La maldición de los príncipes fue revelada ante las princesas que quedaron conforme con la aclaración.
Ya no tenían dudas ni preguntas, su único objetivo ahora era romper ésas maldiciones para que los príncipes tengan una vida normal.
-¡Un momento!
¡¿Me están diciendo que su maldición es la mala suerte?!
¿Siquiera conocen a Andrea?
Su nivel de mala suerte sobrepasa los 9000.- dijo Candy, refiriéndose a Samuel mientras señalaba a su desdichada hermana que la miró con enojó.
¿En verdad se atrevía a insultarla lugo de revelar tantos de sus secretos, secretos que su padre no conocía?
-¡Candy!- gritó la rubia, mirando a su hermana de manera severa.
-Nuestra hermana no tiene mala suerte.- dijo Sthepanie, con calma.
-¡Exacto!- gritó la mayor de ellas, felíz por saber que contaba con una de sus hermanas.
Por éso, siempre Stephanie sería su hermana favorita.
-Simplemente es muy torpe.- finalizó la princesa caballero.
-¡Exac... ¡Oye!
Y el corazón de hermana mayor de Andrea, fue dañado.
Ella que se esforzó tanto por cuidar a sus hermanas luego de que su madre se volviese loca, y ellas se lo pagan así.
Jax, antes de que se arme alguna pelea entre las hermanas, decidió tomar la palabra.
-Bueno, no es que tengamos la absoluta certeza de cada maldición, se nos fue dada pero tampoco es que la bruja nos dijo a cada uno con lo que tendríamos que lidiar.
Nosotros llegamos a la deducción de nuestras maldiciones por cuenta propia.- explicó el mayor de los príncipes.
-¿Entonces su maldición también puede ser la inseguridad?- preguntó la segunda princesa de manera directa, haciendo que Samuel agache la mirada, avergonzado.
No era su culpa no ser seguro de sí mismo, después de todo, sólo era... un feo ogro.
-No, antes era bastante seguro de sí mismo pero cuando empezó a tener mala suerte, cada vez se volvió mas paranoico.- explicó Arturo, recordando con una leve sonrisa las desgracias de su hermano.
Los del dragón era algo, pero antes, ya tuvo sus momentos de humillación.
-¡No soy paranoico!
Yo... s-sólo soy cuidadoso y filosófico.- aclaró Samuel, intentando sonar rudo ante la princesa Stephanie pero su voz salió muy chillona.
Quizás, su maldición era la autodestrucción y no la mala suerte.
.
.
El rey Usrulo y la princesa Iris regresaron a su reino ya que su canciller enloqueceria sí estaban mas días afuera, dejándole todas las responsabilidades a él.
Los príncipes, por petición del rey Erick, se quedarían un tiempo para conocer mejor a las princesas y tenían estrictamente prohibido salir de su habitación en la noche o recibir a una de las princesas, o el mismo rey del reino Fénix les arrancaria los labios... literal.
Los hermanos estaban en su habitación asignada, jugando a las cartas para animar a Arturo que estaba enojado por tener que compartir habitación, siendo un príncipe.
-¿Qué sucede?- preguntó Jax, mirando a Samuel que lucía pensativo.
El de cicatriz, miró a su hermano con sorpresa por ser leído tan fácilmente y agachó la mirada.
-Nada, es sólo que ahora que la princesa Cady conoce mi maldición, seguro me querrá asustar.- respondió Arturo, pensando que la pregunta le fue dada a él.
Jax se contuvo mucho las ganas de decirle que no le importaba, pero sí la princesa Andrea estaba oyendo detrás de la puerta otra vez, se iba a sentir decepcionada de él, por lo que sería el hermano mayor ejemplar.
-Vamos, no hay manera de que haga éso.- exclamó el pelirrojo, con una sonrisa burlona.
Su hermano estaba exagerando n no había manera de que...
Jax miró hacía la ventana y vio como alguien parecía estar subiendo a pesar de estar en un quinto piso, y pronto se asomó una cabeza, llevando ésa persona una máscara de demonio.
-¡Hi!
Jax saltó sobre el menor de sus hermanos, muy asustado mientras ésa persona se metía por completo, teniendo su cuerpo cubierto con algo rojo.
Antes de que Samuel corra como una niña asustada, Arturo miró a ésa invasora con el ceño fruncido.
-¿Por qué estás cubierta de salsa y llevas ésa máscara?- preguntó, sabiendo muy bien que era la princesa Candy.
Debía admitirlo, se demoró mas de lo que imaginaba.
-¿Por qué tu no lo estás?- preguntó la princesa, caminando hacía la puerta para salir de manera normal.
Luz tenía razón, era mejor hacer éso en la noche, cuando dormían, pero su padre les prohibió entrar a la habitación de los príncipes en la noche.
-Sé fuerte, Arturo.- dijo Jax, apoyando una mano sobre el hombro del menor de sus hermanos.
El rubio gruño y empujó al pelirrojo para que salga de encima de él.
-¡Esto es culpa tuya!- gritó Arturo, enojado.
Sí no fuese por su hermano, no tendría que lidiar con éso desde ahora.
-Yo... Jax.- Samuel se ánimo a hablar, llamado la atención de su hermano.
-¿Sí?- preguntó el llamado.
-¿A ti... a ti te gusta Andrea?- preguntó el ojiverde.
Con su padre era difícil hablar de ésas cosas e Iris se fue enojada con ellos, así que no le quedaba a nadie mas para preguntarle sobre el amor.
-Claro, creí que fui claro las veces que me veían bailando como tonto enamorado, diciendo que estaba enamorado de ella.- respondió Jax, con normalidad.
Para cualquier hombre podría ser vergonzoso hablar de ésas cosas, pero él JAMÁS negaria su amor por Andrea.
-¿Cómo estás seguro de éso?- preguntó Samuel.
-Me siento comodo con ella, quiero que vea mi mejor versión a pesar de que ella conoce la peor, siento el deseó de estar con ella y nos entendemos.- respondió el príncipe mayor, intentando ser simple.
¿Era raro qué por hablar de amor, tenga ganas de dar un gritó de emoción para nada varonil?
Seguramente sí, todos los hombres pasaban por éso en su vida.
-¿Sucede algo con tu princesa?- preguntó Jax, poniéndose de cuclillas.
No se sentaba por que sí su hermano decía algo idiota, quería estar mas cerca para agarrarlo a golpes.
Editado: 14.05.2021