Rescatando a los príncipes

¿Qué piensan?

Los príncipes, los únicos seres que en ése momento se daban por acabados, estaban en shock al ver como el rey abrazaba a sus confundidas hijas.

-Que bueno que estén aquí, estaba tan preocupado por ustedes.- exclamó el hombre, felíz por que sus hijas estaban bien.

Las hermanas se miraron entre sí y Andrea decidió romper ése incómodo momento.

-Papá, ¿ahora qué te pasa?- preguntó la rubia.

En ése momento ellas tenían que estar intentando calmar a su padre para que no asesine a los príncipes, no intentar consolarlo.

El hombre se separó de sus hijas y las miró con seriedad.

-Un extraño sujeto que se hace llamar el caballero de la muerte, nos atacó, acabo con la vida del caballero negro y el Conde Draco; Herald se encuentra protegiendo al rey Ursulo y a la princesa Iris.- respondió el hombre con seriedad.

En ése momento, todos en la habitación quedaron en shock al oír éso.

Éso tenía que ser una broma, nadie podía acabar con el caballero negro.

Luz, en ése momento se puso de pié, lista para irse a buscar respuestas pero Candy la detuvo.

-¡Wow, wow, wow! ¿Qué crees que haces?
No es momento para separarnos, debemos permanecer juntos en caso de que ése tipo siga aquí.- dijo la chica, deteniendo a su mejor amiga.

El príncipe Arturo al ver éso, fruncio el ceño al sentir una rara sensación en el pecho por ver a ésa molesta princesa, preocupada.

¿Qué rayos le estaba pasando?

-La princesa Candy tiene razón, debemos permanecer juntos en caso de que seamos los siguientes.- dijo el príncipe Jax, tomando la palabra con seriedad, haciendo que la princesa Andrea se acerque y asienta con la cabeza.

Ella no era tan tonta como para dejar que todos los de ésa habitación, sabiendo pelear, la dejen sola cuando odia pelear.

-¿Estás seguro de lo que dices, padre?- preguntó la princesa Stephanie, acercándose al príncipe Samuel para protegerlo en caso de cualquier ataque.

El rey, se dejó caer de rodillas, soltando su ballesta, agachando su mirada y apretando sus puños.

-Fue mi culpa, estábamos en la sala de reuniones, hablando sobre cosas de suma importancia y el caballero negro me empujó de la nada, recibiendo el mortal ataque de un malvado y lunático sujeto con armadura negra.- recordó el hombre, sintiéndose completamente culpable.

Los dos hermanos, experimentandos en las guerras y pérdidas de aliados, se acercaron al rey y el mayor apoyo la mano sobre su hombro.

-Rey Erick, levanté la cabeza, no es momento para lamentarse.
Usted es el más experimentado entre nosotros y debe mantener la calma y guiarnos, hágalo por sus hijas que lo necesitan.- exclamó Jax, manteniendo su seriedad.

-Sabemos que la caída de un aliado por protegerte es algo terrible, pero el caballero negro no salvó a alguien para que se rinda, salvó a alguien para que luché, para que gané.- dijo Arturo, olvidando en ése momento su título como príncipe, el título del rey, de sus hermanos, de las princesas, de todos, en ése momento era un caballero más y pensar en proteger era lo único que pensaba.

-Yo... ánimos.- dijo el príncipe Samuel, con una sonrisa nerviosa.

No entendía nada de éso pero no quería quedar afuera.

-Así es papá, ponte de pie como el fuerte rey que eres y recuerda que entre nosotros hay una princesa que necesita ser protegida, después de todo, debe estar traumada por el dragón que la secuestro.- dijo la princesa Candy, intentando animar un poco el ambiente mientras Samuel lo veía con seriedad.

¿Por qué tenía el presentimiento de que la princesa de la que Candy se refería, en verdad era él?

El rey, al ver que todos querían su guía por su basta experiencia, se puso de pié mientras agarraba su ballesta.

No era momento de lamentarse, era momento de pelear y ganar.

-Gracias chicos, sólo por éso, cuando todo esto terminé, no haré que les corten las cabezas por estar a solas con mis pequeñas, sólo haré que los encierren en los calabozos y lo dejen sin comer ni beber por una semana entera.- exclamó el piadoso hombre sobreprotector mientras los príncipes sonreían nerviosos.

Debían esperar algo así, pero al menos vivirían.

-Oigan, ¿y Luz?- preguntó Andrea, dándose cuenta de que la chica de cabello plateado ya no estaba.

La princesa Candy al darse cuenta de que su amiga aprovechó la oportunidad para escapar, miró a todos los lados y luego borró su habitual sonrisa, para verse muy enojada.

-¡¿Ésa tonta esta loca o qué?!
¡Cuando la vea, le daré un muy buen tirón de oreja!- gritó la chica, dando pisadas enojada en el suelo, para desahogarse.

Ya perdió a alguien importante para ella hace tiempo por ser imprudente, no quería pasar por algo similar nuevamente.
.

.
Mientras que por los pasillos del gran palacio que en ése momento estaba bastante oscuro, Luz caminaba a pasó firme, con su ceño fruncido.

No tenía ni idea a donde iba o qué haría, pero no era el momento de quedarse quieta sin hacer nada.

El caballero negro, ése idiota de Joaquín, no podía estar muerto, no la podía dejar sola, ella no le dio el permiso para hacer éso.

La chica se detuvo, viendo como un par de gotas escurrian por su rostro y caían al suelo, limpiando su rostro con frustración.

No tenía por que llorar, Joaquín no morirá al menos que ella se lo ordene, después de todo es su caballero y la tiene que obedecer.

-¿Qué tenemos aquí?

Luz oyó la voz de una mujer y levantó un poco la mirada para ver a una gata negro, delante de ella.

¿Ya se volvió completamente loca?
Lo admitía, tardo más de lo que se imaginaba.

-Veo que tuviste una vida muy difícil y quieres fingir que nunca pasó a pesar de que cada recuerdo te atormenta día tras días.

Una nube púrpura envolvió a la rara gata y al dispersarse, se encontraba una mujer con el cabello rubio hasta los hombros, ojos azules y una sonrisa que daba algo de miedo, vistiendo una túnica púrpura y usando un sombrero negro de bruja.



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En el texto hay: fantasia, principes, princesas

Editado: 14.05.2021

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