la chica a su acompañante.

Jax, que compro una sandía, la miró con una sonrisa y negó con la cabeza.

-Para nada, debido a mi maldición, no puedo caminar tranquilamente entre la multitud.- respondió.

La rubia al oír mencionar la maldición, abrió sus ojos con sorpresa y sintió mucha curiosidad.

¿Cuál será la maldición del mayor príncipe?

No sabía sí era bueno preguntar ya que la última vez que hablaron sobre ése tema, ellos reviviero un viejo dolor.

-¿Te interesa saber cuál es mi maldición?- preguntó el chico mientras pagaba por unos bollos calientes que compro.

Andrea lo miró con sorpresa por ésa pregunta.

-N-no de... sí quie... pero no creo... pero en verdad tengo... yo...

Y la chica se puso a debatir sí debía decirle que sí o que no.

Era un tema muy delicado y ella no era Candy para preguntar algo como éso como sí fuese algo normal.

Jax, al ver los nervios de la chica rió levemente y le extendió la bolsa con bollos.

-Mi maldición es el encanto, cualquier chica que vea mi rostro, cae en una especie de enamoramiento enfermizo por mí.- explicó el chico en un susurro para no ser oído por nadie mas.



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En el texto hay: fantasia, principes, princesas

Editado: 14.05.2021

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