Rescatando a los príncipes

La maldición de los príncipes

Nuevo día se hacía presenté y todos se reunían para despedirse del caballero negro.

-Sí vuelves a poner un pie por éstos lados, perderás los dos pies.- dijo en un susurro la princesa Stephanie con mirada amenazante mientras hacía una reverencia, despidiéndose del hombre.

Por culpa de ése hombre y su broma, el príncipe Samuel tuvo miedo y tuvo que dormir muy tarde.

-Nos engañaste a todos, tienes mis respetos y prepárate por que quiero venganza.- dijo la princesa Candy, dándole un golpe en el hombro con mirada sería, llena de respeto.

A ella no le hacían bromas, ella era la que hacía las bromas y nadie podía cambiar éso, al menos que estén listos para una dulce, exquisita, deliciosa, hermosa venganza.

-Que no fue idea mía, fue de los reyes.- dijo el llamado caballero negro, mirando en dirección de los reyes que tenían miradas de inocentes, sólo faltandoles aureolas.

Así es, le echaron toda la culpa al caballero sin reino, aprovechando de que sus hijos les creerian (a los príncipes les daba igual, las princesas eran las que estaban enojadas por una broma tan cruel)

-No se preocupe, se lo tenían bien merecidos a ésa broma, yo estoy de su lado.- dijo la princesa Iris, mirando con enojó a sus hermanos.

No podía creer que ésos... "hombres", se atreviesen a dejar entrar a cuatro señoritas a su habitación, en plena noche.

Y lo peor de todo, ¡es que no le invitaron a jugar a verdad o reto con ellos!

No, sí ella ya no tenía hermanos, sólo conocía a tres tipos que no hacen más que pensar en mujeres.

Todos los hombres son así, dicen querer a su hermanita pero en cuanto aparecen chicas bonitas, la dejan en el olvidó.

-Por favor Iris, ya te pedimos perdón.- dijo el príncipe Jax, acercándose a su hermanita junto a sus hermanos, arrepentidos por olvidarla.

Mientras los hermanos intentaban convencer a su hermana de que los perdonen y los reyes se iban a tocar el arpa por ser taaaan puros, el caballero negro dio un suspiro, listo para subirse al carruaje donde su amigo lo esperaba, sabiendo que Luz no se presentaría a despedirse.

Hasta Herald se burló de él antes de volver a su reinó, se sentía humillado.

-Un momento.

El hombre se detuvo y volteó para ver a la mayor de las princesas, con mirada seria mientras sus hermanas se acercaban.

Ahora que los príncipes estaban distraídos, era su oportunidad de encontrar un método para eliminar la maldición.

-¿Se les ofrece algo, princesas?- preguntó el hombre.

Las tres hermanas se miraron, las dos mayores con seriedad y la menor emocionada.

-Yo... nosotras... sabemos que toda maldición tiene una manera de ser anulada, así que para anular una maldición de la bruja Esmeralda, ¿qué se necesita?- preguntó la rubia.

El hombre la miró con sorpresa, no esperando oír ésa pregunta.

¿Una de ellas tenía una maldición?

Bueno, sabía que una de ellas tenía una bendición, pero no le sorprendía que la princesa Andrea tenga una maldición, después de todo su suerte era fatal.

-Yo no soy un mago ni nada por el estilo, soy un guerrero, además, soy inmune a la magia, así que nunca explore ésa zona por mi cuenta.
Quizás el Conde Deimos sepa más del tema que yo.- respondió el caballero con honestidad, señalando su carruaje donde en el interior estaba su amigo, de brazos cruzados.

-Estuve investigando y según leí, usted y el mago Ackerley, en una ocasión se aliaron con ésa bruja para derrotar a un ejercicio de personas medusas que convertían a todos en piedra, así que debe saber un método para anular su maldición ya que ella se lo habrá contado.- dijo la princesa Stephanie, con seriedad.

El hombre nuevamente se sorprendió ya que creyó que no había registros oficiales del equipo que formo hace unos años atrás.

Ésas princesas era mucho más interesante de lo que parecían, los príncipes eran afortunados.

-Por más que me digan éso, no lo sé, ella se la pasaba burlándose del mago y diciendo cosas confusas; conmigo raramente intercambiaba palabras.
Actuaba como sí le faltase uno que otro tornillo pero en verdad es mucho más inteligente y astuta que todos los que conocí hasta ahora.- dijo el hombre, oyendose honesto.

Las dos hermanas mayores se miraron, ya no sabiendo que preguntar.

No sabían sí el caballero negro era honesto, pero no podían hacer mucho para sacarle información.

-Seguro que un besito del verdadero amor funciona, ¿verdad?- preguntó la princesa Candy, recordando cada cuento infantil.

Sólo el beso del verdadero amor puede romper la maldición, y al que diga lo contrario le pintará bigotes mientras duerma.

-Sí... éso es algo ridículo, un beso sólo es un beso, no tiene poder.
Algunas brujas ponían éso como condición de romper la maldición en el pasado por que encontrar al amor verdadero aveces es imposible.
Esmeralda es impredecible, no creó que sea capaz de lanzar una maldición con algo tan predecible ya que le gusta hacer todo a su manera, lo que sí les puedo decir, es que uno mismo es el único que tiene el poder para romper cualquier maldición que le sea dada.- respondió el caballero negro, intentando dar su mejor respuesta antes de irse.

Las tres hermanas se sintieron algo desilusionadas al no conseguir una respuesta concreta.

Ellas querían ayudar a los príncipes a que tengan una vida normal, pero no eran capaces ni de descubrir una manera de anular sus maldiciones.

Quizás, las princesas en verdad no están hechas para salvar a los príncipes.

El príncipe Jax, dejando de intentar ganar el perdón de su hermana, miró en dirección de la princesa Andrea, viendo que junto con sus hermanas, parecían estar algo serías.

Agarrando a sus hermanos de sus brazos, los arrastró donde estaban las princesas.

El enojó de su hermana ya se iba a pasar, ahora debían aprovechar su tiempo con las princesas.

-Hola, bellas damiselas, me enteré de que mis tontos hermanos todavía no le dijeron sus maldiciones, así que ahora les diremos nuestras respectivas maldiciones.- dijo el mayor de los príncipes, empujando a sus hermanos delante de las princesas.



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En el texto hay: fantasia, principes, princesas

Editado: 14.05.2021

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