Rescatando a los príncipes

Tiempo a solas: Candy y Arturo

El día era agradable, los niños jugaban en el pueblo, los enamorados paseaban y los comerciantes vendían.

Definitivamente era un día en el que cualquier persona sentiría ganas de salir de casa para pasar el rato, así como lo estaban haciendo Andrea y Jax, siendo el plan de el príncipe Arturo también imitar a su hermano, pero... la princesa Candy tenía otros planes.

-¡Hiuju! Nada es mas divertido que caminar por el peligroso bosque de la perdición eterna, en un día tan bonito, ¿no crees?- preguntó la chica mientras sonreía por ver como una serpiente los veía desde las ramas de un árbol.

Su padre les tenía absolutamente prohibido ir a ése lugar, pero iba en compañía de un príncipe, así que no había problemas, ¿verdad?

-¿Po... podemos descansar un rato?... todavía... no recuperó el aire luego de huir del bar de los criminales.- dijo el príncipe Arturo, sudando y respirando muy agitado mientras se agachaba levemente.

Pelearon contra criminales, huyeron de unos lobos, se tuvieron que esconder de un oso y ahora acababan de huir de los criminales del inició que salieron a buscarlos.

-Vamos, no seas tan delicado... lo siento, mi error, no seas tan delicada, princesita.- dijo la chica, burlándose del chico por su poca resistencia.

El de cabellera rubia dio un gruñido y se paró firme, con el ceño fruncido.

-¡¿Qué rayos te pasa conmigo?!
¡Quise intentar tener un día agradable con una "princesa" pero no haces mas que puras locuras!- gritó el muchacho, ya sin paciencia.

Candy, que era una chica que siempre sonreía, fruncio el ceño y se acercó al príncipe.

-Lo que pasa es que detesto que príncipitos como tu, crean que una mujer no es capaz de protegerse por cuenta propia.
Yo sí puedo protegerme sola, al igual que mis hermanas, las cuales tuvieron la suerte de tener dos príncipes comprensibles y buenos de verdad, no como tu.- respondió ella, empujando al chico del pecho con su dedo índice.

El ojiazul dio un gruñido y agarró la muñeca de la chica que lo miró con sorpresa, intentando liberarse.

-Una chica no está hecha para el campo de batalla o algo similar, ustedes son frágiles, mucho mas débiles y lentas que los hombres.
Las mujeres sólo deben quedarse en casa y pensar en como verse bonitas.- exclamó el príncipe con voz algo gruesa.

Candy, se enfadó aún mas al oír éso y empujó al chico para que la libere, lograndolo y haciendo que caiga sentado.

El príncipe Arturo se sorprendió y miró a su acompañante que se paró delante de él, con las manos en la cintura y con una sonrisa presumida.

-Dime, sí yo no puedo hacer todo éso, ¿por qué no me cansé luego de todo lo que hicimos? ¿Cómo es que derrote a varios tipos armados, sin usar yo un arma propia? ¿Y cómo es que te acabó de tumbar con tanta facilidad?
¿No será qué hubo un error y yo soy el príncipe mientras que tu la princesa, débil y frágil?- preguntó.

El rubio, al oír éso, dio un gruñido, agotado.

Quiso ser su amigo y conocerla como le dijo su padre, pero simplemente no podía llevarse bien con una chica tan... no chica.

-Ya... ¡Me aburrí de ti!

De un rápido movimiento, el chico se reincorporó, sacando su sable y atacando a la chica que logró evadir el ataque por muy poco, abriendo sus ojos con mucha sorpresa.

Sí no esquivaba ése ataque, la iba a matar.

El chico, iba a volver a atacar pero ella se acercó, le agarró del brazo donde tenía su sable, se dio media vuelta y se impuso hacía adelante para derribar al chico que soltó su arma.

-¡¿Estás loco, niñito de mami?! ¡Éso fue peligroso!- gritó ella, aun sosteniendo el brazo del chico.

Arturo, gruño y levantó su otro brazo para agarrar a Candy de su brazo izquierdo y derrumbarla, para luego colocarse encima de ella y sostener sus brazos.

-¡¿Qué sabes tu de mi madre?! ¡Sólo eres una... una mariachi que se la pasa sonriendo como tonta!
¡Seguro tu madre debe creer que estás loca!- gritó el príncipe, muy enojado.

Candy, dio un suspiro profundo y se liberó del agarré del chico como sí nada antes de agarrarlo del cuello de su camisa, levantarse levemente y darle un cabezazo en la frente.

-¡Ahhh!

Y el príncipe Arturo se apartó, dolido, sentandose en la tierra y tocando su frente mientras Candy se ponía de pie y agarraba el sable del suelo.

-¡Sé que tu madre te hubiese dado unas buenas tundas por ser un asco de persona, se dice marimacho y no mariachi, y mi madre es una loca que intentó apuñalarme con una espada cuando todavía era una bebé!

Gritó la chica, clavando el sable en la tierra, en medio de ambas piernas del chico que se apartó asustado y sorprendió por oír éso.

¿Su madre hizo qué?

La chica soltó el sable y se sentó, antes de dejarse caer completamente en la tierra antes de cubrir sus ojos con su antebrazo.

-¡Ja! Éso fue divertido, repitamos algo así otro día, ¿sí?

La voz de Candy se oyó algo quebrada y el chico se dio cuenta de lo que hizo, sintiéndose terrible.

En verdad, era un asco de persona y debía cambiar.

-¿En verdad tu madre...

Preguntó Arturo, recuperando el aliento.

Candy, dio un suspiro profundo y saco su brazo de en medio de sus ojos para extenderlos y mirar al cielo.

-Cuando tenía unos... un año y meses, mi madre se acercó a mi cuna con una espada e intentó acabar conmigo pero una sirvienta llegó a tiempo y la detuvo a costa de su propia vida, ganando el tiempo suficiente para que lleguen los guardias.
Mi padre y hermanas creen que yo no sé éso debido a la edad que tenía e intentaron hacerme creer que mi madre falleció cuando yo era pequeña, pero no contaban con que yo nunca tuve... amnesia infantil o como sea que se diga, no saben que conservo cada recuerdo desde el día en que nací.- respondió la chica antes de cerrar sus ojos.

Nunca le dijo a nadie sobre éso y a la primer persona que se lo dijo es alguien con quien acaba de pelear, casi muriendo al inició... lo habitual en ella.



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En el texto hay: fantasia, principes, princesas

Editado: 14.05.2021

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